El sinuoso camino por el que Carlos Ramón González logró que la dictadura de Daniel Ortega en Nicaragua lo declarara perseguido político y le diera un asilo internacional sigue dejando muchas preguntas pendientes, más allá de la aparente complicidad de funcionarios del gobierno de Gustavo Petro para facilitar su evasión de la justicia.González fue hasta el año pasado el hombre fuerte de la Casa de Nariño. Amigo de Petro desde los tiempos de la guerrilla del M-19, en los últimos 30 años se consolidó también como un poder político en la sombra que decidía sobre avales y financiaciones de campañas, primero en la AD-M19 y luego en el partido de los Verdes. Todo esto mientras sus provechosos negocios con diferentes administraciones en todo el país, especialmente en el ramo de los comedores comunitarios, lo convertían en un acaudalado y exitoso empresario. LEA TAMBIÉN El escándalo que rodea hoy al Gobierno por cuenta del robo a la UNGRD y por la fuga de dos manos derechas del presidente Petro –además de González, su amigo César Manrique está huyendo por el mismo saqueo– ha desviado el foco de otro frente que debe ser investigado, dadas las dudosas calidades morales de González y la trascendencia de los temas que manejó en esta administración.En uno de los momentos más críticos para la seguridad y el orden público en décadas, son muchas las voces que cuestionan el papel de la poderosa Dirección Nacional de Inteligencia, que fue el último escampadero oficial de González antes de salir, por la puerta de atrás, hacia la hospitalidad del impresentable régimen de Managua. Los cada vez más frecuentes y duros golpes del crimen organizado evidencian las debilidades en esa actividad, clave para la seguridad nacional. Y es claro que no se trata solo de la DNI, sino también de las inteligencias de la Policía y las Fuerzas Militares, que hace apenas una década larga eran consideradas entre las mejores del mundo. LEA TAMBIÉN Si las capacidades de la DNI no estaban plenamente concentradas en detectar y prevenir las amenazas, ¿no hay que revisar todas y cada una de las actuaciones y las órdenes dadas por un hombre que ya en los 90 había sido procesado por un escándalo de corrupción y que, tras ocupar dos de los más altos cargos en el llamado ‘gobierno del cambio’, sin el menor reato se movió para sacarle el cuerpo al llamado de la justicia y para empezar a blindar su fortuna?El presidente Petro, que alguna vez pidió perdón por haber puesto al corrupto Olmedo López –otro antiguo amigo– al frente del Gestión del Riesgo, no ha dado esta vez ninguna excusa por haber puesto a González primero en Palacio y luego en la DNI, aunque sí ha intentado presentar a su gobierno como ajeno a la protección que ahora le da Ortega a su ex mano derecha. Esa protección injustificable entraña otro riesgo: el de una antigua cabeza de un organismo de inteligencia directamente dependiente de Presidencia que se echa en brazos de una dictadura con la que seguimos teniendo un diferendo limítrofe y que se lucra del narcotráfico y del tráfico de migrantes. ¿Habrá o no motivos adicionales para preocuparse? LEA TAMBIÉN JHON TORRESEditor de EL TIEMPOEn X: @JhonTorresET

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