En un libro publicado hace dos años, Rosa Díez —socialista renegada y fundadora del partido UPyD— aseguró que los “comportamientos” de Pedro Sánchez “se ajustan como un guante a la personalidad descrita en psicología como tríada oscura”. El presidente del Gobierno condensa, según Díez, las tres patas del taburete sobre el que se alza el mal en estado puro: narcisismo, psicopatía y maquiavelismo. Una acusación a la ligera (que se sepa, la política vasca no sometió a su ex-compañero de partido a un riguroso test de personalidad) que ejemplifica un nuevo fenómeno de contagio cultural made in USA en torno a las sombras de la psique. En él convergen endebles pilares científicos y un cierto desmadre mainstream.Con su morboso magnetismo, el término ha ido ganando popularidad en EE UU antes de proyectarse hacia el resto del mundo y explotar en mil ramificaciones virales. Hoy proliferan definiciones de la tríada oscura a gusto del consumidor en las que se estira o desvirtúa su sentido original, ya de por sí voluble. Abundan guías para identificar a sus encarnaciones cuando estas acechan a nuestro alrededor. Mientras, la etiqueta corre de boca en boca, ya sea para categorizar con barniz empírico las excentricidades de Elon Musk o las siniestras estratagemas de ese compañero de trabajo que, juzgamos, nos está haciendo la vida imposible.La expresión fue acuñada en 2002 por Delroy Paulhus y Kevin Williams en su publicación The Dark Triad of Personality […]que vio la luz en Journal of Personality Research, una revista menor. Su tesis es que estos tres rasgos de personalidad coexisten con manifestaciones propias y, en algunos individuos, se solapan para constituir un núcleo común de fuerte arraigo. Desde entonces, el tirón académico de la tríada oscura no ha parado de crecer. Hoy circulan miles de estudios en cuyo título figura tan enigmático constructo, una mina para evocar desde subterráneas mafias orientales hasta el triángulo del casco por el que respira asmáticamente el maléfico Darth Vader.Más información“No creo que sus creadores sean unos genios del marketing o pensaran que estaban fundando una nueva área de investigación, pero lo cierto es que el término resulta idóneo para hacer ciencia de calidad dudosa y periodismo clickbait”, afirma Josh Miller, profesor de la Universidad de Georgia (EEUU), que en 2019 diseccionó en un artículo las flaquezas de la extensa literatura sobre el asunto. Según Miller, gran parte de las investigaciones se basan en cuestionarios realizados por unas 200 personas. En ellas se suelen cruzar las puntuaciones sobre maquiavelismo, psicopatía y narcisismo con un comportamiento o inclinación concretos: gustos sexuales, éxito laboral, patrones relacionales, preferencias políticas…La profesora británica Minna Lyons, que hace unos años publicó un libro sobre la tríada oscura y hoy se ha alejado de sus postulados, constata la fascinación que este campo de análisis ejerce sobre las nuevas hornadas de psicólogos: “A mis alumnos les encanta, lo encuentran terriblemente sexy y muchos me proponen trabajos al respecto”. La supuesta facilidad metodológica que ofrece su análisis y el poder seductor del reclamo como síntesis de la maldad explican, en gran medida, por qué la tríada oscura está tan en boga en las facultades de psicología de medio mundo.La vaguedad conceptual también contribuye a su éxito. Y, al mismo tiempo, agudiza la confusión que la rodea. Varias preguntas flotan en el aire. ¿Hemos de poner el foco en cada parte por separado o en el eje compartido que aglutina a estas tres facetas de la personalidad? ¿Existe realmente, como ente observable, esa intersección de narcisismo, psicopatía y maquiavelismo? ¿Por qué focalizarse en estos tres rasgos y no en otros (de hecho, varios autores hablan de tétrada oscura, con el sadismo como cuarto elemento)?Las respuestas se muestran esquivas. Tras más de dos décadas de existencia, aún no se han pulido los contornos de la tríada oscura, que a Jaime García-Fernández, investigador de la Universidad de Oviedo, se le antoja reduccionista como paradigma. Él y sus colaboradores están trabajando en una “batería psicométrica