
La Real Maestranza de Sevilla es una corporación fundada en 1670 por el rey Carlos II y ratificada en 1730 por el primer monarca borbón, Felipe V, quien le concedió el privilegio de celebrar festejos taurinos para financiar sus actividades. Nació para el arte ecuestre y la preparación para la guerra, pero el paso de los tiempos ha reconvertido ese objetivo en una meritoria labor benéfica, social y cultural. Como consecuencia de esa licencia real, la Real Maestranza es la propietaria de la plaza de toros de Sevilla.La empresa Pagés es una entidad nacida a finales de 1932, de la mano del empresario catalán Eduardo Pagés, quien en esa fecha firmó un acuerdo con los maestrantes para gestionar la plaza. Falleció en 1945 y, tras algunas vicisitudes judiciales, su hija, Carmen Pagés, recuperó para sí la gerencia y la cedió a su marido, Diodoro Canorea, que ejerció como empresario del coso sevillano hasta su muerte, en enero de 2000.Más informaciónLe sucedieron su hijo, Eduardo Canorea, y su yerno, Ramón Valencia. El primero se desvinculó de la empresa en 2015, y el segundo permanece hasta hoy como gerente de la empresa creada por el abuelo de su esposa hace ya la friolera de 93 años.Ese es el tiempo que llevan viviendo bajo el mismo techo la Real Maestranza y la empresa Pagés, una pareja de hecho que ha solventado con perspicacia los problemas derivados del desgaste de la convivencia, que los ha habido a lo largo de su historia, y ha mantenido una relación estable, cómoda y beneficiosa para ambas.La Real Maestranza no es un casero barato. El canon que paga Pagés por la gestión de la plaza es, sin duda, el más caro del negocio taurinoHa sido hasta ahora una recíproca y modélica prestación de servicios, en la que Pagés ha gozado del enorme prestigio de gestionar con éxito una de las plazas realmente emblemáticas del toreo, y la Real Maestranza ha contado con unos ingresos que le han permitido y permiten actuar como una comprometida ONG, respetada y admirada.Pero en los 93 años de relación ha habido un detalle que ha amenazado en distintas etapas con romper la buena sintonía entre las partes: el dinero, el maldito parné.La Real Maestranza no es un casero barato. No. El canon que debe pagar Pagés por el alquiler de la plaza es, sin duda, el más caro del negocio taurino. Los maestrantes reciben desde 2002, fecha en la que se firmó la última actualización del contrato, el 21,88% de los ingresos brutos por los festejos taurinos y el 50 por ciento de los beneficios de otros espectáculos.Como la ausencia total de transparencia es característica esencial de ambas partes, es imposible conocer la cantidad total del canon, pero no parece descabellado apuntar que podría alcanzar los cinco millones de euros anuales. Si se compara esta cifra con los 975.000 euros a los que asciende el canon que cada año abona la empresa Plaza 1 a la Comunidad de Madrid por el alquiler de Las Ventas se constata la exigencia maestrante. Y se puede comprender, asimismo, que el precio de los abonos y entradas de Sevilla sea muy superior al de Madrid. Claro que mientras la Real Maestranza dedica ese dinero a una ingente labor social y cultural, el Gobierno madrileño se lo embolsa para actuaciones políticas.Ramón Valencia, empresario de La Maestranza, a la izquierda, y su hijo, del mismo nombre, en la presentación del abono de 2025.Arjona (Imagen cedida por Pagés).¡Ay, el dinero…! El dinero ha roto esta veterana pareja de hecho sevillana. Antes de la pandemia, Ramón Valencia presentó dos demandas en los tribunales en los que solicitaba a la Real Maestranza la devolución de 6 millones de euros por el IVA pagado desde 2002 y una compensación por las visitas turísticas al museo y al recinto de la plaza.Ambos pleitos los ha perdido la empresa Pagés, y han dejado un muy amargo sabor de boca en la entidad maestrante.El asunto se complica porque el 31 de diciembre de este 2025 expira el contrato en vigor, y la propiedad debe decidir si continúa la relación con Pagés y le mantiene —o aprieta aún más— las condiciones contractuales o, por el contrario, prefiere otro inquilino.No es fácil la solución.Ramón Valencia ha molestado seriamente a la Real Maestranza con sus pleitos, pero le avala una trayectoria familiar y personal intachable para la propiedad (harina de otro costal es el trato menos impecable que ha mantenido y mantiene la empresa Pagés con sus clientes). Es más, la autoridad taurina de la que pueda presumir el empresario sevillano se debe exclusivamente a que ocupa el despacho gerencial de la plaza. Es decir, fuera de La Maestranza, Valencia solo es el apoderado de un joven Javier Zulueta.¿Y los maestrantes? Son conservadores, muy conservadores, y optarán siempre por la seguridad que le ofrece su pareja de hecho antes que por un nuevo acompañante con sueños sobre la mesa.Otro problema es que no hay candidatos de peso que puedan competir con Ramón Valencia; hoy por hoy, no se vislumbra en el horizonte otro empresario con capacidad técnica y económica que ofrezca confianza a los propietarios.Ramón Valencia ha molestado seriamente a la Real Maestranza con sus pleitos, pero le avala una trayectoria familiar intachable para los dueños de la plaza¿Entonces?Dos cosas son ciertas. La primera es que la Real Maestranza ha elaborado un nuevo contrato de arrendamiento de la plaza, cuyo contenido económico y temporal se desconoce; y la segunda es que mañana, sábado, día 22, se reúne la Junta General de damas y caballeros maestrantes, como hacen cada año por estas fechas.Sobre lo primero, no es descabellado aventurar que el nuevo contrato será más leonino que el anterior a fin de que el dinero haga olvidar los desaires judiciales. Las penas con pan, son menos, ya se sabe. Y no está nada claro que sea la junta anual la que tenga capacidad decisoria; en todo caso, ratificará una medida adoptada con anterioridad.¿Y qué hará en ese caso la empresa Pagés? Pues que si no le ponen una cuerda al cuello, aceptará a regañadientes, pero aceptará. ¿Por qué? Porque Ramón Valencia, sin la Maestranza, no es nadie en el mundo del toro. ¿Y si le suben aún más el canon, como es previsible? Pues se sube el precio de las entradas y de las bebidas, y asunto resuelto.¿Y si la Real Maestranza hubiera decidido abandonar a Ramón Valencia y firmar el nuevo contrato con otra empresa?Todo puede ser, pero no parece probable.Sea como fuere, los días pasan, y tanto Ramón Valencia como un nuevo inquilino de la plaza necesitan tiempo para organizar la muy importante cartelería del abono sevillano. La vigencia del actual contrato finaliza el 31 de diciembre, por lo que es fácil colegir que la decisión final está al caer.Es verdad, no obstante, que la pareja entre la muy noble, monárquica y solidaria Real Maestranza de Caballería de Sevilla y la empresa Pagés, de respetable trayectoria, forjada a lo largo de 93 años de trabajo conjunto, está rota, pero no es menos cierto que ambas están condenadas a vivir bajo el mismo techo. Así será si una inesperada sorpresa de última hora no lo lanza todo por los aires.
El toro, por los cuernos: La Real Maestranza de Sevilla y la empresa Pagés, una pareja rota y condenada a vivir bajo el mismo techo | El toro, por los cuernos | Cultura
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