Marcelo López Campillay (Santiago de Chile, 57 años) es historiador, no médico, pero nunca falta quien se equivoca y le pregunta por las enfermedades del presente y del futuro cuando lo suyo, más bien, son las del pasado.El presidente de la Sociedad Chilena de Historia de la Medicina es de esos investigadores a quienes acudir cuando lo urgente y lo importante obligan a poner las cosas en perspectiva, recordándonos por ejemplo qué se ha hecho en otros tiempos respecto de distancia social, confinamientos, vacunas y otros ítems.Le ocurrió poco después de que la OMS declarara la pandemia por Covid-19, en marzo de 2020. Desde Claves, revista uruguaya de su disciplina, le pidieron un artículo en caliente. El historiador lo tituló “Ante la pandemia de covid-19: historia, microbios y olvido”, y en él anotó: “El aterrizaje del coronavirus en nuestro presente ha renovado el interés por examinar los múltiples matices que suelen configurar la fisonomía una pandemia, un concepto que inicialmente se hace extraño e inexplicable para quienes por primera vez experimentan en carne propia el desconcierto, la ansiedad y el temor a gran escala”.Cinco años más tarde, la mirada a lo que pasó entonces puede enriquecer el entendimiento de cómo el virus afectó a Chile y el mundo, incluyendo aquello de lo que ya no se habla. Por ejemplo, cuenta López que hace un tiempo vio la cifra de las multas cursadas por el quebrantamiento local de las cuarentenas: “Eran muchísimas, pero todas quedaron sin efecto, porque era imposible sancionar”.Pregunta. ¿Cómo vio y vivió la pandemia en su momento? ¿Cómo la ve ahora?Respuesta. Cada experiencia histórica tiene su singularidad. Pasados cinco años, no deja de sorprenderme que vivir en confinamiento, ver la fatiga pandémica y la pugna por buscar soluciones es muy diferente de leer al respecto.Del covid me sorprendió mucho, por ejemplo, ver que algo tan humano como el duelo –ver partir a un ser querido, el rito de la despedida– no se haya cumplido. Y eso quedó cubierto por el debate de las cifras. Como dijo alguien, las estadísticas cubren millones de dramas que es muy difícil recoger.P. ¿Qué más llamó su atención?R. La discusión por el fin de la pandemia. Si bien se atribuye a una decisión normativa que toma una autoridad sanitaria que decide cuándo se inicia –porque hay que tomar medidas–, me sorprendió que la gente decidiera ponerle fin a la pandemia mucho antes. El hito que empezó a poner fin a la pandemia, para las personas, fue el anuncio de las vacunas. Y cuando llegaron [las primeras dosis] en diciembre de 2020 y estaba el presidente Sebastián Piñera esperándolas en el aeropuerto, ese fue el rito del inicio del fin, porque entonces la gente dice, “acá está a la solución”: ahí comienza a asomar la vida normal en el horizonte y la gente empieza a relajarse.Otra singularidad fue conocer experiencias como la de gente carreteando [fiesteando] en medio de las cuarentenas. Eso revela que hubo, sobre todo entre los jóvenes, la disposición a decir, esto me lo salto. La gente mayor es un poco más precavida, quizá porque muchos conocieron otras experiencias, o porque saben el peso que tiene vacunarse, o porque cuidan más su vida. El joven, naturalmente, considera más choro [audaz] romper las normas. Ahora, también hubo ciertas extravagancias –como proponer una hibernación en las ciudades o el uso de interferón–, pero lo fundamental hoy es aceptar que las cuarentenas tienen un límite, y por eso es casi un arte su administración: es una solución muy parcial, y eso la salud pública lo sabe muy bien.Adultos mayores esperan a ser vacunados contra el virus covid-19 en el Estadio Bicentenario La Florida, en febrero de 2021.Claudio Santana (Getty Images)P. Otra cosa es comunicar…R. Ese es un tema que quedó pendiente, pero que se discutió a propósito de la comunicación de riesgo, otra de las expresiones que aparecieron. Y yo creo que ese es uno de los temas que van a generar aprendizaje respecto de cómo manejar esto. Ahora, creo que internamente cada chileno ya sabe, para un próximo episodio, lo que puede ocurrir, y ese aprendizaje queda como parte de la memoria colectiva.P. ¿Cómo se aviene ese aprendizaje con la pulsión de olvidar, con no querer saber más de todo eso y volver a la vida de antes?R. La tarea de mi disciplina es mantener en pie la reflexión en torno a episodios que marcan la trayectoria de una sociedad, incluso de una civilización. Es muy importante, también, hacer presente que la salud es un pilar fundamental de nuestras vidas, así como es fundamental el papel de cuidadores y sanadores (lo vimos en la pandemia: la gente que usaba una vestimenta blanca o de otros colores ocupó un papel central).Ahora, la salud juega un papel esencial para conservar la especie, pero eso va de la mano con los esfuerzos que realiza la gente por olvidar episodios que asocia a malos ratos, a la pérdida personal, a violencia intrafamiliar, a perder el negocio, a estar encerrado por meses, sobre todo los jóvenes. Esa fue una experiencia que muchos optan por olvidar. Incluso nos pasa algo así a quienes nos dedicamos a la historia de la medicina: si uno revisa las grandes obras de historia del país, no aparece ninguna pandemia, o aparece oblicuamente algo sobre la gripe española. A lo más se mencionan los problemas sanitarios ocasionados.P. Hubo en su minuto quienes, como el periodista Ascanio Cavallo, denunciaron una arquiatría (o “jefatura médica”) que encerró a la gente a escalas inéditas. ¿Cómo vio ese debate?R. Fue bien interesante, porque se dio en medio de la pandemia más globalizante que hemos conocido, en que toda la humanidad estaba navegando el mismo río al mismo tiempo. Ahora, también pondría atención a la forma en que se hizo ese encierro y qué representó. Hubo un manejo a nivel colectivo nunca antes visto, y hay que tener ojo en que esas estrategias también llevaron aparejadas fisuras, porque chocan con algo que define al ser humano: el afán de tener en espacios de libertad. Uno no puede estar encerrado por mucho tiempo.Aquí hay que tener sumo cuidado en el análisis histórico, porque se puede caer rápidamente en el biotriunfalismo: que las medidas médicas o sanitarias son la clave. Y no es así, porque la salud pública hace lo que está a su alcance.P. Otro tema de 2020 fue la cercanía entre el ser humano y las demás especies, los mercados con seres vivos, el consumo de ciertas carnes, etc. ¿Qué supone este ítem hacia adelante?R. Por algo en las últimas dos décadas el tema de las industrias avícola y porcina ha cobrado otras dimensiones. El consumo de carne ha aumentado, especialmente en Asia. ¿Y qué significa eso? Mayor cercanía con grandes granjas animales, lo cual abre el camino a bombas biológicas que están ahí, esperando, y que deben ser manejadas.

Marcelo López Campillay, historiador: “El covid-19 fue una experiencia que muchos optan por olvidar”
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