Cada año, entre 81.000 y 138.000 personas en el mundo fallecen por complicaciones derivadas del envenenamiento por mordeduras de serpiente. Son muertes silenciosas, muchas veces lejos de los hospitales, en zonas rurales de América, Asia y África. Lo más inquietante es que el antídoto que se utiliza en la actualidad no es tan distinto del que creó el médico francés Albert Calmette en 1895: un suero derivado de animales inmunizados.Más de un siglo después, un grupo de científicos estadounidenses ha dado un paso prometedor al desarrollar y probar un antídoto en ratones con resultados alentadores. El antiveneno tiene el potencial de proteger contra la mordedura de especies letales como la mamba negra, la cobra real y la serpiente de cascabel, según un nuevo estudio que publica este viernes la revista Cell. Pero lo más sorprendente del hallazgo es su origen. La nueva fórmula fue creada a partir de los anticuerpos de Tim Friede, un exmecánico de camiones de Wisconsin (Estados Unidos) que ha dedicado 18 años de sus 56 años de vida a inmunizarse voluntariamente contra el veneno de serpiente. Y lo ha hecho recibiendo mordedura tras mordedura. Más de 200 mordiscos en total, sumados a 700 dosis venenosas progresivamente mayores que se autoadministró.Más informaciónLa historia de Friede es, a la vez, insensata y admirable. No es científico, pero su cuerpo se ha transformado en un laboratorio viviente. Y de sus propios anticuerpos —esos escudos que literalmente él mismo ha ido fabricando con su sistema inmunitario— nace ahora la esperanza de una nueva generación de antídotos. El suero experimental combina dos de esos anticuerpos con un inhibidor de moléculas pequeñas, lo que podría allanar el camino hacia un antídoto universal. El hallazgo ha sido liderado por Jacob Glanville, director ejecutivo de la empresa californiana de investigación de vacunas Centivax.Tim Friede (centro), con los científicos Mark Bellin (derecha), Joel Andrade (izquierda), Gengan Li (atrás a la izquierda) y Nicholas Bayless (centro atrás).Jacob Glanville“Contacté a Tim Friede y le pregunté si podíamos obtener un poco de su sangre para empezar a buscar en su memoria inmunológica”, cuenta Glanville, autor principal del estudio. Para su éxito fue clave la experiencia de Peter Kwong, profesor de Ciencias Médicas de la Universidad de Columbia y miembro de los Institutos Nacionales de Salud de EE UU. Ambos científicos se conocieron en la Fundación Gates porque habían recibido subvenciones para el gran desafío de crear una vacuna universal contra la gripe. “Los datos iniciales que Jake [Glanville] tenía sobre el inhibidor no eran muy alentadores”, admite Kwong.Glanville había descubierto en la sangre de Friede el anticuerpo LNX-D09, que en un principio protegió a los ratones de una dosis de veneno de seis de las 19 especies más letales de la familia de los elápidos —cuyos venenos neurotóxicos tienen efectos principalmente sobre el sistema nervioso, causando parálisis y otras complicaciones—. “Pero al agregar el tercer componente, mejoraron mucho y es lo que se describe en el artículo actual”, dice Kwong. El equipo añadió la molécula pequeña varespladib, un conocido inhibidor de toxinas. También incluyeron un segundo anticuerpo aislado del donante, llamado SNX-B03, que extendió la protección total sin precedentes contra 13 de las especies y una protección parcial para las restantes. Aunque existen más de 650 tipos de serpientes en el mundo, sus venenos se basan en un número limitado de toxinas. “Nosotros hemos logrado identificar un método para añadir compuestos que pueden neutralizar diferentes tipos de toxinas al mismo tiempo. Esto nos permite diseñar un cóctel terapéutico efectivo”, sostiene Glanville.La obsesión de Tom Friede lo llevó al borde de la muerte en diversas ocasiones. Es por ello que los científicos ponen el énfasis en que nadie debe replicar esta conducta. El marco ético del estudio se basó en la investigación del VIH, donde a veces se estudia a personas de alto riesgo, pero no se les expone a uno mayor. “Nunca le dimos antídoto, solo le extrajimos sangre”, señala Glanville.Hacia un antídoto universalCuando una persona recibe una dosis de