Carmen Martín aún tiene grabado el día que su hija le dijo que necesitaba hablar con ella porque se planteaba ser madre. “Quería saber si podía contar conmigo, me quedé desconcertada. Le dije que era asunto suyo y lo entendió”, cuenta la mujer de 81 años, residente en Madrid. Se llegó a sentir culpable, pero sabía que no le tocaba esa responsabilidad. “Mi miedo era que lo que empezaba como un acto de amor, se convirtiese en una jornada laboral. Siempre tuve claro que no me quería volcar a esos niveles”, confiesa. Si lo hacía con el primer nieto, que ya supera la veintena, pensaba que debía hacerlo con los que vinieran después. Tiene cuatro, el más pequeño adolescente. “Hay que aprender a empoderarse y a poner límites, también en la familia. Si los abuelos cuidan a los niños y los padres tienen una economía estable, deberían cobrar un sueldo”, defiende.En España, el 85% se hace cargo de los nietos en algún momento, según un informe de la ONG Aldeas Infantiles SOS publicado en julio. Casi la mitad, de forma habitual y el 28,6%, a diario mientras los padres de los menores trabajan. En verano con más frecuencia. Dedican una media de 16 horas semanales a esta tarea y la mayoría tiene que desplazarse, ya que solo un 9,8% convive con ellos. Así lo revela el estudio Abuelos y Abuelas, ¿qué haríamos sin ellos? Algunos análisis han llegado a sugerir que existe una correlación entre este apoyo y el aumento de la natalidad. Según el sociólogo Aart Liefbroer, investigador del Instituto Nacional de Demografía de Países Bajos, cuando los abuelos participan en la crianza del primer hijo, crecen las probabilidades de que los padres tengan un segundo. Al igual que Martín, Isabel Motos, murciana de 73 años, tampoco forma parte de estas estadísticas. Tiene once nietos, la más pequeña aún no ha cumplido los cinco años y el mayor es adolescente. Asegura quererlos “con locura” y verlos todas las semanas, pero en un contexto de ocio y disfrute, no de responsabilidad. “Para educar están los padres. Yo no quiero ser la canguro, siempre lo tuve claro. Disfruto de la libertad de vivir sola”, comenta. Isabel Motos el 7 de agosto en Murcia.ALFONSO DURANLa vicepresidenta de Gerontología de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, María Luisa Delgado, explica que un sector importante de las personas adultas mayores quiere tomar las riendas de su vida y explorar nuevas formas de envejecer de forma activa y saludable. “Desean compaginar su desarrollo personal con la atención a sus hijos y nietos, pero no vivir por y para ellos de forma única y exclusiva”, resume.Motos insiste en que si surge una emergencia o una necesidad puntual, es la primera en estar dispuesta a ayudar. Se licenció en Historia en la Universidad de Murcia en 2002, al mismo tiempo que su hija pequeña. Tras una vida dedicada al cuidado, decidió que era el momento de evolucionar. Ahora, disfruta de la jubilación. “A mi edad lo que más valoro son las amigas, es importante esta red de apoyo”, opina. Acude a gimnasia, participa en un coro y en septiembre empezará a dar clases a personas inmigrantes de forma voluntaria gracias a un programa de Fundación la Caixa. “No paro”, resume. Martín también lleva una vida muy activa. Cuando recibió la propuesta de tener responsabilidad en la crianza de su primer nieto por las mañanas, todavía trabajaba en turno de tarde. Fue presidenta de una cooperativa, tras sacarse el graduado escolar por su cuenta en una parroquia con voluntarios universitarios. Por ello, el niño terminó yendo a la guardería: “Mi hija se dio cuenta de que no era para tanto, cosas de madre primeriza”, comenta. Desde que se jubiló también se negó a asumir el cuidado diario del resto de sus nietos. “Ser abuela es una sensación especial que merece la pena vivir, disfruto muchísimo, pero cuando comparto mi tiempo con ellos es por placer, no por obligación. Si vienen, los recibo con amor y si no vienen, tampoco sufro”, cuenta. Invierte gran parte de su tiempo en el grupo Las Lideresas de Villaverde, integrado por mujeres de su barrio que superan los 65 años. “Llegué a pensar que era mala abuela, aunque veo que mis nietos me quieren un montón y hablamos de todo, hasta de sexualidad”, apunta. Le da pena ver a algunas de sus vecinas salir apuradas de las quedadas que organizan para recoger a los niños de sus actividades. “Me cago en la leche, que una tenga que renunciar a su vida me parece increíble. Ellas están todo el día colegio va, colegio viene y cuando los hijos se van de vacaciones, no las invitan a ir con ellos”, reprocha. Carmen Martín en su vivienda de El Espinar (Segovia), el 7 de agosto.Inés ArconesAunque el 46,8% de los abuelos cuidadores afirma que la decisión de ocuparse de los nietos es tomada de forma conjunta con sus hijos, un 30,8% reconoce que son habitualmente sus descendientes los que deciden cuándo y cómo. Solo en un 12,6% de los casos las personas mayores toman la iniciativa, según el informe de Aldeas Infantiles SOS.María Dolores Ortiz, psicóloga clínica en el Hospital Universitario Infanta Elena de Valdemoro (Madrid), advierte de que