El petardo que pegó el señor que presidió el cuarto festejo de la feria de Vic-Fezensac se tuvo que escuchar al otro lado de la frontera. El presidente, ante la petición de parte del público, tuvo la ocurrencia de sacar el pañuelo azul y concederle la vuelta al ruedo en el arrastre al tercer toro, un animal que empujó de veras en el caballo, pero que se acabó echando al principio de la faena de muleta.Fue una lástima, pues el tercio de varas que protagonizó el animal, junto al picador Teo Caballero, fue de lo más vibrante y emotivo, pero así es la vida. La casta que albergaba en su interior el ejemplar de Dolores Aguirre, de aparatosas y abiertas defensas, no fue suficiente. Se la dejó toda empujando con poder bajo el peto, llegando a estampar al varilarguero contra la barrera en la primera vara, y casi derribando en la cuarta y última. Fue la emoción que precedió al despropósito.Cuando el toro tiró la toalla y plegó las cuatro patas, la decepción se apoderó de la afición. Y también de Juan de Castilla, que había empezado la faena de rodillas en el centro del ruedo, pleno de arrojo. Pero no pudo ser. Tampoco ante el último, manso y rajado. Por más que insistió el colombiano, el de Dolores dijo que nanai.Fue esa la tónica general de la corrida lidiada por la divisa sevillana, una de las más queridas y veneradas en esta plaza: la mansedumbre y la falta de casta. Los hubo con poder y movilidad, la mayoría nobles, pero casi todos acabaron parados, muy agarrados al piso y sin querer embestir.El segundo, por ejemplo, se rajó y no hubo manera de sacarlo del abrigo de tablas. Cómo se acobardó. Lógicamente, su matador, Damián Castaño, no tuvo la más mínima opción de lucimiento. Sí pudo, en cambio, estar mejor frente al quinto, tan bajito y cortito, como armado por delante. Fue este otro toro manso, gazapón y que fue acortando su recorrido, pero que tuvo cierta movilidad en los primeros compases de la faena. Castaño, desconfiado y acelerado, citó despegado y compuso la figura para dejar medios muletazos que no calaron en los tendidos.Con un homenaje y una sentida ovación tras finalizar el paseíllo quiso despedir Vic a Fernando Robleño en su última temporada en activo. El torero madrileño, que se pasó de faena ante el muy descastado, blando y deslucido cuarto, mal presentado, además, no terminó de confiarse con el noble y andarín primero, duro de patas hasta el final. A pesar de estar herido de muerte, se levantó del suelo y aguantó, tambaleándose y con la boca cerrada, durante unos segundos largos y solemnes. Pese a todo, la casta.Aguirre / Robleño, Castaño, De CastillaToros de Dolores Aguirre, muy desiguales de presentación (más fuertes 1º, 5º y 6º; muy justos el resto), con más pitones que trapío, mansos, descastados y deslucidos. Al 3º, que empujó con poder en cuatro varas, pero luego se echó en la faena, le dieron la vuelta al ruedo.
Fernando Robleño: estocada desprendida (leves palmas); tres pinchazos y estocada corta desprendida (silencio).
Damián Castaño: pinchazo, estocada corta muy atravesada y un descabello (silencio); pinchazo y media estocada (silencio).
Juan de Castilla: metisaca y estocada delantera y caída (saludos); media estocada tendida (silencio).
Plaza de toros de Vic-Fezensac. 8 de junio (vespertina). Tercera corrida de la Feria del Toro. Tres cuartos de entrada.

Shares: