“Tengo en el banco 5.000 euros para comprarme un coche y una casa preciosa donde formar una familia”. Es una de las “peticiones al universo” que, según un vídeo viral de TikTok, basta con escribir varias veces para que se cumplan. Las redes sociales están repletas de este tipo de contenidos sobre la llamada manifestación, la idea de que puedes atraer lo que deseas a través de tus pensamientos: desde quienes aseguran poseer una “fórmula secreta” con siglos de antigüedad, hasta quienes recomiendan enviar “ondas energéticas” al universo o sostienen que mantener una imagen mental durante 17 segundos puede generar riqueza. Sin embargo, varios expertos consultados por EL PAÍS coinciden en que la manifestación no es simplemente una especie de proceso mágico. Lo que realmente puede ayudar a conseguir objetivos es la reflexión, la planificación y la fijación de metas, siempre que se combinen con acciones concretas y una evaluación realista de los obstáculos. La manifestación se basa en la idea de que “lo semejante atrae a lo semejante”, según explica Lucas Dixon, experto en psicología social y profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad de Queensland. Esta práctica sostiene que supuestamente la energía o “vibra” que se envía al universo regresa a uno mismo en forma de experiencias reales. En redes sociales, muchos usuarios aseguran que esta práctica sirve para alcanzar metas específicas. Defienden, por ejemplo, que “actuando como si ya fueras rico, diciendo afirmaciones positivas o escribiéndote un cheque de un millón de dólares, se podría atraer riqueza real a tu vida”. Hay quienes usan cuadernos de manifestación y promueven la llamada ley de la atracción (la creencia de que el universo crea y proporciona aquello en lo que se centran los pensamientos). Un vídeo viral en TikTok asegura que, mediante el método 369, se pueden materializar deseos escribiendo tres veces lo que quieres en presente (“el dinero trabaja para mí”), seis veces tu intención más detallada (“gano dinero mientras duermo”) y nueve veces el resultado final (“soy financieramente libre”). Según el vídeo, repetirlo durante 21 días “cambia tu energía” y hace realidad lo escrito. Obviamente no existen estudios que respalden que la manifestación funcione tal como se muestra en estos vídeos, en libros de autoayuda o a través de la llamada “ley de la atracción”, según recalca Dixon. En la misma línea se posiciona la psicóloga Susan Blackmore: “No hay pruebas de que la manifestación, tal y como suele describirse, pueda funcionar de forma psíquica o paranormal”. Blackmore hace referencia al trabajo de Richard Wiseman sobre la suerte. Este psicólogo comparó a personas que se consideraban afortunadas con aquellas que se sentían desafortunadas. Al evaluarlas en pruebas de telepatía y otras supuestas habilidades paranormales, no encontró diferencias significativas. Sin embargo, sí observó que las personas “afortunadas” aprovechaban las oportunidades cuando se presentaban, mientras que las “desafortunadas” no lo hacían. “Esto también aplica a la manifestación. Tus deseos pueden cumplirse si te vuelves más receptivo a los retos y oportunidades que surgen en la vida. Pero no esperes milagros”, afirma Blackmore. Ante quienes prometen un “secreto” para el éxito o indican que “así es como funciona el mundo”, Dixon aconseja ser escéptico. Para él, estas explicaciones suelen ser simplistas y limitadas: “No tienen en cuenta el desorden de la vida ni la multitud de factores que contribuyen a que las personas logren o no logren sus metas”. Le preocupa que, si la gente se aferra demasiado a las creencias de la manifestación, pueda asumir que todos los acontecimientos en la vida de las personas son causados por sus pensamientos. Algo que puede hacer que se sientan “excesivamente responsables, ansiosas u obsesivas”. “Por ejemplo, si alguien tiene cáncer, ¿lo manifestó a través de pensamientos negativos? Hay un lado tóxico en esto”, indica. Trucos para establecer metas Si bien la manifestación no obra milagros, Blackmore destaca que sí puede ayudar a las personas a concentrarse y reflexionar sobre lo que realmente quieren para su futuro. “Hay algo de verdad en la idea de que imaginar resultados positivos puede ser útil, especialmente cuando se trata de cambiar nuestras creencias sobre lo que es posible”, cuenta Laurie Santos, profesora de Psicología en la Universidad Yale, en la ciudad estadounidense de New Haven. Como ejemplo, la experta menciona el efecto Bannister, denominado así por Roger Bannister, la primera persona en correr una milla en menos de cuatro minutos. Antes de lograrlo, muchos consideraban esta hazaña “físicamente imposible”. Sin embargo, tras romper esa barrera en 1954, varias personas lograron lo mismo poco después. Esta hazaña “cambió la mentalidad colectiva, demostrando que la creencia puede desempeñar un papel poderoso en el potencial humano”. No es que simplemente por pensar algo se vaya a cumplir, sino que ayuda a tener claro “si realmente lo queremos y qué tenemos que hacer para conseguirlo”. Así lo explica D. Emilia Redolar, docente de Neurociencia en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC): “El primer beneficio es que permite explorar soluciones alternativas a problemas o metas que enfrentamos”. Además, si los resultados son positivos, “puede aumentar nuestra autoestima y fomentar la motivación”. Dixon destaca la evidencia que respalda la eficacia de establecer metas, especialmente cuando se escriben objetivos “específicos, medibles, alcanzables, relevantes y con un tiempo determinado (SMART, por sus siglas en inglés)”. “Escribir objetivos SMART podría ayudarte a aclarar tus metas cada día y mantenerte enfocado”, explica. Sin embargo, descarta que haya “nada mágicamente efectivo” en escribir un objetivo: “Puede que te haga más propenso a empezar, pero hay mucho más involucrado en lograr metas”. En lugar de la manifestación, Santos aconseja la estrategia WOOP (Wish, Outcome, Obstacle, Plan o Deseo, Resultado, Obstáculo, Plan, en español). Esta técnica consiste en visualizar el resultado deseado, identificar los posibles obstáculos y elaborar un plan concreto para superarlos. “Se ha demostrado que este enfoque mejora significativamente el logro de metas en distintos ámbitos, desde el rendimiento académico hasta la adopción de hábitos más saludables”, explica. Cuando manifestar se vuelve contraproducente A ello se suma que, en ocasiones, la manifestación puede ser contraproducente. Un estudio realizado por la psicóloga Gabriele Oettingen concluyó que las personas que solo imaginaban alcanzar sus metas —como conseguir el trabajo de sus sueños o perder peso— eran menos propensas a actuar y más propensas a rendirse. El motivo, según Santos, es que “simplemente imaginar el éxito puede engañar a nuestro cerebro haciéndole creer que ya hemos avanzado, lo que drena la energía y la urgencia necesarias para hacer el trabajo real”. Otra desventaja de la manifestación es que puede fomentar la pasividad, explica: “Cuando la gente cree que solo sus pensamientos pueden moldear la realidad, puede sentirse menos motivada a tomar acciones reales y esforzarse”. Por ejemplo, “alguien que quiere un nuevo trabajo podría pasar tiempo creando tableros de visión [composiciones de imágenes o palabras que representan las aspiraciones] o repitiendo afirmaciones, pero evitar postularse a empleos o prepararse para entrevistas, esperando que el universo se lo entregue”.

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