Es Marta Pazos (Pontevedra, 49 años) una dramaturga que llena el escenario de color, emoción y sentido. Licenciada en Bellas Artes y tras una larga e intensa carrera en el teatro y la ópera, con montajes de textos de Lorca, Valle Inclán o Shakespeare, y obras como Juana de Arco o Safo, entre otras, la directora se enfrenta por primera vez a un texto de Virginia Woolf y lo hace con Orlando, uno de los personajes de ficción más deslumbrantes y transgresores de la literatura universal, escrito en 1928. Un hombre que vive a lo largo de casi cuatro siglos sin envejecer y que un día se levanta mujer y sigue siendo el mismo o la misma. Orlando, con dramaturgia de Pazos y el uruguayo Gabriel Calderón, con el que trabaja por segunda vez tras la colaboración de El público, de Lorca, se representa en el Teatro María Guerrero de Madrid hasta el 8 de junio, en una producción del Centro Dramático Nacional (CDN) con un potente elenco de 11 actores, entre ellos Nao Albet, Laia Manzanares, Alberto Velasco y Paco Ochoa. “Es Orlando el primer protagonista que cambia de género en mitad del relato. Es imposible no enamorarse de Orlando”, asegura la directora. Más informaciónP. ¿Qué fue lo que le deslumbró de Orlando?R. Me deslumbra la belleza de las palabras, la rotundidad de su discurso y lo mágico. Construir un personaje tan libre, que cuando se despierta transformado en el cuerpo de una mujer dice “nada es diferente, solo el sexo”, me atraviesa y me golpea. Tiene mucho que ver con mi manera de ver el mundo. Y además está el tema del tiempo que se detiene de una manera mágica, como un hechizo. Un tiempo que se detiene a los 36 años, cuando han pasado más de 300. Me interesa mucho esa apnea, un tiempo dentro de este tiempo fulgurante. Orlando tiene su propio tempo y mira la vida desde atalaya, muy conectado consigo mismo.P. ¿Qué nos dice hoy Orlando, una obra escrita hace casi 100 años? R. Nos dice que debemos tener la libertad de hacer con nuestro cuerpo lo que queramos. Nos habla de la necesidad de tener un espacio propio, de estar conectadas con nuestra intuición y protegidas y entender aquello que nos impacta de nuestro tiempo.P. Habla de libertad de género, de identidad, temas que siguen siendo polémicos hoy. ¿Qué reflexión le sugiere?R. Son temas muy polémicos porque son muy importantes. Estamos hablando del ser, de que tu país es tu cuerpo, tu primer territorio, y que alguien te diga lo que tienes que hacer o no con tu cuerpo es terrible. Enfrentarse a qué derechos tienes o te quitan dependiendo de tu biología es muy duro. Como es un tema importante, hay que traerlo al espacio público y proteger la libertad. P. ¿Se ha avanzado poco? R. En el tema de los derechos se ha avanzado mucho, pero siempre que se avanza en una conquista hay una contra lucha. Por eso es tan importante no perder la perspectiva de la memoria y el tiempo, ir a estudiar el pasado para poder trazar los puntos del futuro y de cómo queremos que sea nuestra vida. Yo quiero vivir en un mundo diverso y desde mi compromiso como artista siempre escojo aquellos temas que me atraviesan.Marta Pazos, en el Teatro María Guerrero de Madrid, el 24 de abril. Jaime VillanuevaP. Lo que está claro es que Orlando es un canto a la vida y a la lucha por la felicidad. ¿Cada vez es más difícil?R. Sí, porque este sistema perverso nos desconecta de nosotras mismas, nos desconecta de los demás en una aparente conexión. Nos aleja de nuestra naturaleza, de nuestra intuición, de la escucha, la contemplación y también de la presencia. Por eso el teatro es tan importante, tan mágico y potente, porque es el templo en el que nos encontramos físicamente y, además, en modo avión. Conecta con algo como de tribu ancestral.P. El texto de Woolf pone el acento también en la revolución de las cosas simples, ¿dónde está esa revolución?R. En un huevo frito, por ejemplo. En aquello que nos conecta con el placer, con el hecho de estar vivas. También en que esta conexión con lo bello y el sabor de la vida tenga que ver con tu cuerpo, que puede tener más que ver con un destello que con fuegos artificiales.P. En España, la obra fue censurada por el franquismo y hace dos años un ayuntamiento de Madrid, gobernado por el Partido Popular y Vox, prohibió su representación. ¿Se le tiene miedo?R. Se le tiene miedo porque Orlando es un canto a la libertad y al poder de elegir. Orlando nos invita a amar a quien quieras amar, a hacer lo que quieras con tu cuerpo y a elegir tu sexo. Por eso es tan importante defender esto y traerlo al teatro.P. Es