Gómez del Pilar, consciente de lo que se jugaba en este festejo -lleva años intentando salir de la zona modesta del escalafón-, decidió apostar por la carta que le presentó el quinto toro de la dura y complicada corrida de Escolar.Muy astifino, como todos sus hermanos, de hermosa estampa, fue muy aplaudido al aparecer en el ruedo, y el torero se empeñó en demostrar que era un toro bravo, lo que no fue cierto. Tras una pelea muy desigual en los dos primeros puyazos, Del Pilar colocó al toro en los medios, y el animal, extrañado en tal posición, no tenía nada claro qué es lo que se le pedía. El empeño del torero duró una eternidad, y, al final, el animal acudió sin pizca de ganas al caballo y levantó la cara en señal evidente de que no le gustaban nada el castigo ni la pelea.Pero ese toro derrochó casta en banderillas, y galopó con codicia al cite de Víctor del Pozo, que se jugó el tipo de verdad y clavó dos emocionantes pares que fueron reconocidos por los tendidos.Brindó Gómez del Pilar al respetable, y cuando se colocó ante el toro, el silencio se hizo ensordecedor. Se masticaba que habría una contienda cabal. Comenzó por bajo con torería, resbaló a la salida de un muletazo y casi pierde el equilibrio en la cara de su oponente, que le perdonó la cornada, agradecido, quizá, por el buen trato recibido del torero en el tercio de varas.El toro lo miraba desafiante, acudía a la muleta con áspera movilidad, y los muletazos surgían acelerados. Sin duda, tenía mucho que torear, y Del Pilar había decidido mostrar la entrega necesaria para atraer la atención del respetable. Y lo consiguió. No fue una faena redonda, ni quedó claro que el toro se sintiera dominado, pero sí hubo pundonor, una actitud muy respetable y algunos muletazos ceñidos. La labor del torero contó con el beneplácito del público que pidió mayoritariamente un trofeo que ojalá le sirva mucho y bien al valiente torero madrileño. Era esta su última carta, porque su primero fue un manso que buscaba las tablas con desesperación y soltaba la cara con evidente peligro.Quizá el toro más noble para el torero fue el cuarto, otro manso en las dos primeras entradas al caballo y que mejoró en la tercera, lo que sirvió para que aplaudieran al picador. Obedeció con nobleza y movilidad en la muleta, pero Esaú Fernández, que lo recibió de rodillas en los medios con una larga cambiada, anduvo lejos de recoger lo que el toro le ofrecía. Muy desconfiado y despegado, no acabó de entenderse con su oponente y no convenció a nadie. Acabó con unas ceñidas bernadinas que casi le cuestan un disgusto, y las opiniones se dividieron. Tres naturales de buen trazo pudo dibujar en su primero, otro toro deslucido por el pitón derecho y que tuvo una corta pero más aceptable vida por el otro, lo que permitió a su matador esbozar una faena interrumpida por su desconfianza.Poco oficio demostró tener Miguel de Pablo ante dos toros muy complicados para su escasa experiencia. No era una oportunidad para él. Muy despegado, siempre a la defensiva estuvo ante su descastado y complicado primero, y se libró de una cornada en el sexto, que lo volteó con aviesas intenciones antes de pararse muy pronto.La corrida de José Escolar, de bella estampa y astifina, fue mansa, dura, áspera, con mucho que torear; toros con peligro sordo y del otro para toreros muy bregados, de los que hoy existen muy pocos. El tercero se levantó tras fallar Pascual Mellinas con la puntilla y a punto estuvo de darle un disgusto; y el sexto se echó tras un pinchazo, y el mismo subalterno se colocó al lado mismo de los pitones con la puntilla en una actitud tan honrosa como torera. Volvió a fallar, pero ahí quedó el gesto.Escolar/Fernández, Del Pilar, De PabloToros de José Escolar, bien presentados y astifinos -muy serios los tres últimos-, muy mansos y deslucidos. Complicados en general, mejoró el cuarto en la muleta, tercio en el que fue muy exigente el quinto; ambos encastados, y junto al tercero, ovacionados en el arrastre.
Esaú Fernández: media estocada y tres descabellos (silencio); estocada contraria y perpendicular y cuatro descabellos (palmas y algunas protestas).
Gómez del Pilar: dos pinchazos _aviso_ y estocada (silencio); media estocada (oreja).
Miguel de Pablo: pinchazo y estocada caída (silencio); pinchazo y casi entera _aviso_ (silencio).
Plaza de Las Ventas. 3 de junio. Vigésimo segunda corrida de la Feria de San Isidro. Tres cuartos de entrada (17.219 espectadores, según la empresa).

Feria de San Isidro: Premio a la entrega torera de Gómez del Pilar | Cultura
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