Dos matrimonios de más de 60 años comentan en un sofá de una sala del Guggenheim Bilbao las imágenes que se proyectan en las paredes de 16 metros de altura. “Mira un delfín”. “Las olas rompiendo en la orilla”. “También hay peces”. “Y eso es un dinosaurio porque en la tele dijeron que esto va del origen de la Tierra”. Unos minutos después se levantan: “Uf, qué mareo, ya no sabes si se mueve el suelo, la gente, la pantalla”. Estas parejas recuerdan a esos veranos de la infancia, cuando tumbados en la hierba los niños juegan a identificar formas a partir de las nubes. Todas las respuestas pueden ser correctas porque es complicado corregir a la imaginación. Aquí, lo que ven los visitantes es el resultado de la inteligencia artificial (IA), soñando en tiempo real después de que el artista Refik Anadol y su equipo la hayan alimentado con más de 35 millones de imágenes.Más informaciónArquitectura viva: Gehry (hasta el 19 de octubre) es la primera exposición de la iniciativa In situ, con la que el museo quiere mostrar, según explica la comisaria, Lekha Hileman Waitoller, prácticas que trascienden lo que la mayoría del público identifica con el arte contemporáneo. Anadol, pionero en el arte generado con IA, ha traspasado estos límites transformando los muros de una sala en grandes pantallas sobre las que 48 monitores, colgados sobre una estructura específica anclada al techo que, por primera vez en la historia de este espacio, se ha pintado de negro para absorber la luz, proyectan cómo será el futuro de la arquitectura a través del legado de Frank Gehry, el creador del edificio Guggenheim.Otra vista de la instalación ‘Arquitectura viva: Gehry’, en el Museo Guggenheim Bilbao, el pasado 6 de marzo.REFIK ANADOL STUDIOPara hacerse una idea de la pieza artística de Anadol hay que pasar por lo menos 16 minutos en la sala. En este tiempo, los ojos más ávidos y las mentes que hayan estudiado el tema un poco antes se darán cuenta de que la IA mediada por la mano humana les está contando un relato en seis capítulos sobre cómo pueden llegar a ser las formas arquitectónicas en un tiempo no tan lejano. Aparecen las imágenes recolectadas, planos urbanísticos, las estructuras del Guggenheim, modelos arquitectónicos reales y los que inventan la IA.“Contacté a Frank Gehry, mi héroe, porque sabía que el museo era una de sus obras maestras. A través de su fundación obtuvimos el permiso para usar una parte de su archivo [no está todo digitalizado]que combinamos con otras imágenes”, explicaba el artista turco-estadounidense unos días antes de la inauguración, que fue el 7 de marzo. La banda sonora la ha compuesto también con IA el músico Kerim Karaoglu a partir de pruebas de sonido sobre el titanio del edificio y la acústica de algunas salas. Es decir, Gehry no solo está en las imágenes, sino que aquí su trabajo también suena.Más información“Con este material entrenamos un modelo de IA con datos éticos y energía sostenible para que pudiera soñar con esos nuevos mundos. Por eso, este proceso está en constante cambio. Hemos inventado una nueva forma de arte”, asegura de manera categórica Anadol. Con estas afirmaciones, además, trata de solventar todo el debate —muy crítico— que hay en torno al uso de la IA en todas las disciplinas artísticas. En más de una ocasión, el creador repetirá que tiene todos los permisos para el uso de las imágenes del propio arquitecto del museo y de los archivos de imágenes que, explica, son de libre acceso. En la misma idea incidirá la comisaria.La instalación ‘Arquitectura viva: Gehry’, en el Guggenheim Bilbao. REFIK ANADOL STUDIOEn la entrada a la sala hay un cartel en el que se detalla que esta instalación se realiza en colaboración con Euskaltel, 1OF1 (empresa dedicada al coleccionismo digital) y Google Cloud, una de las nubes para almacenar datos que pueden considerarse más sostenibles, ya que usa energías renovables. En España se recurre a los 149 megavatios de electricidad de origen solar procedente de un parque fotovoltaico situado en Toro (Zamora). Aunque la muestra de Anadol está conectada a una nube en Holanda. Además, ha traído hasta Bilbao parte de las máquinas, los ordenadores ocultos en un armario en la misma sala de exposiciones. “Esta muestra consume lo mismo que cargar cuatro veces el móvil”, afirma la comisaria.Anadol (Estambul, 