Una mesa muy larga en un salón antiguo decorado con velas. La comida servida. Personas vistiendo de traje y con una toga especial para los eventos formales. Una recepción, un sermón en latín y a cenar. Siempre siguiendo la tradición de hace más de 800 años de la Universidad de Cambridge en Inglaterra. Así son las tardes de los viernes de Rafael José Fernández-Delgado (Málaga, 23 años) desde que hace casi un año que llegó a estudiar un máster en matemáticas puras a una de las universidades más prestigiosas del mundo. “Tiene su parte surrealista”, dice y agrega: “Es un ambiente muy antiguo, como en Harry Potter, y te hace imaginar que eres una persona importante de la época donde se hicieron todos esos descubrimientos relevantes, como Isaac Newton”. Para él, el valor de estudiar en Cambridge escapa de las aulas y reside en todo el entorno académico que rodea a la prestigiosa institución, como esas cenas. “Me ha pasado estar en una cena y hablar con una señora y no saber quién era. Luego me dice ‘soy esta’, y resulta ser la mejor antropóloga del mundo o algo parecido, y tú no lo sabes”, cuenta. Además, al alojarse en el campus, se relaciona con los profesores ―que también viven ahí― diariamente: “Puedes tener a premios Nobel en tu mismo edificio. En nuestra facultad hay dos medallas Fields”, cuenta.Rafael José Fernández-Delgado en el CaixaForum de Madrid el miércoles 4 de junio. SAMUEL SÁNCHEZFernández-Delgado, quien estudió el doble grado en Matemáticas y Física en la Complutense de Madrid, no es el único que llegó a Reino Unido en 2024 a estudiar matemáticas a una de las grandes universidades. En Cambridge también aterrizó Oriol Baeza Guasch (Terrassa, 24 años) para estudiar el máster de matemáticas puras. Y a la de Oxford se fueron Cristina López Amado (Lugo, 24 años) y Pablo Savina Pastor (Barcelona, 22 años) a cursar los posgrados de Ciencias Matemáticas y Modelización Matemática y Computación Científica, respectivamente. Son parte de los 100 universitarios becados por la Fundación La Caixa para realizar su máster en el exterior, elegidos entre 1.045 candidatos por su excelencia y trayectoria académica. Los cuatro coinciden en una cosa: estudiar el máster en un entorno de tan alto nivel los obliga a superarse día a día. Baeza dice: “Yo le digo a mis amigos: lo que aprendo aquí existe y se puede aprender en otros lados, pero el ambiente te obliga a dar más”. Y agrega: “Estar con gente tan potente, te motiva a ser más. Da mucho respeto porque te sientes muy pequeño en un entorno así”. Oriol Baeza Guasch en el CaixaForum Madrid el miércoles 4 de junio. SAMUEL SÁNCHEZLos cuatro veinteañeros intentan explicar de la manera más simple lo que estudian. Aunque no es fácil. Va desde la más pura teoría de las matemáticas, hasta cursos aterrizados y aplicados a la informática. López, por ejemplo, estudió un doble grado en Matemáticas e Ingeniería Informática en la Universidad de Santiago de Compostela, y para ella “la Inteligencia Artificial (IA) es el match perfecto para aprovecharlo”, cuenta. Explica parte de lo que hace en sus asignaturas: “Actualmente, es muy complicado entender los algoritmos de la IA, es difícil dar una explicación técnica de cómo actúa un modelo. Estudiar eso me parece muy interesante, saber cómo funcionan por dentro”. Añade que es un campo muy grande que “está empezando”. “Lo estamos usando muchísimo, pero si queremos usar inteligencia artificial en campos que sean críticos ―como salud, defensa, educación para niños o en temas judiciales― se necesitan garantías de los modelos y, ahora, es difícil dar esas garantías”, sostiene. El método de enseñanza en Oxford y Cambridge, muy diferente al español, ha llamado la atención de los jóvenes. La base de este es la autonomía. Los profesores condensan toda la parte teórica de las asignaturas en los primeros meses, y después cada alumno debe estudiar por sí solo: buscar bibliografía, consultar fuentes mencionadas por el docente, hacer ejercicios y tutorías. Este método lo consideran más estresante, pero aseguran que es una buena forma de prepararse para el doctorado, así como para aprender a gestionar el