En México, ser cuidador implica un alto costo, pues afecta la salud física, emocional y económica. Lo viven cada día miles de mujeres que sacrifican su empleo, su tiempo y su bienestar para atender a un padre con demencia, a una madre enferma o a un hijo con discapacidad. Ello en un país donde 58.6 millones de personas son susceptibles de recibir cuidados, según la Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (Enasic).
Tal es el caso de Lilia Chávez, de 64 años de edad, quien compartió a El Heraldo de México que, desde muy joven tomó la responsabilidad de cuidar de sus padres enfermos.
“Mi papá tenía hipertensión, era un paciente con polifarmacia, además presentaba convulsiones; mi mamá sufría úlceras varicosas hasta que le amputaron una pierna. Aunque éramos siete hermanos, los cuidados recaían en mí y con dos hijos, era complicado. Llegar de trabajar y empezaba otro turno, sin paga alguna” explicó Chávez.
Historias como la de Lilia son comunes, pues cifras de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami), refiere que las mujeres asumen la mayor carga del cuidado, con 76.4 por ciento de las personas cuidadoras entre 15 y 60 años.
Al respecto, Josefina Franzoni, doctora en Sociología por el Colegio de México, aseguró que:
“El trabajo de cuidados no remunerado, que realizan mujeres al atender a niñas, niños, personas mayores, enfermas o con discapacidad, tiene un enorme valor económico, aunque no se pague ni se reconozca”.
De acuerdo con estimaciones oficiales, este tipo de labores aporta 26.3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), una cifra superior a la generada por sectores como la manufactura con 20.2 por ciento o el comercio 18.6 por ciento.
El problema se agrava porque nueve de cada 10 mujeres dejan su empleo para cuidar a un familiar, según datos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
María Eugenia Prieto, coordinadora de Comunicación y Políticas Públicas en Salud de Unidos Pro-Trasplante de Médula Ósea, advierte que esta situación representa un riesgo serio para el desarrollo económico y profesional femenino.
“Cuando la mujer cuidadora deja de percibir ingresos, la familia se queda sin un sustento económico. En nuestro estudio Hallazgos sobre personas cuidadoras en México con perspectiva de género, observamos que hay familias donde 30 por ciento del ingreso se destina a cubrir los gastos de la enfermedad, aun con atención en hospitales públicos, pues gastan en transporte, alimentos, medicamentos, todo eso lo pagan de su bolsillo”.
El costo de cuidar no se mide sólo en pesos, sino en oportunidades perdidas, puesto que la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, refiere que casi cuatro millones de personas que no trabajan por razones de cuidado desearían hacerlo.
Aunado a esto, Miriam Benavides, geriatra certificada por el Consejo Mexicano de Geriatría y directora de Mediger, comparte que la salud física y mental de los cuidadores también está en riesgo latente.
“El colapso del cuidador es un fenómeno cada vez más frecuente. Cuidar es una labor demandante, para la que nadie se prepara. Los cuidadores no tienen formación ni apoyo, y entre más dependiente sea el adulto mayor, más complejo se vuelve el cuidado. Muchas veces el cuidador se siente culpable si pide ayuda o se toma un respiro, pero esa culpa es precisamente lo que los lleva al agotamiento”, enfatizó Benavides.
Además, “las mujeres cuidadoras son más propensas a sufrir ansiedad, depresión y trastornos del sueño. Muchas de ellas se enferman porque no comen o no descansan; siempre priorizan al paciente antes que a sí mismas”, advierte María Eugenia Prieto.
Por ello, las especialistas señalan que el cuidado digno y de calidad es un derecho, no sólo para quienes lo reciben, sino también para quienes lo brindan, advierten que, aunque el Sistema Nacional de Cuidados implementado en México, coordinado por la Secretaría de Bienestar con la participación del DIF, Hacienda, Salud, Educación y Trabajo, busca generar políticas para proteger a las personas cuidadoras, los avances siguen siendo limitados.
Ante este panorama, la socióloga Josefina Franzoni afirma que México enfrenta un futuro demográfico desafiante, con una población que envejece rápidamente. Es por eso que el futuro del cuidado debe construirse desde ahora, bajo un modelo de corresponsabilidad entre el Estado, las familias, las organizaciones sociales y el sector privado, concluyó.
MAAZ
