Sobre el papel, el tema de la conferencia era el combate contra el antisemitismo. Y la palabra ha sonado mucho (para hablar de fenómenos muy diversos) en boca de los oradores que han ido desfilando por el estrado durante la jornada, desde el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, hasta el líder ultra francés Jordan Bardella, pasando por cristianos sionistas entusiastas del presidente de EE UU, Donald Trump. Pero también lo han hecho muchas otras (“Islam radical”, “islamismo”, decenas de veces; “migración”, “barbarie”, “civilización occidental”, “lucha entre el bien y el mal”) que no solo muestran la similitud entre el discurso del Gobierno de Benjamín Netanyahu (el más derechista de la historia de Israel) y el de la ultraderecha populista en EE UU y Europa, sino que explican por qué una decena de invitados canceló su asistencia para no compartir foro con la extrema derecha.Era la jornada central de la conferencia, celebrada en el centro de convenciones de Jerusalén, y la esencia de los discursos ha sido el orgullo. Una suerte de sensación compartida de estar del lado correcto de la historia. “Del lado de las fuerzas de la civilización frente a las fuerzas de la barbarie”, como lo definió Netanyahu en su discurso. La ristra de aplausos que se llevó y el mar de teléfonos móviles que grabó su llegada dejaban claro quién era la auténtica estrella del acto. “Cuídate, no hay nadie como tú en el mundo”, le gritaba una mujer mientras se acercaba al estrado. “Amen”, respondía un grupo casi al unísono.Netanyahu no solo desplegó su repertorio habitual, sino que lo adaptó a la audiencia. Aseguró que las manifestaciones propalestinas en los campus de Estados Unidos son en defensa de “asesinos y violadores”, en referencia a Hamás, lo que “refleja la profunda podredumbre que ha invadido las sociedades libres”. Y mencionó uno de los temas estrella en los discursos: la “alianza sistémica entre la izquierda ultraprogresista y el islam radical”. Señaló que el antisemitismo se “propaga con furia en la civilización occidental” y “ha vuelto a emerger” en “Yemen, Irán, Líbano, Gaza y otros lugares”, en referencia a las milicias que combaten a Israel.Los oradores pasaron generalmente por alto el elefante en la habitación: la ausencia de invitados como el comisionado alemán de lucha contra el antisemitismo, ; el rabino jefe británico, ; o el conocido filósofo francés Bernard-Henri Lévy; y la molestia que ha generado la conferencia en las comunidades judías en el extranjero, por el gran peso de líderes ultraderechistas en el programa.Ha sido más bien un día de guiños constantes y menciones a los valores compartidos judeocristianos, en una relación simbiótica. Netanyahu obtiene de los ultras aliados en Europa y EE UU que defienden su agenda, mientras que la extrema derecha europea lava su pasado en ocasiones filonazi y antisemita, y se erige en defensor de los judíos frente a lo que presenta como un Islam radical llegado al continente por culpa de políticas migratorias laxas y que maquina para destruir la civilización occidental, en la que pos supuesto encaudran a Israel.Escudo de los judíosJordan Bardella, por ejemplo, definió Reagrupamiento Nacional, el partido ultranacionalista francés que preside, como “el mejor escudo” para los judíos de Francia, frente a la “luna de miel entre el islamismo y la extrema izquierda”. El islamismo, añadió, es tanto el “enemigo” de Israel como la “mayor amenaza territorial” para Francia. “Aquí vosotros lucháis contra Hamás; nosotros, contra sus ideas y su apoyo en suelo francés”, resumió. Y, por supuesto, habló de migración. Para conectar el aumento del islamismo y del antisemitismo “con el fenómeno migratorio que factura todas las sociedades occidentales” y con las “políticas migratorias de los últimos 30 años” que “alteran el futuro” de Francia.Nuevo rostro aseado del ultranacionalismo francés, Bardella hizo un discurso medido y político. Otros, en cambio, buscaban más el aplauso y el titular, conscientes de que jugaban en casa y con el público a favor. Como Amijai Chikli, el titular del Ministerio que organizaba la conferencia (Asuntos de la Diáspora y Lucha contra el Antisemitismo), que puso al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; al secretario general de Naciones Unidas, António Guterres; al exlíder laborista británico Jeremy Corbyn; y al fundador del partido francés de izquierdas La Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, como ejemplos de líderes por los que “solo” siente “desprecio” y “representan el colapso moral de Occidente”.Luego, en un corro con periodistas, y ante una pregunta de este periódico, volvió a la carga. Calificó a Sánchez de antisemita, por haber pedido la creación de un Estado palestino después de los ataques de Hamás en octubre de 2023. “Es un líder muy problemático y muy débil. Lo llamé una vez ‘cero absoluto’ y lo sigo creyendo. Me avergüenza”, añadió. En cambio, Santiago Abascal, el líder de Vox (que envió a la conferencia una representación de tres eurodiputados) es un “amigo personal” y un “líder valiente que identifica la amenaza del islam radical, ama Israel y está comprometido con la lucha contra el antisemitismo”. Chikli, del mismo partido de Netanyahu (Likud), ya habló el año pasado en un evento en Madrid organizado por Vox.Otra línea común en las intervenciones es que las críticas a Israel rara vez tienen que ver con sus políticas, sino con el hecho de ser el único Estado judío del mundo. “Los manifestantes [en los campus de EE UU] simplemente odian a los judíos”, aseguraba Sylvan Adam, un multimillonario canadiense-israelí que definió la reelección de Trump como una “bendición para Israel” y que consideraba que “ser antisemita está de moda”. ¿Las protestas por la invasión de Gaza en las universidades? Culpa de Catar, Irán y China, que “organizan y financian” una “campaña masiva y planificada para infiltrar las universidades”, explicó.Stefan Tompson, fundador de Visegrad 24, un medio que publica noticias falsas o sin contrastar, encuadró más bien el problema en que “la izquierda no odia la opresión, sino el talento, la competición y el trabajo duro” y “los medios de comunicación están llenos de izquierdistas, incompetentes y resentidos” que odian a los judíos porque “no son capaces de llegar alto” como ellos.Otra bestia negra ha sido el diario Haaretz, objeto de una campaña de acoso por parte del Gobierno de Netanyahu. El ministro Chikli lo ha definido como un periódico “antisemita, un faro de mentiras y propaganda antisemita”. Otro orador, el provocador comentarista político de derechas Gadi Taub, también lo tachó de antisemita y aseguró que “sistemáticamente mina el sionismo”.

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