El crimen organizado ha desempolvado una vieja, perversa y desesperada práctica mediante la cual Pablo Escobar intentó impedir la caída de su imperio cocainero: ponerle precio a la vida de los policías de la patria.Para bien de Colombia, la historia nos demuestra que la inefable cuota de sacrificio de la Policía Nacional le permitió al país superar esa oscura noche y derrumbar el poder criminal del cartel de Medellín y su intención de destruir nuestra democracia y los valores más preciados de nuestra sociedad.Fue una batalla que libramos en compañía de la gente buena de Colombia, que es la inmensa mayoría; la misma batalla que tenemos que librar hoy contra las organizaciones que intentan impedir la caída de sus imperios criminales, segando la vida de valientes policías que a diario se levantan a acompañar la cotidianidad de todos los colombianos.El director de la Policía, general Carlos Fernando Triana (c), al lado del ministro de Defensa. Foto:CortesíaSolo una mente criminal, que desprecia la vida y no tiene temor de Dios, es capaz de atentar contra un policía en medio de una procesión de sábado santo, como ocurrió en Lourdes (Norte de Santander) con nuestro patrullero Andrés Padilla.Siempre atacan por la espalda, a traición, porque solo son asesinos a sueldo, como también lo son los autores intelectuales de estos crímenes, cabecillas del mal que se lucran del narcotráfico, el homicidio, la extorsión, el secuestro, la trata de personas, el contrabando y demás manifestaciones del delito.Son criminales que instrumentalizan a nuestros niños, niñas y adolescentes para obligarlos a delinquir; los mismos que le ponen precio a la inocencia de nuestras niñas; los mismos que destierran de sus parcelas a campesinos para convertirlos en desplazados.Pero, como los policías de Colombia, bajo el liderazgo del señor ministro de Defensa Nacional, en coordinación con nuestras Fuerzas Militares, la Fiscalía y las autoridades político-administrativas, y con el apoyo de la ciudadanía, los estamos sacando de sus madrigueras e incautándoles sus rentas criminales. Entonces recurrieron a la siniestra fórmula ‘’Escobar para intentar frenar nuestra ofensiva contra el multicrimen.Los resultados en lo que va corrido de 2025 son contundentes: 71.640 capturas, incluidos 165 narcos invisibles y 43 cabecillas, más 41 abatidos, 263 toneladas de estupefacientes incautadas, 763 bienes ocupados, 106 extraditados, 1.751 narcolaboratorios destruidos…Colombia debe saber que cuenta con una de las mejores policías del mundo, siempre a la ofensiva. Son 183.000 hombres y mujeres de extrema valentía que contribuyen a preservar nuestras libertades. Siento un profundo orgullo patrio cuando veo que nuestros policías hacen hasta lo imposible por preservar una vida o socorrer a los más humildes. Allá, donde hay una tragedia, siempre hay un policía ayudando a salvar vidas. Allá, donde los violentos intentan quebrantar la ley, siempre llega un informado, incluso dispuesto a ofrendar su vida para preservar la de sus semejantes.Pero debo confesar que la muerte de un policía me genera un profundo dolor, no solo porque fallece un valioso ser humano y un guardián de la convivencia, sino porque una familia queda revestida de luto eterno. Cuando muere un policía, muere parte de la institucionalidad que tanto nos ha costado construir.Militares asesinados. Foto:Ejército Nacional.Por eso, en memoria de cada uno de ellos y su sacrificio, debemos unirnos como nación para respaldar la labor de nuestros policías y denunciar, acorralar y capturar a los asesinos. Los criminales están notificados: no habrá guarida a donde no les lleguemos.A los colombianos, gracias por sus sentidas manifestaciones de respaldo hacia su Policía Nacional, integrada por sus mejores hijos. ¡Juntos somos más fuertes! De ahí que es hora de sentir y decir: “Yo también soy policía”.GENERAL CARLOS FERNANDO TRIANADirector de la Policía NacionalEspecial para EL TIEMPO

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