Escribía el filósofo francés Gaston Bachelard en La poética del espacio: “El hogar es nuestra esquina del mundo. Un cosmos en todos los sentidos de la palabra”. El estudio de Erdem Moralıoğlu (Montreal, 47 años), en el barrio londinense de Whitechapel, es una proyección pormenorizada del universo del diseñador. Cuadros de Karl Scheld y E. Martin, fotos de Peter Doig y Wolfgang Tillmans, montañas de revistas vintage y cuadernos de bocetos, una vara de orquídeas neón, bustos de piedra, las cintas del agente Dale Cooper, un servicio de té que perteneció a Wallis Simpson, y las paredes cubiertas con estanterías donde habita una fracción de su famosa colección de libros. “Si algo es bonito, quiero tenerlo”, espeta. Lo primero que hace al levantarse es revisar las alertas de subastas. “Siempre recuerdas las que pierdes. Te persiguen”, dice riendo. De sus victorias atesora un boceto temprano de David Hockney; un busto de yeso del pianista Webster Aitken, de Jared French; la fotografía Yogo in the Mirror, de Nan Goldin, y varias primeras ediciones que le confirman como ávido bibliófilo. Están Un hombre soltero, de Christopher Isherwood; Tiburón, de Peter Benchley, el Maurice de E. M. Forster y el Picasso de Gertrude Stein… y una primera impresión de Falcon Press de El pozo de la soledad, de Radclyffe Hall. Una pieza cardinal de la literatura queer publicada en 1928 —y proscrita el mismo el año—, y el tomo que dio pie a la colección de primavera-verano de 2025 del canadiense. La misma que marca los 20 años de su enseña. “Técnicamente, no serán dos décadas hasta 2026″, puntualiza. Arrancó en 2005, pero fue con el desfile de otoño-invierno de 2006 en el Victoria & Albert con el que debutó en sociedad. “Fue mi primera colección completa”. Y la vendió, en su totalidad, a Barneys.Mantener el ritmo y la independencia en una industria dominada por conglomerados no ha sido fácil. “Erdem es uno de los creadores que han cambiado la percepción de la industria en los últimos años”, escribía en 2015 Alexandra Shulman, entonces directora de British Vogue. “La Semana de la Moda de Londres —antes considerada hogar de un puñado de creativos visionarios ingobernables que, con una mezcla de terquedad, ingenuidad y falta de cualquier estrategia empresarial, terminarían inevitablemente por fracasar— ahora se escudriña no solo por ser un despliegue envidiable de talento e imaginación, sino la cuna de prósperos nombres del siglo XXI”. Nicholas Kirkwood, Christopher Kane, Peter Pilotto, Jonathan Saunders… Muchos han tenido que bajar la persiana o vender. La última, Roksanda Ilincic, que el pasado mayo era absorbida por The Brand Group.El diseñador Erdem Moralıoğlu, retratado en su estudio de Whitechapel, en Londres.Manuel VázquezCuadernos de bocetos de Erdem Moralıoğlu.Manuel VázquezEl Brexit, la crisis del lujo y la escalada de precios, el colapso de grandes almacenes como Barneys y Matches —una de las pocas plataformas que daba cabida a nombres independientes— y un ritmo cada vez más acuciante de novedades no juegan a favor. “Hay aspectos de esta industria muy defectuosos”, sostiene el diseñador, que en 2020 recibió la Orden del Imperio Británico por sus servicios a la moda. “El calendario, la manera de producir, el cambio constante. Es muy intenso”, dice. Luego está el espejismo de las redes. “Todo es fachada. Hay demasiado ruido”.—¿Qué hace falta para sobrevivir?—Esa es una pregunta difícil de responder. Creo que una parte es saber adaptarse. Evolucionar como diseñador también es importante. Y ser astuto. Soy muy muy entrometido. Quiero saber todo lo que pasa en el estudio. Qué se hace, cómo y cuándo. Pero sobre todo es interesante encontrar maneras de llegar a tu cliente directamente, controlar cómo se presenta lo que haces.Habla de las tiendas. En agosto abrió una en Shinsegae Gangnam, en Seúl. Su primera boutique propia fuera de Londres, donde tiene dos. Pero también se refiere a exposiciones, libros, colaboraciones. Como la subasta de arte que comisarió con Sotheby’s en 2016; el filme que rodó junto a Baz Luhrmann para la campaña de su colección con H&M en 2017; la línea de maquillaje que creó con Nars, y el vestuario que hizo para el ballet Corybantic Games de Christopher Wheeldon en 2018; el número de A Magazine Curated By que editó en 2020, o la muestra que orquestó en el castillo de Chatsworth en 2024. “Me resulta muy interesante explorar distintos espacios donde puede existir mi universo”, dice Moralıoğlu.Erdem acaba de estrenar su primer bolso. Se llama Bloom y su asa de metal tiene forma de flor.Jason