Conocí a Verónica rodando Katmandú. Ella era el corazón, el alma de la película. Fue un rodaje muy duro, el más duro que he vivido nunca, y ella lo sorteó como pudo y con mucha valentía. Y totalmente entregada. La experiencia y ella me enseñaron muchas cosas. No solo del trabajo, sino de la vida. Verónica tenía esa capacidad, por su forma de estar, de sentir. Más informaciónEn la calma del montaje, lejos ya de las batallas y las dificultades que vivimos en Nepal, pude disfrutar, a veces totalmente deslumbrada, de su trabajo y de su persona, de su luz, su dulzura, su generosidad. Lo transmitía en cada secuencia. Después nos echamos juntas a la espalda durante una semana la tarea imposible de doblar la película. Y volvió a entregarse para dar lo mejor de sí al personaje. Después no hemos coincidido, pero la he visto crecer a lo largo de los años como actriz, como persona y como directora. Hace poco tuvimos un reencuentro muy bonito, breve pero profundo, en una de las fiestas del cine. Esa fue la última vez que hablé con ella. Verónica Echegui, en una imagen de ‘Katmandú’.No tenía la menor idea de su enfermedad. Y estoy, como todos, en shock. Parte del shock es también porque desde hace unos meses imaginaba que a lo mejor podíamos volver a trabajar juntas. La imaginaba, si ella quería, dando vida al personaje que estaba construyendo en mi cabeza. La imaginaba dándole su rostro, sus ojos, su voz, su humor, su inteligencia y su humanidad. Todavía no soy capaz de asumir que no está.Descansa en paz, Vero. Nos quedamos sin tu presencia, llena de luces, de chispas, de calor, de amor y de carisma.

Icíar Bollaín: Verónica Echegui, nos quedamos sin tu luz, tu chispa, calor y amor | Cine: estrenos y críticas
Shares: