Las profundas heridas que deja la violencia sexual, el valor de convertirlas en resiliencia y la grandeza de compartir ese resultado con víctimas y sobrevivientes de todo el mundo es lo que reflejan la mirada y las palabras de Nadia Murad, la mujer iraquí ganadora del Premio Nobel de Paz en 2018.Esta semana visitó Colombia por primera vez y dialogó con EL TIEMPO.¿Cuál es ese lugar del mundo de dónde viene Nadia Murad?He estado planeando visitar Colombia por varios años. Con mi esposo, hemos encontrado varios sobrevivientes de Colombia durante conferencias internacionales y estoy muy feliz de haberlo logrado. Yo vengo de una villa remota de Irak. Era la más joven de once hijos que fueron criados por una madre soltera y tuve la oportunidad y la suerte de poder ir al bachillerato, porque para las mujeres ir a la escuela y especialmente al bachillerato en lugares tan remotos de Irak y en comunidades como ISIS (Estado islámico de Irak y Siria) era una gran conquista, pero también un desafío.Mi madre, mis hermanas, mis primas, ninguna de ellas fue a la escuela. Yo no sabía nada de violencia contra las mujeres en Colombia, en Congo o en cualquier parte del mundo. Estábamos aisladas y mi gran sueño era abrir un salón de belleza. Las mujeres en mi villa ni siquiera habían escuchado la palabra ‘feminismo’, pero eran feministas en su propia forma y estaban luchando contra las normas todos los días.La Nobel de Paz visita por primera vez Colombia Foto:Laura Viviana Hernández Martin¿Qué fue lo que cambió radicalmente su vida?En 2014 todo cambió. La organización llamada ISIS atacó nuestra villa y nuestra comunidad, los yazidíes, fueron considerados infieles. Agarraron a todas las mujeres y los niños y los tomaron como esclavos sexuales, incluyéndome a mí, mis sobrinas, mis cuñadas y mis hermanas también. Mataron a mi madre y a otras mujeres de edad avanzada, lo mismo que a mis hermanos y a mis primos. La discriminación contra nosotros generó un genocidio. El mundo no sabía que ISIS tomaba a las mujeres y niños como esclavos sexuales. Había mercados en Irak, en Siria, donde se compraban y vendían mujeres, a veces por 20 dólares. Niñas de 9 años que eran tomadas en cautiverio y luego comercializadas por ISIS a través de YouTube y Telegram.Nadia Murad fue una de las mujeres abusadas y traficadas por los yihadistas. Foto:Catalina Arguello¿ISIS sigue usando la violencia contra las mujeres?La semana pasada, 11 años después, tuvimos un caso en Bélgica. Un ciudadano de ese país se unió a ISIS y violó a muchas de mis amigas y compañeras de clase. Finalmente, logramos que Bélgica protegiera a las sobrevivientes. Casi todo el mundo ha escuchado de ISIS, pero lo que no saben es la forma en que utiliza la violación como un arma de guerra para destruir nuestra comunidad.En qué momento, luego de tanta barbarie, logró entender que era una sobreviviente y se dijo “voy a seguir por mí y por las demás, como un propósito de vida”.Tú y yo somos suertudas de compartir nuestras historias, porque hay miles que no lo han logrado. Miles que todavía están secuestradas alrededor del mundo. Miles que todavía tienen miedo de compartir su historia, de decir que fueron violadas. La violación se continúa ejerciendo en lugares donde hay conflicto porque los perpetradores han salido impunes y no se la piensan dos veces antes de violar a una mujer. Hemos fallado en eso.Cuando salí del cautiverio, casi todas las mujeres de mi familia seguían secuestradas. Mis sobrinas, mis primas… todas estaban en mercados, trabajando en Siria, y siendo vendidas e incluso regaladas para los miembros de ISIS. Yo sobreviví, pero mi nuevo hogar fue un campamento de desplazados. Recuerdo a los niños que me miraban y me señalaban.Nadia Murad ahora tiene la caja Violeta de No Es Hora De Callar  Foto:Laura Viviana Hernández Martin¿Fue estigmatizada tras sobrevivir?Sí. Mi comunidad le daba la bienvenida a los sobrevivientes, pero yo lograba ver ese estigma y esa vergüenza en sus ojos y sabía que no era mi culpa. Fuimos tomadas como esclavas, nuestro gobierno falló en protegernos y eso yo lo sabía. Era responsable de compartir esta historia porque sentí culpa de haber sobrevivido mientras otras seguían siendo violadas. Sabía que era peligroso y arriesgado hablar sobre esto en un lugar como Irak. Las personas culpan a los sobrevivientes y a veces es más fácil quedarse en silencio para protegerse a sí mismo. Yo nunca había hablado con un periodista ni sabía de las Naciones Unidas ni los refugiados. Todo era nuevo para mí, y cuando estaba compartiendo mi historia y la de muchos otros, las personas se aprovechaban de nosotros, nos usaban.