la primera vez que trabaja con un texto de Woolf. ¿Cómo ha sido ese encuentro?R. Es una escritora fascinante, tiene un lenguaje retador y exigente, que no es fácil de atravesar, más ahora cuando todo parecen facilidades. El proceso de entrar en su literatura ha sido como atravesar un bosque y llegar a una luminosa pradera. Para mi vuelta al María Guerrero, tras hacer La comedia sin título, de Lorca, en 2021, pensé que debía escoger algo muy especial. Llevo más de una década trabajando en el tema de la identidad, es uno de los ejes principales de mi trayectoria, y Orlando era un título natural. Escena de ‘Orlando’, dirigida por Marta Pazos.Bárbara Sánchez Palomero (CDN)P. Su universo artístico no se entiende sin el color. ¿Qué le sugiere como dramaturga y directora?R. El color es vida, un canto a la vida, conexión con la naturaleza. Reflexiono mucho cómo se ha ido perdiendo el color y la luz a lo largo de los años en pro de algo mucho más oscuro. Es una forma de vida, una conexión con una alta vibración porque el color va directamente a tu percepción, quieras o no quieras. Es una experiencia sensorial. P. ¿De qué color ve a Orlando?R. De color verde y, más concretamente, de verde croma. Es el color que he elegido para la puesta en escena porque es el que se relaciona en nuestro presente con la narración.P. ¿De qué color ve el universo de Trump? R. Marrón.P. ¿Cómo se explica el avance de la extrema derecha en el mundo?R. La conquista de los derechos y las libertades provoca que el eje que controla se asuste y su envite sea mucho más poderoso. Todo esto nos da pistas para que estemos muy atentos a los derechos adquiridos, de que tengamos muy presente la conquista de derechos, como la del matrimonio de personas del mismo sexo, que fue hace nada. Por eso es tan importante la memoria y reconocer a las personas que nos han traído hasta aquí. Reconocer a las sufragistas y a todas las que nos han precedido. No hay que trabajar desde el ego, sino desde el eco.P. Es usted asidua de las redes sociales. ¿Qué le aportan?R. La conexión con generaciones más jóvenes para dejarme inspirar también por ellas.Laia Manzanares, en una escena de ‘Orlando’.Bárbara Sánchez PalomeroP. Su teatro va mucho más allá del texto, en una hibridación de disciplinas, espectáculos de música, imágenes y baile. ¿Teme que el texto se opaque?R. Todo esto tiene que ver con una idea heteropatriarcal de la escena en la que nuestro legado occidental, que es el que conozco, ha sido textocentrista. A mí me interesa la diversidad. Lo que quiero es que los lenguajes construyan un todo y los lenguajes son el texto, el cuerpo, la plástica escénica, y que todo esté en profunda armonía y sintonía. Me parece un debate obsoleto y antiguo.P. ¿Se considera una artista transgresora?R. Yo no lucho, hago activismo delicado y busco la honestidad total.P. “Qué envidia tendrán las mujeres del futuro cuando vean cómo ha sido usted tratada”, se dice en la obra. ¿Se considera una dramaturga bien tratada?R. Sí, soy afortunada y privilegiada. Tengo una libertad absoluta. P. ¿Hay poco espacio en los teatros para las mujeres?R. Por fortuna, cada vez hay más. Hace una década, las mujeres estábamos relegadas al underground, a montajes de poco presupuesto, a ser programadas en los peores meses de la temporada, en ciclos, a que no supieran nuestros nombres, a que nos confundieran a las unas con las otras, cuando a nuestros colegas dramaturgos se les llamaba por su nombre y apellido sin equivocarse nunca. Todas lo hemos vivido. Recuerdo que, en 2018, en esta misma sala, en la presentación de la temporada del Dramático, siendo director Ernesto Caballero, nos encontramos muchas de nosotras y nos decíamos: “Estamos aquí. Hemos llegado. Ya se saben nuestros nombres y apellidos y conocen nuestras identidades artísticas”. Tenemos una fotografía de aquel momento de todas nosotras. Pero no olvidemos que queda mucho trabajo por hacer y debemos asumir la responsabilidad de que las que vienen detrás estén arropadas, porque el privilegio también te puede desconectar.P. Estrena obras en el mundo entero, viaja de manera permanente y sigue viviendo en Galicia. ¿Necesita su tierra?R. Necesito la tierra, la conexión, la naturaleza. Para mí es imprescindible mi habitación propia, tener mi espacio. Soy una persona extremadamente sensible y necesito volver a mi nido, a mi tierra, con mis hijes y mi barrio, que solo el que vive allí y lo comprueba se da cuenta del privilegio.

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