estrés, los tiempos y la independencia. Además, resaltan la calidad de los profesores. López cuenta: “Los profesores son muy buenos”, y repite la palabra “muy” más de una vez. “Por estar en Oxford viene gente de fuera muy importante y eso motiva mucho a los alumnos”, añade. Cristina López Amado en el CaixaForum de Madrid el miércoles 4 de junio. SAMUEL SÁNCHEZLos alumnos también destacan la amplia oferta de asignaturas en todas las ramas de las matemáticas. A Baeza, que estudió un doble grado en Matemáticas e Ingeniería Aeroespacial en la Politécnica de Cataluña, le interesa especialmente la geometría algebraica. En su universidad en España solo encontró una asignatura sobre el tema; en Cambridge ya ha cursado cinco. Lo atribuye a la diferencia de recursos y al mayor número de estudiantes: “No puedes pretender tener este abanico de especialidad en un máster con poca gente”, señala. Y aclara: “No es por falta de buenos investigadores, porque los hay”.Investigar en EspañaA través de distintos caminos —ya fuera por el impulso de profesores o por su participación en olimpiadas matemáticas— los cuatro jóvenes se enamoraron de las matemáticas desde el instituto. Mientras muchos de sus compañeros decían odiarlas, ellos se iban encausando en este mundo. Aunque fue al entrar a la universidad que confirmaron que no había vuelta atrás, y en el máster se reafirmaron.En unos meses terminan este programa y tienen que decidir cómo seguir. La mayoría quiere, eventualmente, volver a España ―y a sus localidades― para aplicar lo aprendido y para estar cerca de sus familias. Fernández-Delgado, López y Baeza tienen pensado hacer un doctorado; los dos primeros lo harán en Madrid en el Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT) y en Austria en el Instituto de Ciencia y Tecnología (ISTA por sus siglas en inglés), respectivamente. Baeza está ultimando los últimos detalles. Sin embargo, esto no resulta sencillo, ya que la investigación matemática en España carece de una financiación adecuada, indican. “La vida de academia es muy complicada. Para volver a España con una vida estable tienes que pasar muchos años en el extranjero, en el doctorado, luego a otro lado y así”, dice Baeza. Aclara que no solo se trata de las condiciones salariales, sino de la edad en la que uno ya puede estabilizarse.Pablo Savina Pastor en el CaixaForum de Madrid el 4 de junio.SAMUEL SÁNCHEZA esto se suma que, durante los últimos años, la demanda de matemáticos e informáticos en puestos de trabajo no ha parado de crecer, entonces empresas acuden a los recién graduados y les ofrecen un sueldo que no tiene cómo competir con el de la academia. Fernández-Delgado cuenta: “Es muy poco incentivador que te quedes investigando por 1.100 euros al mes, cuando puedes estar cobrando 5.000. Si queremos que haya más investigación de Matemáticas en España, tienen que equiparar la investigación con el trabajo en empresa, al menos que sea más digno”. Es el caso de Savina, que estudió el grado en Matemáticas Aplicadas y Computación en la Universidad Carlos III, y ha decidido buscar un trabajo en una empresa de Reino Unido. En Oxford, uno de los proyectos que ha desarrollado consiste en crear un modelo físico para saber cómo funciona una carrera de ciclismo. Tenían como objetivo ver cuál era la estrategia óptima para cada deportista dependiendo de sus características fisiológicas. Ahora buscará un puesto en empresas tradicionales o tecnológicas, desde análisis de modelos energéticos, hasta finanzas.Todos tienen sueños claros. Fernández-Delgado cuenta que quisiera tener un teorema propio, ya que estos se nombran por el apellido de quien los formula: “Uno que sea tan famoso que en los centros donde enseñan matemáticas tengan que decir mi apellido. Es como una manera de dejar huella en el mundo”. Pero también quiere ser un buen investigador para acompañar a nuevas generaciones de matemáticos españoles a encontrar su camino. “Gracias a mi tutora, estoy aquí en Cambridge. Quisiera tener alumnos y ayudarles en todo lo que ellos se propongan, ser una aspiración para ellos”, concluye.

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