¿Llegó a sentir que estaba obligada a contar su historia para seguir sobreviviendo?Mencionaste algo: si no estábamos bien, no podíamos hacer el trabajo. Y no estábamos bien. Estábamos traumatizados y aún así las personas nos impulsaban una y otra vez a compartir las historias. Recuerdo hablar muchas veces, solo para que me dieran comida, un colchón o una cobija, porque nos faltaba todo y a menudo era una forma de tener más apoyo: compartiendo esta historia de haber sido violada.Entonces, ¿cuál fue el punto para convertir la tragedia en una lucha?Llegué a un lugar seguro en Alemania. Conté mi historia, entendí que la violación era un arma de guerra y que estaba siendo utilizada en muchos países y encontré a miles de sobrevivientes de Congo, de Sudán, de Colombia y muchos lugares y me di cuenta que tenía una comunidad más grande que las mujeres en Irak, sentí que no estaba sola. En Kosovo las mujeres habían luchado por esto por décadas, yo no sabía qué tan común era esto.Nadia Murad fue una de las sobrevivientes que alertó a la ONU sobre el genocio yazadí. Foto:Catalina ArguelloEs cuando llega alguien a su vida. ¿Quién es ella?Amal Clooney, mi abogada. Ha sido increíble el trabajo que hemos hecho juntas durante los últimos ocho años. Yo quería algo más para mi comunidad, para mi país, para mi región; quería la paz y encontré otra forma en que podemos sanar y eso es la justicia. Eso es lo que queremos la mayoría de sobrevivientes: ir a la Corte para enfrentar a los perpetradores y hacerlo no solo por nosotras.Amal, me dijo que sin importar cuánta evidencia tengamos, cuántos testimonios y qué tan claros sean los crímenes que haya cometido ISIS, el camino iba a ser muy solitario y que debíamos estar preparadas para eso. Y, sí. Es un camino largo y a veces puede ser oscuro, con falta de apoyo político, puede ser desgastante y terrible, pero sé que hay luz al final. Por eso necesitamos continuar caminando y no rendirnos.Mi abogada me dijo que sin importar cuánta evidencia o testimonios tengamos y qué tan claros sean los crímenes de ISIS, el camino iba a ser muy solitario y debíamos estar preparadas.Nadia muradNobel de Paz 2018Ese camino, precisamente, la llevó al Nobel de Paz. Un Nobel para usted y para todas las víctimas y sobrevivientes de violencia sexual… En mi villa nunca habíamos escuchado acerca del premio Nobel de la Paz y, después de haber sido nominada, descubrí a las increíbles mujeres que lo han recibido antes de mí, como Shirin Ebadi de Irán, que ha estado luchando por décadaspor los derechos de las mujeres en su país. El Nobel no logra arreglar todo, pero abre puertas a las oportunidades para poder generar conciencia. Es un gran reconocimiento. No todos los días van a ser brillantes, hay desafíos todo el tiempo y hay que superarlos. Y también es desafiante para las mujeres, vemos que hay más hombres que reciben los premios Nobel que mujeres. Y es incluso más difícil para las mujeres jóvenes y activistas en el mundo, pero continuamos aprendiendo y construyendo.El Nobel de Paz a Nadia Murad le dio voz a las millones de víctimas de violencia sexual en el mundo. Foto:Laura Viviana Hernández MartinY en esta construcción usted creó una herramienta para que los gobiernos entiendan cómo se debe abordar la violencia sexual: el Código Murad.Es así. Si ustedes están interesados en documentar la violencia sexual, por favor, lean el código. No es un documento muy largo, es corto. Y sí, está basado en mi historia, pero también en las historias de miles de hombres y mujeres que han sufrido de violaciones sexuales. Quería que fuera más fácil para los sobrevivientes compartir su historia, que conocieran sus derechos y, sobre todo, saber si querían compartir su historia. No tienen idea de cuántas veces las personas tomaron mi historia sin que yo supiera qué iban a hacer con ella. No sabía la diferencia entre un trabajador social o un periodista, un político o las Naciones Unidas. Las personas simplemente venían, tomaban nuestros testimonios y nosotros firmábamos papeles que ni siquiera estaban en nuestro idioma. El Código Murad es que los sobrevivientes se sientan seguros, apoyados y listos para llevar sus casos ante la Corte.¿Qué decirle a esas mujeres que trabajan en silencio por sus comunidades y que creen que no lograrán cambiar el mundo?Si no podemos cambiar el mundo, que al menos ellas cambien su propio mundo. Y su propio mundo puede ser su comunidad. Como dije antes, yo comencé en un campamento de desplazamiento; de allí llegué a Alemania y luego recibí el Premio Nobel. Sí se puede. Y en Colombia hay muchas mujeres trabajando. Apoyémoslas.JINETH BEDOYA LIMAEditora de género de EL TIEMPODirectora de No Es Hora De Callar

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