Hay camisas de animal print, camisetas a rayas, vaqueros remangados, vestidos rollo pin up, vinilos con solera, comics y libros, calaveras, naipes, vampiros y monstruos de Frankenstein. La tienda Chopper Monster, que ofrece toda la parafernalia de esa rama del rock and roll que linda con el punk y el garage, cumple 20 años resistiendo en el corazón de Malasaña. Más informaciónIván Pérez (Vega de Espinareda, 49 años), más conocido como Iván Chopper Monster, regenta el sitio que, además de tienda, es un hervidero cultural, o subcultural, del ramo. Pero también es creador del festival Espina (gratuito y sin ánimo de lucro, a finales de junio) con el que trata de dar algo de frenesí a su pueblo berciano, en una comarca en la que el fin de la minería del carbón ha traído el declive. Y forma parte de la banda de punk rock Los Pólipos, para llevar ese mismo frenesí por todas partes.Comparece en su tienda, donde hay tantas cosas que mirar, con una chapa en la chupa vaquera de El sótano de Radio 3 y otra de la banda de garage Wau y los Arrrghs!!! Gente que está en el mismo ajo. Iván Chopper no tiene una moto chopper, pero tiene una vespa que está hecha polvo. “En el apagón bajé a ver si arrancaba y arrancó a la primera. Me emocioné. Está ahí cuando la necesitas. Puedes confiar en tu Vespa”.Pregunta. ¿Cómo fueron sus inicios rocanroleros?Respuesta. Me fui de mi pueblo para hacer el COU en Ponferrada y ahí descubrí el rock and roll de verdad. Era una locura: había una afición increíble por la música y el mundo subterráneo, y un montón de bares impresionantes. El Morticia, el Saloon, el Barracuda… El festival Freakland, la sala El Quijote, paso obligado para cualquier banda internacional que giraba por España, de este submundo, claro. Hasta los Hellacopters (eso sí, cuando no eran tan famosos). P. ¿Por qué le atrajo todo este mundillo?R. ¡Porque mola! No sé, tío, es superdivertido. Fue crucial un concierto de Sex Museum: me petó la cabeza. ¿Qué cojones era aquello? Aquellos tipos melenudos, con unos bigotones de la hostia, superpsicodélicos, con pantalones de campana… Me atrapó completamente. P. A pesar del despiporre, se hizo ingeniero informático. R. Sí, y recalé en el mejor departamento de Indra: el de procesos electorales. Es todo el sistema informático de unas elecciones, generales, municipales o autonómicas. Yo recogía todos los datos que iban llegando en la noche electoral, toda la noche sin pegar ojo y tratando de que los sistemas no pegasen el petardazo. Luego este sistema se vendía a países latinoamericanos y yo viajaba por allí.P. Pero el rock and roll le volvió a atrapar. R. Decidí abrir la tienda cuando vi las bicicletas chopper [que parecen una moto chopper] e intenté compaginar ambas cosas: mis padres estaban encantados, era el primero de la familia en sacar una carrera y encima abría un negocio en Madrid. Pero resultó imposible. Iván Pérez posa en Chopper Monster, su tienda rocanrolera de Madrid, el 6 de mayo de 2025.Andrea ComasP. La tienda mola mucho. R. Es que es lo que quiero, cosas que molen. Y con gusto. Que una cosa sea punk o underground no quiere decir que sea cutre. Y siempre ha sido un punto de encuentro. Durante una época fue peligroso porque todas las tardes aparecía gente en la tienda con cervezas y nos quedábamos charlando y escuchando vinilos… La gente iba cambiando, pero nosotros éramos siempre los mismos.P. ¿Tuvo que atajar aquello?R. Bueno, tampoco me tuve que poner nazi para cortarlo, en realidad la gente se cansó antes que yo [risas]. La gente va desapareciendo, se va casando, se va a vivir a Torrelodones… Pero vaya, que aquí siempre se ha juntado mucha gente y han surgido ideas. Como un café-tertulia decimonónico. Salvando todas las distancias. P. La gente desaparece… ¿Este rollo es ya para gente talludita?R. Yo no sé si hay relevo intergeneracional. Pero sí se que esto nunca se va a morir. Tiene una mala salud de hierro. Y siempre hay gente joven con ganas de hacer cosas diferentes y rebeldes. P. ¿Se ha perdido la rebeldía en las jóvenes generaciones?R. Guau, vaya pregunta… Yo creo que siempre va a haber, pero yo creo que estamos muy acomodados. Vivimos mejor que los millonarios de otras épocas… Las cosas no están fáciles, nunca lo han estado, pero sí que son cómodas. Eso te hace ser perezoso.P. ¿Los sonidos urbanos y reguetoneros?R. No puedo con ellos, pero no me quedan más cojones que respetarlo. Imagínate si a mi padre le pongo a los Ramones, pues pensará que es un espanto. Yo voy a cumplir 50 años, así que es normal que la gente joven busque su propio camino y lo nuestro le parezca cosa de viejos caducos. Iván Pérez posa en Chopper Monster, su tienda rocanrolera de Madrid, el 6 de mayo de 2025.Andrea ComasP. A esto del rock and roll se le ha criticado por anglófilo. ¿Qué pasa con España?R. Bueno, todo esto se lo inventaron ellos, claro. Pero todo es compatible: yo lo flipo con Camarón, con Las Grecas, con Peret. Pero al final, Estados Unidos es la Roma de nuestra época: buena parte de la cultura en la que hemos estado inmersos viene de allí. Pero me parece genial poder compaginar lo tuyo y lo de fuera. No significa renegar. P. Me llama la atención la diversidad de la simbología asociada a esta subcultura: la bola 8, las calaveras, el fuego, las cadenas, los naipes, las figuras del terror retro… Al final, esto del rock and roll, ¿qué es?R. Yo creo que tiene que ver con vivir sin miedo al futuro y a la muerte. No te digo que tengas que quemarte y autodestruirte, yo quiero llegar a viejo y vivir tranquilo, entre mi pueblo y Benidorm [risas]. Pero sí vivir jugando, disfrutando del momento, quitando importancia a las cosas… ¿Qué cojones, si te vas a morir igual?P. ¿Malasaña resiste?R. Yo me fui porque necesitaba tomar distancia: trabajaba aquí, vivía aquí, salía por aquí. Estaba como un hámster en su rueda. El horizonte eran cinco metros. Me fui a San Fermín, casi Villaverde, ahora estoy en Puerta del Ángel, donde conseguimos sitio antes de que creciese el infierno inmobiliario. P. ¿Pero resiste?R. Malasaña ha cambiado mogollón en 20 años. Uno va envejeciendo, supongo que es ley de vida. Yo creo que antes había más comunidad de gente que vivía y salía por el barrio. Los garitos ahora están perseguidos y los alquileres imposibles. Ya no hay sentimiento de pertenencia. P. ¿Se siente como un resistente?R. Un poco sí.

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