La figura del cartero da mucho juego como catalizador de enredos en las zarzuelas, pero pocas veces asume el protagonismo del que se pasea por La revoltosa de Chapí. Y eso que ni el compositor ni los libretistas de esta joya del género chico concibieron un papel para el exhausto, despistado o simplemente inepto empleado de Correos que perdió el tercer número original de la obra que Chapí envió desde alguna localidad próxima a Madrid en el verano de 1897. De hecho, durante más de un siglo desde el estreno de la obra en el teatro Apolo en noviembre de ese mismo año, nadie supo del contenido del sobre extraviado que cambió el curso de este sensacional sainete lírico, que podrá verse, desde mañana miércoles hasta el 27 de abril, en el Teatro de la Zarzuela.Más informaciónEn algún momento Chapí recuperó su borrador, pero para entonces ya era demasiado tarde: la vertiginosa maquinaria del sistema de producción de zarzuelas le había llevado por otro camino. Fue el musicólogo Enrique Mejías García quien en 2009 halló una reducción para canto y piano en una carpeta mal catalogada de la Biblioteca Nacional. “Apareció traspapelada entre sobrantes y misceláneas musicales para banda y sexteto, y enseguida me di cuenta de que se trataba del famoso y desperdigado número”, cuenta el especialista, que asegura saberse la partitura de memoria. “No hay que descartar que Chapí llegara a orquestarlo, pero si fue así no ha dejado rastro en los archivos”.Tampoco está claro dónde se encontraba el compositor mientras cumplía con las entregas de La revoltosa. La única pista sobre su paradero procede de una carta sin fechar (“Aquí, a tres kilómetros del pueblo”) en la que se muestra muy contrariado por la ineficiencia del servicio postal. “Es más que probable que se encerrara a trabajar en un enclave rural, cerca de alguna localidad balnearia, puede que en el Monasterio de Piedra, en Las Pachecas o incluso en la finca de El Escorial de su mecenas y amigo José Borrell”. Desde allí enviaba los borradores de una obra que ya se anunciaba en los sueltos de los periódicos como el gran acontecimiento musical de la temporada.Un momento de ‘La revoltosa’, sainete lírico de Ruperto Chapí.Elena del Real (Teatro de la Zarzuela)La acción de La revoltosa se desarrolla en una corrala madrileña de la época, donde la coqueta y desinhibida Mari-Pepa despierta los recelos de sus vecinas. “Lo que yo descubrí no era sino el terceto inédito del final del primer cuadro, en el que Gorgonia, Soledad y Encarna lanzan calumnias contra su rival y planean una venganza”. La escena puede leerse íntegra en una de las páginas arrancadas del libreto manuscrito de José López Silva y Carlos Fernández Shaw. “Chapí hizo alarde de su enorme capacidad de adaptación al añadir la famosa guajira que canta Soledad para mayor lucimiento de la tiple Luisa Campos, toda una sex symbol recién contratada por el Apolo”.Durante meses, Mejías se dedicó a cruzar la correspondencia de Chapí recogida en el legado Fernández Shaw de la Fundación Juan March con los materiales orquestales del Archivo SGAE, donde trabaja como editor y documentalista. “Llegué a la conclusión de que la pérdida del borrador bien pudo llevar a Chapí a replantearse la estructura de La revoltosa”. Según el musicólogo, el terceto no es un número cualquiera, de esos que los compositores descartan a la ligera y reciclan más tarde. “Fue, de hecho, la génesis de la obra, la primera melodía que apuntó en su cuaderno en junio de 1897. Y mi experiencia me dice que los garabatos de esa moleskine estaban reservados a las grandes idea”.Una escena de ‘La revoltosa’, sainete lírico de Ruperto Chapí.Elena del Real (Teatro de la Zarzuela)Tanto es así que Isamay Benavente, directora artística del Teatro de la Zarzuela, lo tuvo claro cuando terminó de leer los resultados de la investigación de Mejías. “No pude evitar pensar, en términos comparativos, en el impacto mundial que tendría la aparición de alguna página perdida de Carmen o La traviata”, confiesa la primera mujer al frente del teatro de la calle Jovellanos desde su fundación en 1856. “El terceto en cuestión es muy breve, no dura más de tres minutos, pero su enorme valor simbólico servirá de aperitivo a un proyecto que, a partir de la temporada que viene, seguirá apostando por la recuperación de nuestro patrimonio musical”.Con tal propósito, Benavente encargó al maestro Juan de Udaeta una orquestación del terceto en la que ha participado también el propio Mejías. “Lo que he escuchado en los ensayos me recuerda un poco al pasaje de las alegres comadres de Windsor del segundo acto de Falstaff, en el que tres mujeres se burlan del protagonista y le tienden una trampa”. Una referencia nada casual, si tenemos en cuenta que Chapí acudió al estreno de la ópera de Verdi en el Teatro Real a principios de 1894. “Para subrayar el carácter cómico del número lo hemos titulado ¡Ja, ja, ja, ja!, pues todo es humor y diversión en La revoltosa, un título que en cada escena te arranca una carcajada”.Extracto de una carta de Chapí incluida en la correspondencia conservada en el Legado Fernández Shaw de la Fundación Juan March.Archivo SGAEEl resultado se presentará al público a partir de mañana en un programa doble junto a El Bateo de Chueca y como parte de un nuevo concepto escénico de Juan Echanove que dirigirá desde el foso Óliver Díaz. La soprano Berna Perles encarnará a la seductora Mari-Pepa, víctima de las injurias (“¡Miá la presumida!”, “¡Qué rabiosa va!”) del Trío del Patio, integrado por la mezzo Blanca Valido (Soledad) y las también sopranos Milagros Martín (Gorgonia) y María Rodríguez (Encarna). “El enfado de las vecinas va en crescendo con la música”, explica Benavente. “Y no por casualidad la orquesta termina evocando el universo chapiniano de Las bravías”.Todo transcurre en apenas 171 compases, en los que los toques de los violines y las maderas contrapunteando parecen dialogar con las inconsolables mujeres. “Si bien puede resultar no tan atractivo, melódicamente, el terceto hace gala de algunas de las mejores cualidades líricas del compositor”, asegura Mejías, que ha dedicado años a copiar partituras de zarzuela. “A fin de mantenernos fieles al estilo, decidimos no añadir ninguna rareza instrumental. Solo nos hemos permitido una licencia que consideramos muy del gusto de Chapí”. Se refiere al solo de timbal que suena al final del número, como los pasos acelerados de un cartero que llega 127 años tarde a su destino.

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