de nueve rasgos de la personalidad socialmente aversiva con entidad suficiente para ser diseccionados de forma independiente”. No obstante, García-Fernández sí otorga “validez científica” al constructo. Siempre que no perdamos de vista su “brutal solapamiento teórico” y lo abordemos como escala de grises, espantando tentaciones maniqueas. En su uso académico o a pie de calle, a la profesora Lyons le repele nuestra pulsión ancestral por trazar líneas divisorias entre las mentes lúgubres y las, digamos, normales: “Esa idea de que hay gente mala ahí fuera que, por supuesto, no somos nosotros”. Y Miller abomina del propio término oscuro, que juzga “acientífico, sensacionalista y superficial”.Al medir, prosigue Lyons, los rasgos de la tríada (u otros hostiles, según otra etiqueta de uso habitual en psicología de la personalidad), abunda el laissez faire. “Es un auténtico lío”, resume. En las investigaciones circulan incontables cuestionarios y escalas que, con afán clarificador, no han hecho sino echar más leña al fuego del desconcierto. Uno de los más utilizados, que contiene 12 ítems, fue bautizado por sus autores con otra denominación (la docena sucia) que tira de gancho léxico para remitir a los rincones más innobles de la condición humana.Cameron Kay, de la Universidad de Oregón, expuso en una revisión de 2022 las debilidades metodológicas que socavan la robustez de la literatura sobre el tema. “Resulta frecuente que, bajo el nombre narcisismo, por ejemplo, demos por hecho que se está evaluando más o menos lo mismo, cuando en realidad se trata de cosas muy diferentes”, afirma por videoconferencia. En sentido inverso, abundan tests en teoría diseñados para ponderar rasgos diversos (pongamos por caso maquiavelismo y psicopatía) que, al acercar la lupa, se observa que tratan de cuantificar cosas casi idénticas.El término, opinan los cuatro expertos consultados, es además terreno fértil para la estigmatización del prójimo, sobre todo en atmósferas polarizadas y proclives a las etiquetas de quita y pon. García-Fernández dice que “se está empezando a utilizar, también en España, para acallar o desprestigiar a otras personas”. Sin matices ni contexto, con el sambenito presto a ser colgado en cuanto algo en el otro nos chirria. “A la gente le encanta pensar que los rasgos hostiles de personalidad son categóricos, que los tienes o no, cuando la evidencia nos dice que suelen ser de naturaleza cambiante”, añade Kay.Otro frente de controversia se halla en la frontera —tan difusa en salud mental— entre lo patológico y lo, por así decirlo, no estrictamente insano. Los creadores de la tríada oscura especificaron que esta se refería a niveles de narcisismo o psicopatía elevados, pero que no entraban en los dominios del trastorno. Quizá por ello —porque sería un rasgo de personalidad y no una enfermedad— se permitieron la licencia de utilizar el adjetivo oscuro en una época en la que tanto se cuida (al menos en entornos clínicos y académicos) la forma de referirnos a individuos aquejados de patologías mentales. “Ya no llamamos locos a la gente que sufre un trastorno psicótico”, dice Miller, a quien la terminología elegida por Paulhus y Williams le parece “de otra época”, resuma ciertos tipos de personalidad o una afección digna de ser tratada.Como en las parábolas moralizantes o en las películas de buenos y malos, a la tríada oscura le ha salido un reverso lleno de luz y bondad. Ideada en 2018 por Laura Johnson, la tríada luminosa se compone de empatía, compasión y altruismo. Y, como su hermana lóbrega, también padece de indefinición y brumas metodológicas, aunque ello no haya impedido que esté experimentando su propio boom (aunque menor) investigador y mediático. Si hay quien blande, ante los seres tildados de tóxicos, la inagotable positividad de las personas vitamina, quizá a algunos consuele saber que, aunque la tríada oscura ronde nuestras vidas, siempre nos quedará el lado claro de la fuerza.

Narcisismo, psicopatía y maquiavelismo: la tríada oscura, un vago constructo para explicar lo peor de la personalidad | Salud y bienestar
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