Uno de los candidatos para las elecciones bolivianas de agosto es Chi Hyun Chung, un pastor presbiteriano que nació en Gwangju, Corea del Sur. Llegó a Bolivia de niño, se naturalizó, creó hospitales e iglesias y ya ha tratado ser presidente dos veces. Incluso logró el tercer puesto en 2019 gracias a los sectores campesinos y urbanos pobres que apoyaron sus ideas religiosas y sus críticas a la comunidad LGTB. En economía, su única definición es considerarse anticomunista. Este año, el Dr. Chi, como se lo conoce popularmente, será el candidato del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), un partido histórico que se aferra a la popularidad del religioso para tratar de salvar su existencia y su sigla, en riesgo porque no participó en las elecciones de 2020. Según la ley boliviana, si no se presentase ahora o sacase menos del 3% de los votos, ya no sería reconocido por el Tribunal Electoral. La postulación del Dr. Chi por el MNR se considera poco natural, pero no sorprende. La mayor parte de los partidos bolivianos son un cascarón institucional vacío de militantes y sin líderes nacionales. Este ha sido el impacto sobre el sistema del predominio del Movimiento al Socialismo (MAS) desde 2006, cuando Evo Morales juró como el primer presidente indígena de la historia hasta la división de este partido en 2023, a causa de la pelea fratricida entre Morales y el presidente, Luis Arce.Estas organizaciones se ponen al servicio de candidatos sin partido, pero con celebridad mediática, como Chi o Jaime Dunn, un operador de bolsa que se ha hecho notorio por sus ideas libertarias. O como Rodrigo Paz, hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, que luego de una carrera municipal y parlamentaria bajo diferentes colores, ahora será el candidato del Partido Demócrata Cristiano, cuyos dirigentes también confían en él para no perder su condición legal. Incluso el expresidente conservador Jorge Quiroga tuvo que usar las siglas del Frente Revolucionario de Izquierda. En las últimas elecciones, esta tienda política había sido usada por el expresidente Carlos Mesa, que este año decidió no participar. Algunos de estos partidos “de préstamo o de alquiler” pueden ser la opción para los dos posibles candidatos de izquierda que hoy están alejados del MAS, pues este quedó en manos de Arce. Estos candidatos son Evo Morales, inhabilitado por una limitación legal a la reelección y con causas judiciales en su contra, pero que insiste en participar, y Andrónico Rodríguez, joven presidente del Senado que ha sido proclamado por varias organizaciones sociales. Morales tuvo un efímero acuerdo, que no cuajó, con uno de esos partidos, el Frente para la Victoria. Ahora está en busca de otra sigla similar. No se conoce la nave que pilotará Rodríguez, que se encuentra bajo la fuerte presión de los evistas para que no entre en la carrera electoral. Se habla de un par de posibles siglas para él. Estas dudas se resolverán el 19 de mayo, día en el que terminará la inscripción de candidatos. Si a los nombres ya mencionados se suman las candidaturas más asentadas, la del empresario Samuel Doria Medina, la del alcalde de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, la de Quiroga y, por supuesto, la del presidente Arce, quien buscará reelegirse, el panorama electoral es de “fragmentación, falta de claridad ideológica y desorden”, señala el analista Armando Ortuño. Se estima que habrá 13 candidatos. En opinión de este experto, serán unas elecciones “abiertas, virulentas e inciertas, porque en este momento el país se pregunta, en un clima de gran pesimismo, qué viene después del MAS , sin una respuesta clara”. Según Ortuño, lo más probable es que una de las opciones de centroderecha o de derecha gane, pero, aun así, las elecciones serán “muy competitivas”. Incluso espera que se recurra por primera vez al mecanismo de segunda vuelta incluido en la Constitución en 2009 y que no se ha estrenado hasta ahora porque el MAS ganó todas las elecciones en la primera vuelta (aunque la de 2019 fue cuestionada como fraudulenta). Ahora el candidato de este partido, Luis Arce, tiene una intención de voto de menos del 5%, de acuerdo a las encuestas más fiables que se han conocido estos meses.En este escenario negativo para el Gobierno, se supone que la opción de la izquierda es Andrónico Rodríguez, pero ni Arce ni Evo Morales están dispuestos a dar un paso al costado. La inscripción de Rodríguez todavía depende de que consiga un partido y de que se decida a enfrentar al Chapare, la región cocalera incondicional a Morales, de donde el senador de 35 años también proviene. Ya ha recibido varias agresivas advertencias para que no “traicione” a su mentor político. Los frentes que se oponen a la izquierda en cualquiera de sus versiones son los favoritos por tres factores, explica Ortuño: “La división del MAS ha acabado el modelo político hegemónico; se vive una coyuntura económica de crisis, con serios desequilibrios financieros; y existe un clima de gran escepticismo, insatisfacción y pesimismo”. Según el último Latinobarómetro, el 88% de la población califica la situación de la economía como “mala”, “muy mala” o “regular” (el peor resultado regional), en un contexto en el que la primera preocupación es la crisis. Al mismo tiempo, un sondeo halló que el 87% de la gente quiere “ir en una dirección muy distinta a la que nos ha llevado el Gobierno de Arce”.Las elecciones son el medio para salir de esta situación. Por esta razón, se ha visto con gran preocupación que algunos políticos presentaran recursos de inconstitucionalidad en contra de varios aspectos de la convocatoria electoral, recursos que podrían suspender el proceso. En estos días, las autoridades judiciales salieron a poner paños fríos. Tanto el Tribunal Constitucional como el Tribunal Supremo han llamado a que los jueces “no sean sorprendidos” con demandas que antepongan ciertos derechos individuales al derecho colectivo de elegir a un nuevo gobierno. Ambos poderes han asegurado que los comicios se realizarán el 17 de agosto sin dilación alguna.

Guerra electoral en Bolivia: partidos “en préstamo”, 13 candidatos y el resultado más incierto en 20 años
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