De los muchos rituales excéntricos y centenarios que han mantenido o mantienen las distintas facultades y colegios de la Universidad de Oxford, pocos superan el de beber vino en un copa hecha con el cráneo de una esclava. Durante décadas, los profesores y catedráticos del Worcester College utilizaron para sus cenas más formales ese recipiente, exquisitamente aserrado, pulido, decorado en el borde con un ribete de plata y con tallo y base para darle forma de copa. Cuando comenzó a filtrar el vino, por el deterioro de su continuo uso, utilizaron el macabro recipiente para poner bombones.Más informaciónLo cuenta el profesor Dan Hicks en su libro Every Monument Will Fall (Todos los monumentos caerán), una detallada denuncia de todos los beneficios y privilegios no reconocidos, derivados del expolio colonial del Imperio Británico, de los que ha disfrutado durante siglos la ciudad universitaria más famosa del mundo. El diario The Guardian ha sido el primero en señalar el hallazgo. Hicks enseña Arqueología en Worcester College y es el comisario del Museo Pitt Rivers, del centro. Fue la propia facultad la que encargó al académico que investigara los orígenes de un cráneo que hoy se encuentra ya a buen recaudo y oculto a los ojos del público, por respeto a su presunta propietaria.“A lo largo del siglo XX, la copa fue expuesta en ocasiones junto a la vajilla de plata de la facultad, y usada incluso como vajilla de mesa. No hay registro de cuántas veces ocurrió esto, pero fue drásticamente restringido a partir de 2011. Hace 10 años, la copa fue retirada definitivamente de esa colección”, ha asegurado Worcester College en un comunicado.Pasado expuesto, pasado ocultoEs difícil que cualquier viandante que recorra la High Street, en el centro de Oxford, preste atención a la pequeña estatua que corona la entrada del Oriol College. Se trata de Cecil Rhodes, un empresario y político de Sudáfrica que representaba en su persona todo el racismo, colonialismo y supremacismo blanco de una era. Rodesia (Rhodesia, en inglés), el Estado británico creado dentro de aquel país, lleva su nombre.A pesar de la campaña a favor de la retirada de la estatua, la universidad alegó motivos financieros y logísticos para mantenerla en la fachada. A cambio, instalaron a un lado de la entrada un pequeño cartel donde se explicaba, en términos más bien generosos, la controversia detallada en torno al personaje histórico.El problema, como señala Hicks en su libro, es que las estatuas son apenas la parte más visible y menos ofensiva de un pasado que acumula restos y gestos de denigración humana.No ha sido posible detallar de modo preciso la identidad de la persona cuyo cráneo fue utilizado en las libaciones de los académicos, pero la prueba del Carbono-14 apunta a una antigüedad de 225 años. Y por el tamaño y otras pruebas circunstanciales, el profesor sugiere que los restos humanos proceden del entonces Caribe británico, y con mucha probabilidad eran los de una mujer esclava.Lo que sí se sabe con certeza es quién y cuándo donó a Worcester College la copa. Fue George Pitt Rivers, un exalumno, en 1946. Su nombre está inscrito en el ribete de plata. Era un fanático defensor de la separación de las razas y de la intervención médica y política para preservar la pureza genética, al que el Gobierno británico mantuvo arrestado durante la Segunda Guerra Mundial por su apoyo al partido fascista de Oswald Mosley.La copa había pertenecido previamente a su abuelo, el arqueólogo y soldado de la era victoriana, Augustus Henry Lane Fox Pitt Rivers, que fundó en 1884 el museo que hoy dirige el profesor Hicks.“Resulta enfermizo que los catedráticos de Oxford, desde su posición de privilegio, en una institución enriquecida a lo largo de los siglos por un proceso de violencia colonial y de expolio, se dedicaran a beber de un cráneo humano que pudo haber pertenecido a una persona esclava, tan poco valorada como para convertir sus restos en ese objeto”, ha denunciado Bell Ribeiro-Addy, la presidenta de la Comisión Interparlamentaria de Reparaciones en África.La decisión de dejar de usar la copa tuvo más que ver con un lento proceso de incomodidad e inquietud por parte de algunos miembros de la comunidad académica, que pidieron su retirada, que con un definitivo reconocimiento de su error por parte de Worcester College. Solo al final, la institución inició un cierto camino de redención, al encargar a Hicks que investigara los orígenes del cráneo, a la vez que lo retiraba definitivamente de cualquier exhibición pública. “De modo respetuoso, el acceso [al cráneo] está hoy completamente vetado. Como reconoce en su libro el profesor Hicks, la facultad ha abordado este asunto de un modo ético y reflexivo”, ha señalado un portavoz de Worcester College.“La deshumanización y la destrucción de la identidad de las víctimas fue también parte de la violencia” colonial, escribe Hicks, que denuncia en su libro todos los restos de seres humanos, o todos los frutos de su trabajo, que el espíritu de una época decidió borrar.

El cráneo de una esclava como copa de vino para los profesores: Oxford se enfrenta a su pasado colonialista | Cultura
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