Lloyd Evans (Erdem)Presentado en el Museo Británico, el desfile de la colección primavera-verano 2025 de Erdem explora la idea de “cómo lo femenino y lo masculino se contraponen”, según explica el diseñador.Jason Lloyd Evans (Erdem)Después de esta entrevista tiene una reunión con Rizzoli, con quien está editando el libro de su aniversario, que verá la luz en septiembre. Son 368 páginas, con prólogo de Anna Wintour, que —citamos— “mira al genio detrás de una de las casas independientes más celebradas de la moda del siglo XXI”. Y eso que al principio no las tenía todas con él. “Si va a dejar huella, será como modista”, escribió Sarah Mower en la reseña de su primer desfile. “Lamentablemente”, seguía, “ensombreció ese potencial intentando con demasiado afán demostrar que puede coser y forzando una temática dandista entre George Sand y Napoleón. Si deja de preocuparse por la narrativa histórica y se entrega a su lado más sensible, será más fácil esclarecer qué tiene que ofrecer”. Hay hemerotecas que traicionan. Si algo se aplaude del trabajo de Erdem es su capacidad para explorar las intersecciones entre masculino y femenino, e hilvanar referencias históricas meticulosamente documentadas con temas actuales que resultan en algo romántico y subversivo a la vez. Lleva haciéndolo dos décadas.—¿Cuál es su mayor motivación?—La oportunidad de crear la próxima colección, contar otra historia, explorar y reexplorar ideas, hacer algo que nunca he hecho. Me encanta una hoja en blanco en mi libreta. Es emocionante y aterradora al mismo tiempo.—¿Y de dónde sale la inspiración?—Los griegos hablaban de las musas. Siempre encontré interesante la idea de una viajando a través del aire para llegar a ti. Pero yo a menudo la encuentro en la biblioteca.Su marido, el arquitecto Philip Joseph, le regaló una membresía de la London Library, a la que intenta ir cada martes. En el origen de sus colecciones siempre hay una musa, un libro, o los dos. La colección primavera-verano de 2012 la empezó a hilar tras leer Buenos días, tristeza, de Françoise Sagan. La de 2021, con El amante del volcán, de Susan Sontag. En otras ocasiones le inspiraron la botanista victoriana Marianne North, la bailarina Margot Fonteyn, la duquesa de Devonshire Deborah Cavendish y María Callas. El germen de su incursión en la moda masculina en 2021 lo encontró en las páginas de Derek Jarman.El motivo floral del encaje de esta pieza es una referencia al clavel verde que Oscar Wilde convirtió en símbolo de la identidad gay.Jason Lloyd Evans (Erdem)Edición de 1949 de Falcon Press, una de las piezas estrella de la biblioteca de Moralıoğlu.Manuel VázquezPara la de esta primavera-verano leyó y releyó a Radclyffe. “Hay algo muy interesante en cómo la autora decidió vivir de una manera tan abierta, junto a su pareja, Uma. Nació como Marguerite, pero se hacía llamar John. Vestía ropa masculina”. Cuando leyó El pozo de la soledad, le atrapó. “La protagonista es una mujer pero se llama Stephen, vive como un hombre, se hace los trajes en Savile Row”. Para crear algunos de los looks trabajó con Edward Sexton, sastrería de la mítica calle de Londres. “Era el tira y afloja de lo masculino y lo femenino lo que quería explorar”. El género, la identidad y la manera en que la moda interactúa con ambos es un tema que le gusta poner sobre la mesa. “Sobre todo ahora, con la crecida de ideas de extrema derecha”.No tiene reparos en intelectualizar la moda. Defiende que se puede usar para hablar de otros temas. Su fascinación con el retrato, por ejemplo. Es el porqué de la colección del próximo otoño-invierno, que presentó en febrero en el Museo Británico. La primera en la que ha colaborado con un artista: Kaye Donachie, a la que comisionó el retrato de su madre (fallecida en 2007) que cuelga en la tienda de Mayfair (en el 70 de la calle South Audley). “Siempre me ha inspirado su método. Su enfoque, casi abstracto, del retrato no tiene tanto que ver con la realidad como con un sentimiento”. De alguna manera, es lo que él hace con la ropa: confeccionar un retrato. “Siempre he encontrado interesante la idea de capturar a alguien. Pero no hacer una réplica exacta, sino captar lo que representa”. Es un proceso creativo que empezó a fraguarse cuando estudiaba en el Royal College of Art y reafirmó con un proyecto que le encargó Alber Elbaz. La tarea consistía en diseñar para una mujer. Crear un personaje. Entenderlo. “Siempre estoy pensando en ella”.

Erdem Moralıoğlu, cuando la moda nace de la literatura | EL PAÍS Semanal
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