muchas veces los abuelos “ejercen de padres sustitutos a una edad a la que no les corresponde asumir unas responsabilidades continuas”, que pueden derivar en sobrecarga física y mental, ansiedad, trastornos del sueño, descompensación de los niveles de azúcar, tristeza, aislamiento social y falta de autocuidado, un cóctel que, en ocasiones, conduce a otras patologías. Son síntomas invisibles para los propios cuidadores, llegan a consulta por otras causas y descubren que están desbordados por la crianza. Al principio, se sienten culpables. La especialista recuerda que ya existe el síndrome del abuelo esclavo. “Muchos no solo cuidan, encima limpian la casa mientras los niños duermen y preparan tápers para cuando los padres llegan del trabajo. Las mujeres son las principales afectadas. El cuidado en España tiene nombre femenino y muchas veces, singular. La socialización de género influye mucho, ellos no tienen tanta presión”, explica.Motos se alegra de llevar el estilo de vida que la hace feliz. “A mí no me gustaría tener que preocuparme todos los días de que los nietos coman, duerman o hagan los deberes. Yo no quiero esa carga mental”, reconoce. Su vecina Ángeles Benet, de 72 años, le da la razón. Ejercía de profesora de educación especial en un instituto, pero se jubiló y enviudó casi al mismo tiempo. “Al principio, lo veía todo negro y me encontraba sola. Al tiempo, empecé a encontrar aficiones. Me apunté a yoga, entré en un club de lectura y me metí como voluntaria a un programa de reinserción social de Fundación la Caixa que enseña informática a presos”, comenta. Tiene tres nietas, una ya mayor de edad, otra adolescente y una niña que todavía no ha cumplido el año. “Es un regalo, soy una abuela cariñosa, atenta y consentidora, pero solo es una faceta de mi vida. Estoy volcada en lo que a mí me apetece hacer sin dependencia horaria ni económica”, asegura. Con sus hijos recurrió a la guardería para poder conciliar. “Ahora no quiero ser la niñera, aunque tampoco nadie me lo ha pedido”, expresa. Cree que hay una brecha generacional entre su madre y ella muy grande. “Las mujeres de su edad cuidaron a los padres, a los maridos, a los hijos y a los nietos. Vivieron para ello, pero nosotras ya pudimos estudiar y trabajar fuera de casa, vimos más mundo”, cuenta. Su próximo plan es organizar los viajes que hará en septiembre y octubre con sus amigas. En mayo se embarcó en un crucero por Noruega y en otoño visitó Egipto.Ángeles Benet el 7 de agosto en Murcia.ALFONSO DURANCarmen Díez, antropóloga residente en Donosti ya jubilada, la entiende porque ella tampoco se encarga de los cuidados de sus cuatro nietos: “A mí me gusta mucho mi nido vacío. Les regalo a los niños una escapada en Navidad conmigo y nos lo pasamos fenomenal cinco días, pero cuando vuelvo a mi casa pienso: ‘qué paz”. La mujer de 77 años reconoce que vive una situación privilegiada porque considera que en el cuidado hay un factor a tener en cuenta muy importante, el económico.En caso de necesidad, los abuelos están“Si yo viese que a los míos no les llega el dinero a final de mes, pues quizá me ofrecería a asumir esta tarea. En España las jornadas laborales son exigentes, los salarios bajos y la conciliación familiar avanza lentamente”, reflexiona. Ve a sus nietos a menudo, suelen visitarla los viernes, algo con lo que disfruta. “Encargo unas pizzas y les advierto de los riesgos de TikTok, pero siempre en un ambiente distendido”, explica. Defiende que la esencia de ser abuela es disfrutar, no asumir la crianza. En esta idea también insiste Antonio Puig al considerar que “hay vida más allá de los nietos”. Tiene cinco, la más pequeña todavía no asiste al colegio. Le encanta pasar tiempo con ellos y cocinarles bizcochos. Comparten algunos días de verano juntos, pero en invierno cada uno tiene su rutina. “A mí me gusta mucho ir a balnearios con mi mujer. Nunca ha entrado en nuestros planes ser cuidadores. No podemos sustituir a los padres”, expresa este profesor jubilado de 72 años, desde Pont de Suert (Lérida). Considera que la guardería es positiva para la socialización de los más pequeños porque “adquieren hábitos y disciplina“.La psicóloga aclara que si las relaciones entre abuelos y nietos son equilibradas y se establecen límites, estas conllevan grandes beneficios. Los niños fortalecen su desarrollo cognitivo y refuerzan el sentimiento de seguridad, la complicidad y la estabilidad emocional. Las personas mayores reafirman su sensación de utilidad y mejoran su autoestima.Por el momento, Motos desea cumplir todas sus metas pendientes. “Quiero hacer un millón de cosas que no pude en su día porque tenía otras obligaciones. Ahora me toca disfrutar de la jubilación, estar relajada y cuidarme mucho”, comenta. Martín también prioriza vivir a su manera y tomar sus propias decisiones: “Hay cosas que no consiento. Necesito vivir intensamente desde que me levanto. Me he querido siempre, pero ahora me quiero más todavía”.

Abuelos que ponen límites al cuidado de sus nietos: “No quiero ser la canguro” | Sociedad
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