Tlaxcala, Tlax. — Las calles convertidas en ríos, familias enteras perdiendo lo poco que tienen, autos varados y colonias enteras incomunicadas. Así amaneció Tlaxcala tras las lluvias de los últimos días. Sin embargo, lo que hoy se vive no es solo obra de la naturaleza, sino resultado de la negligencia de quien debería prevenir estas tragedias: el Presidente Municipal.

Desde hace meses, vecinos de distintas colonias habían advertido sobre alcantarillas tapadas, drenajes colapsados y la urgente necesidad de mantenimiento. Las denuncias fueron ignoradas. No hubo desazolve, no hubo limpieza, no hubo prevención. El agua, entonces, encontró el camino más fácil: nuestras casas.

“Las lluvias no avisan, pero el abandono sí se siente”, reclama una vecina que perdió sus muebles. Y no se equivoca: mientras la administración municipal gasta tiempo y recursos en propaganda y actos públicos, la ciudad se hunde —literalmente— en el agua y en el abandono.

Porque prevenir una inundación no es cuestión de suerte, es cuestión de trabajo. Y en Tlaxcala, el trabajo que se tenía que hacer, simplemente no se hizo.

Tlaxcala, Tlax. — Las calles convertidas en ríos, familias enteras perdiendo lo poco que tienen, autos varados y colonias enteras incomunicadas. Así amaneció Tlaxcala tras las lluvias de los últimos días. Sin embargo, lo que hoy se vive no es solo obra de la naturaleza, sino resultado de la negligencia de quien debería prevenir estas tragedias: el Presidente Municipal.

Desde hace meses, vecinos de distintas colonias habían advertido sobre alcantarillas tapadas, drenajes colapsados y la urgente necesidad de mantenimiento. Las denuncias fueron ignoradas. No hubo desazolve, no hubo limpieza, no hubo prevención. El agua, entonces, encontró el camino más fácil: nuestras casas.

“Las lluvias no avisan, pero el abandono sí se siente”, reclama una vecina que perdió sus muebles. Y no se equivoca: mientras la administración municipal gasta tiempo y recursos en propaganda y actos públicos, la ciudad se hunde —literalmente— en el agua y en el abandono.

Porque prevenir una inundación no es cuestión de suerte, es cuestión de trabajo. Y en Tlaxcala, el trabajo que se tenía que hacer, simplemente no se hizo.

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