suero tradicional, puede sufrir muchos efectos secundarios peligrosos y su efectividad puede variar según la región. Jacob Glanville creció en Guatemala, en una aldea maya de Zutwil. En comunidades como esa, los agricultores pasan el día trabajando en los cultivos, otros salen a cortar leña, y muchas viviendas están ubicadas muy cerca del bosque o la selva. En ese contexto, no es raro que las serpientes se desplacen hasta los patios de las casas.Una mamba negra.Daniel Hernanz Ramos (Getty Images)Un niño que reciba el tratamiento tradicional, ejemplifica Glanville, podría evitar la anafilaxia, pero aun así, desarrollar la enfermedad del suero, una reacción inmunológica grave. Ahí es donde radica la diferencia del nuevo cóctel de anticuerpos. “Está diseñado para ser administrado por vía intramuscular, lo que facilitaría su uso en entornos rurales. Además, no requiere identificar con precisión la especie de serpiente y podría aplicarse de inmediato”, señala. María Elena Barragán, directora ejecutiva de la Fundación Herpetológica Gustavo Orcés (Ecuador) considera que el estudio es necesario y válido, ya que “muestra un camino”, aunque aún faltaría bastante para que algo similar pueda adaptarse a los países de Latinoamérica. “La incorporación de análisis moleculares, que son replicados en laboratorios especializados en nanotecnología y nanomoléculas, está siendo liderada por países desarrollados como EE UU, Australia o Inglaterra”, sostiene. “El objetivo es precisamente avanzar en áreas donde países como el nuestro tienen la obligación de contar con centros de manejo y conservación de especies”, argumenta. En territorio ecuatoriano se han identificado 18 especies de víboras del género Bothrops (comúnmente conocidas como equis) y otras 18 del género Micrurus (corales), que están relacionadas con el grupo de elápidos analizado en el estudio. Según la herpetóloga, se necesitarían al menos diez años de investigación y ensayos para poder difundir esta información de manera efectiva entre la sociedad y las autoridades. “Claramente, puede ser el punto de partida”, concluye.Los expertos reconocen que el experimento tiene limitaciones. A los ratones se les administró una dosis de veneno cuatro veces superior a la letal, que garantiza la muerte si el antídoto no funciona. En una mordedura real, sin embargo, la dosis es variable y puede incluso superar esa cantidad. “Planeamos repetir algunos experimentos con más veneno para detectar otras toxinas relevantes”, asegura el experto. Además, desean desarrollar un antídoto dirigido a la otra familia principal de serpientes: las víboras.Próximo paso: ensayos en perrosTras probar su cóctel antiveneno en ratones de laboratorio, el equipo busca ahora probar su efectividad en el campo, comenzando por administrar el antiveneno a perros llevados a clínicas veterinarias por mordeduras de serpiente en Australia, donde abundan las serpientes venenosas. Allí, humanos y perros son mordidos por las mismas especies. Los canes son candidatos ideales para ensayos controlados en clínicas veterinarias.La ventaja de estas serpientes es que su veneno causa una parálisis progresiva sin dañar tejidos, lo que permite observar con claridad el efecto del antídoto. “Si no funciona, se puede recurrir al tratamiento estándar, sin poner en riesgo a la mascota”, afirma Jacob Glanville. Esta estrategia permitiría demostrar la eficacia del nuevo contraveneno en un entorno real, antes de avanzar hacia estudios en humanos.Los próximos pasos no dependen del ámbito académico, sino de la industria, afirma Peter Kwong. “Necesitas una empresa que junte todo esto y cree un producto que se pueda vender a la gente”, expresa. Todo depende de la financiación que puedan obtener.Los científicos esperan que este avance pueda aplicarse pronto en humanos y ampliar su efectividad a otros tipos de serpientes, reduciendo así las muertes por envenenamiento. “Lo que presentamos en la publicación es una hoja de ruta, un método para combinar —uno por uno— una serie de anticuerpos amplios u otros componentes para neutralizar toxinas. Hemos comenzado ese proceso”, reflexiona Glanville.

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