40 años) lleva obsesionado con los ordenadores y la ciencia ficción desde los ocho años. Estudió Arte y Diseño Multimedia en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA): “Ya entonces conecté profundamente con la idea de pintar o esculpir con datos. Me interesaba incorporar estas técnicas al diseño arquitectónico y convertir a los edificios en lienzos vivos”. En 2016 empezó a trabajar con la IA como “primer artista residente en Google”, en sus palabras. Y desde entonces ha trabajado con más de 400.000 millones de imágenes, con más de 100 años de grabaciones, y con millones de artículos y libros. El artista lo califica como una manera de “explorar la memoria colectiva de la humanidad”.En este camino, se ha vinculado a otras grandes empresas tecnológicas, ha sido el primero en crear una pieza con IA (Unsupervised, 2023) que se ha incorporado al catálogo del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), ha participado en la Bienal de Venecia, el Centro Pompidou-Metz (Francia) y en la Casa Batlló (Barcelona). Para finales de 2025, inaugurará en Los Ángeles su propio museo, que se llamará Dataland.Vista de la instalación ‘Arquitectura viva: Gehry’, realizada por el artista Refik Anadol, en el Museo Guggenheim Bilbao, el 6 de marzo. REFIK ANADOL STUDIOPionero o explotadorQuienes aprecian su trabajo le añaden a su nombre apellidos como pionero, pero también arrastra unos cuantos detractores que consideran que está al servicio de los gigantes tecnológicos y que además hace un uso indebido de las imágenes al vulnerar, aseguran sus críticos, los derechos de autor. Los últimos han sido los más de 6.000 artistas que enviaron una carta a Christie’s para exigir la cancelación de Inteligencia aumentada, una gran puja de obras de arte generadas por IA en la que Anadol era el protagonista. “Explotan a los artistas humanos, usan su trabajo sin permiso ni pago para construir productos que luego compiten con esos artistas”, se leía en el documento.Anadol no rehúye el debate. Tras más de media hora de conversación, se hace evidente que lo ha convertido en el mejor recurso para tratar de hacer pedagogía sobre su trabajo y lo que considera los avances, ventajas o beneficios de trabajar con la IA. “Las posibilidades vienen con responsabilidades”, versiona la frase que se ha usado desde hace siglos en la política y en las últimas décadas se ha escuchado en boca de los superhéroes: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. El artista asegura que siempre trabaja al 50% con la tecnología, es decir, se reparten la creación a medias y cuando percibe que la máquina puede avanzar más que su mano y la de su equipo, para y pone límites.Vista de la instalación ‘Arquitectura viva: Gehry’, realizada con inteligencia artificial por el artista Refik Anadol, en el Museo Guggenheim Bilbao, el 6 de marzo. REFIK ANADOL STUDIO“Mi método de trabajo siempre ha sido recolectar mis propios datos y entrenar a mis propios modelos. Cada artista que usa esta tecnología debería hacerse responsable de la misma manera. Esa es la única forma de hacer cosas rompedoras y éticas. Colaboramos con museos que tienen bases de datos abiertas y que comparten su información de forma libre”, continúa. “Fui invitado por el presidente Macron [Emmanuel] a una cumbre de IA, estuve en el Foro Económico Mundial, en las Naciones Unidas. La IA ya no es solo una conversación ni una idea, está sucediendo y exposiciones como esta de Bilbao son un testimonio de un buen uso de esta tecnología”.La inteligencia artificial le permite generar las capas básicas de color, forma y movimiento y con su equipo la va dirigiendo en busca de la arquitectura del futuro que es su obsesión. Augura que en unos años este momento de la historia será comparado con el Renacimiento por las posibilidades creativas que otorgó a los creadores la IA. Por el momento, ha conseguido que quien entre en el Guggenheim observe cómo sueñan las máquinas en tiempo real. La experiencia de cada visitante es única porque los ordenadores no vuelven a imaginar lo mismo. Las imágenes aparecen con un número por si alguien tiene dudas de que está viviendo un momento único e irrepetible.El artista turco Refik Anadol ante su obra en el Museo Guggenheim Bilbao.
LUIS TEJIDO (EFE)

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