La separación de los hermanos en acogida vulnera sus derechos y afecta a su bienestar emocional y a su desarrollo. Así lo denuncia Aldeas Infantiles SOS, organización de atención directa a la infancia, que reclama medidas urgentes para asegurar que los niños y adolescentes que están en el sistema de protección no se distancien. El informe Hermanos en acogimiento: Derecho a crecer siempre juntos, publicado por la entidad este lunes, expone la importancia de preservar los vínculos fraternales y denuncia la falta de datos oficiales sobre esta disgregación y su impacto.En España, casi 52.000 menores crecen en el sistema de protección. El 49% lo hace en centros residenciales y el 51% en acogimiento familiar. De estos últimos, el 59% vive con algún miembro de su familia extensa, que en su gran mayoría son los abuelos o los tíos. El resto, reside con familias con las que no mantienen una relación de parentesco. Todos ellos están separados de sus padres, pero Aldeas Infantiles SOS quiere saber la cifra exacta de los que crecen alejados de sus hermanos sin poder compartir su infancia.La falta de familias de acogida que puedan recibir a grupos de hermanos, la diferencia de edad entre ellos, la existencia de necesidades especiales o los problemas de conducta dificultan la convivencia conjunta en un mismo hogar. Para ello, es imprescindible que la Administración cuente con recursos económicos y humanos suficientes, además de con profesionales capacitados para gestionar su relación y sus necesidades afectivas, según el informe.La Ley de Protección Jurídica del Menor reconoce su derecho a no ser separado de sus hermanos en los casos en que una situación de desamparo lo obligue a ser ubicado fuera de su hogar. Establece que las relaciones fraternales no podrán impedirse sin causa justa. Esta disposición está respaldada por la Convención sobre los Derechos del Niño y las Directrices sobre las Modalidades Alternativas de Cuidado de los Niños, que subrayan la relevancia de evitar la separación y de garantizar el contacto, cuando no sea posible vivir en un mismo entorno.Sin embargo, es la propia legislación de Protección Jurídica del Menor la que introduce una exigencia que, en muchos casos, puede entrar en disonancia con la unión de los hermanos. Con el fin de favorecer que la vida de los más pequeños se desarrolle en un entorno más hogareño, “prevalecerá la medida de acogimiento familiar sobre la alternativa residencial para cualquier menor, especialmente para los que no alcanzan los seis años”. Además, no se contempla el acogimiento residencial en los menores de tres, salvo en supuestos de imposibilidad, debidamente acreditada.En este caso, cuando hay varios hermanos y los pequeños son bebés, puede resultar difícil encontrar una familia que acoja a todo el grupo, por lo que la separación es probable. Es aquí donde Aldeas Infantiles SOS hace hincapié en la importancia de valorar el interés superior de los hermanos en la toma de decisiones.“Cuando entré en el primer centro, la pequeña tenía un año y no estaba con nosotras. Eso de no estar con ella me afectaba mucho. La echaba de menos, me preocupaba por si estaría bien, me angustiaba mucho”, recuerda Fátima, la mayor de tres hermanas, que ahora tiene 19 años. Entonces, tenía 8. “Tiempo después, entramos las tres juntas en la misma casa. Así fue mucho mejor”, prosigue.Mariam, una joven de 22 años que pudo crecer junto a su hermana pequeña en la Aldea Infantil SOS de San Lorenzo de El Escorial, en la comunidad de Madrid, cuenta que ella siempre ha sido su persona de referencia: “Es la primera a la que recurro cuando me ocurre algo y cuando necesito estar con alguien que me entienda. Separar a los niños en acogimiento es romper un vínculo que puede ser su único sostén emocional. Yo no me imagino mi vida sin ella, lo es todo para mí. Nos hemos ayudado a sanar, a avanzar y a construir una vida juntas”.A la izquierda, Niss, de 19 años, con su hermana Mariam, de 22, a la derecha.Aldeas InfantilesLa ausencia de datos oficiales sobre el número de niños en el sistema de protección que han sido separados de sus hermanos impide conocer el alcance del problema y dificulta la adopción de medidas adecuadas para garantizar su bienestar. Así lo refiere Aldeas Infantiles SOS, que defiende el importante rol que desempeñan las relaciones fraternales en la resiliencia y la recuperación de los más pequeños, alejados de sus padres.“Resulta clave para la estabilidad emocional de los niños y adolescentes que han perdido el cuidado parental y ayuda a mitigar su sentimiento de desarraigo”, explica el informe tras alertar de que su capacidad de adaptación puede verse afectada con el distanciamiento. La separación de los hermanos impacta en la construcción de la identidad y la autoestima.“Si hay que alejar a un niño de sus padres por razones de fuerza mayor, al menos, hay que garantizar que la fratría —el grupo de hermanos— no se separe”, recalca Mario Ramos, que ha desarrollado toda su carrera profesional en los servicios de protección a la infancia. Estas separaciones forzosas son una realidad en España, a pesar de que la legislación nacional e internacional reconoce su derecho a permanecer juntos.“Juntos hacen una especie de tribu para superar lo que han vivido”, asegura Gemma Galán, técnica especializada en acogimiento. “No te puedes proyectar en el futuro si no sabes de dónde vienes y no tienes una identidad construida o un sentido de pertenencia”, añade Ramos.“Es fundamental que los hermanos en acogimiento puedan crecer juntos porque están viviendo lo mismo que tú y te entienden como nadie”, asegura Lourdes, de 24 años, que estuvo en la Aldea Infantil SOS de Cuenca con sus dos hermanas, Mari y Rocío.A la izquierda, Lourdes, de 24 años, con su hermana Mari, de 28, a la derecha.Aldeas InfantilesCuando se ven obligados a estar separados, pueden experimentar un mayor sentimiento de pérdida, lo que repercute negativamente en su desarrollo y en su capacidad de afrontar la adversidad, según advierte el informe. En los casos en los que no hay oportunidad para el contacto que permita a los niños participar en la vida de sus hermanos, la preocupación aumenta. Esta situación absorbe la energía vital que se necesita para hacer frente a otros aspectos del desarrollo.“Nunca he querido pensar cómo habría sido mi vida si no hubiéramos estado juntas. Si hoy estoy como estoy, en parte es gracias a ella. Sin su compañía todo habría sido más difícil”, expresa Niss, de 19 años en referencia a su hermana Mariam, quien recuerda parte de su vida como una montaña rusa de emociones.Estar juntas les daba fuerzas. “Veníamos de una situación complicada, con miedo, pero también con alivio por dejar atrás ciertas cosas”, cuenta tras recordar su llegada a la Aldea Infantil SOS. “Lo que me dio seguridad desde el principio fue saber que no nos iban a separar”, asegura.Ya habían pasado por eso antes, cuando estuvieron medio año distanciadas, su hermana con su padre y ella con su madre. “Fue muy duro”, rememora. Por ello, en el primer centro en el que estuvieron desarrollaron su propia estrategia: “No respondíamos a nada si no estábamos juntas para que entendieran que no queríamos separarnos nunca más”.

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