La edición anual de ARWU (Academic Ranking of World Universities), también conocida como ranking de Shanghái, s la clasificación universitaria global más reconocida, y es importante señalar que se viene realizando desde 2003. El posicionamiento de las distintas universidades del mundo se correlaciona claramente con dos indicadores: el nivel de gasto en educación universitaria por estudiante y el de gasto en I+D de cada país, esto es, los recursos presupuestarios con los que puede contar cada institución académica y el nivel del entorno científico tecnológico en el que desarrolla su actividad.Es en este contexto en el que resulta obligado evaluar el posicionamiento de las universidades españolas en esta clasificación, y bueno es recordar que tanto el gasto por estudiante universitario, como especialmente en I+D, es bastante inferior en España a la media de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y de la Unión Europea, y mucho menor si hablamos de las cifras relativas a las universidades de los países que suelen figurar entre las mejores posicionadas. Algo que, año tras año, muestra el informe Universidad Española en Cifras, que publica la Conferencia de Rectores y Rectoras de las Universidades Españolas (CRUE).Por ello, es entendible que por el momento no contemos en este ranking con universidades españolas entre lo que podemos identificar como una posición sobresaliente en términos globales, es decir, dentro del “top 100″. Sin embargo, nos debe parecer satisfactorio que más del 70% de nuestras universidades públicas estén en la clasificación entre las 1.000 mejores, lo que significa que al menos siete de cada diez son instituciones de calidad reconocida internacionalmente.Esto es algo que viene repitiéndose en los últimos años, y que se da de nuevo en esta última edición, donde 35 universidades públicas españolas y una privada aparecen entre las 1.000 mejores del mundo.Se evidencia la necesidad de una mayor atención presupuestaria y una regulación más favorable en términos de autonomía. Era lo esperable. Pero si hablamos de los últimos 15 años, es sorprendente su posicionamiento en este ranking, ya que la importante apuesta que han hecho por sus instituciones académicas algunos países ha venido incrementando significativamente el número de sus universidades en el mismo, destacando el caso de China, Australia y Arabia Saudí. Nuestras universidades, especialmente las públicas, se posicionan razonablemente en la clasificación dentro de lo que cabría esperar y satisfactoriamente en términos de eficiencia.Es deseable que, como cualquier país avanzado, logremos situar universidades en puestos sobresalientes en cuanto a su reconocimiento internacional, pero sin descuidar el sostenimiento de un sistema universitario con igualdad de oportunidades y accesibilidad, teniendo en cuenta que las universidades deben de ser transformadoras y contribuir al progreso social.Finalmente, cabe preguntarse si en una situación de recursos limitados, es posible y preferible priorizar una política universitaria orientada a posicionar algunas de nuestras universidades entre las 100 mejores, aun a riesgo del sostenimiento de calidad del conjunto de nuestro sistema universitario público. Juan Juliá es catedrático de Economía Agroalimentaria en la Universitat Politècnica de Valencia, entidad de la que fue rector entre el año 2005 y el 2013.

La universidad española en el ‘ranking’ de Shanghái: más presupuesto y autonomía | Educación
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