Sucedió así: la mano apoyada sobre el césped, un pinchazo casi imperceptible y la víbora, enroscada sobre sí misma, lista para defenderse otra vez. Fue en una tarde de finales de agosto lo suficientemente fresca como para que Guzmán López (Burgos, 28 años) saliera a trotar por el parque de Fuentes Blancas, en su ciudad natal. Hizo el recorrido de siempre y a mitad de camino se sentó a descansar debajo de un árbol. Fue ahí cuando la víbora lo mordió. “Al principio dudé de si me había alcanzado a dar o no. Me miré el dedo por un buen un rato hasta notar las dos marcas”, reconstruye el joven diez años después del incidente.Guzmán hizo lo que muchos harían en estos casos y que es justo lo que no hay que hacer. “En el momento pensé en Frank de la Jungla e intenté chupar el veneno y escupirlo, pero vamos, que no funcionó”. Luego se hizo un torniquete en el dedo y corrió unos quince minutos hasta Urgencias. “Al llegar me lo quitaron y el brazo entero se me puso como una morcilla”. Los médicos le preguntaron si sabía qué tipo de víbora lo había mordido. “Tampoco estaba como para ponerme a analizarla”, les respondió. Luego supo que había sido una hocicuda (Vipera latastei), una de las cinco especies de serpientes venenosas que habitan en la península Ibérica. Al final, el susto fue solo eso, un susto. Guzmán estuvo un par de días en observación y cuando el brazo se desinflamó, lo dejaron volver a casa. Ni siquiera fue necesario inyectarle un suero antiofídico. Más informaciónEl de este joven de Burgos es uno de esos raros, pero potencialmente peligrosos, encuentros entre humanos y serpientes. Un relevamiento que agrupó datos del Instituto de Información Sanitaria entre 1997 y 2020 arrojó que durante esos años hubo 560 mordeduras en España y sola una fue fatal (la responsable ni siquiera fue una especie autóctona). Aunque podría haber más: hasta la mitad de los ataques de víboras ponzoñosas no inoculan veneno, por lo que las personas no presentan ningún síntoma y terminan por no acudir a un hospital. Las llaman “mordeduras secas” y suelen quedar por fuera del radar oficial.Los meses de verano suelen ser los de mayor exposición. “No porque las serpientes estén más activas, sino porque las personas lo estamos”, explica Fernando Martínez Freiría, herpetólogo e investigador de la Asociación Herpetológica Española. Mientras dura el buen tiempo, las actividades al aire libre son más frecuentes y eso lleva a más encuentros casuales con animales de “relevancia médica”, es decir, venenosos. Ellos son, además de las serpientes, los escorpiones, las arañas, las abejas o avispas, las hormigas de fuego (flamantes invasoras en España) y las medusas, viejas conocidas por los veraneantes de la costa. Casos leves o anecdóticos Su ocurrencia es escasa, tal vez por eso las mordeduras y picaduras venenosas, sean del animal que sean, están tan mitificadas. Todos conocen a alguien que conoce a alguien al que supuestamente le pasó. “Pero la prevalencia de los cuadros peligrosos es muy baja, solo ocurren 1,23 por cada millón de habitantes. La mayoría no requieren un tratamiento intensivo, ni siquiera hospitalización”, explica Fernando Cortés-Fossati, investigador del Área de Biodiversidad y Conservación de la Universidad Rey Juan Carlos y de la Red Europea de Estudio de Venenos. En muchos de los casos, tal como advierte el Ministerio de Sanidad, los incidentes provocan dolor inmediato, edemas e inflamación localizada, que desaparece con los días. Además, dependiendo de la especie, las toxinas producen vómitos, dolor abdominal intenso, diarrea y dificultad en la respiración y en la deglución. Hay síntomas que pueden deberse al miedo más que al propio veneno, como náuseas, taquicardia o inquietud. Los niños y las personas mayores son las que deberían estar más alerta a las reacciones del veneno. “El resto, suelen ser casos anecdóticos”, afirma Cortés-Fossati. Escorpión europeo.picture alliance (dpa/picture alliance via Getty I)La mayoría de las mordeduras o picaduras son fortuitas. “A veces ocurren porque la gente mete la mano debajo de una piedra, o porque un niño corre descalzo por una zona con escorpiones”, apunta Cortés-Fossati. En el caso de las arañas, muchas son tan pequeñas que ni siquiera tienen la fuerza mecánica como para perforar la piel humana. Y el 99% de las especies son inofensivas. No hay casos de muertes asociados con artrópodos en España en los últimos años, al menos según los datos más recientes, que indican 59 mordeduras de arañas registradas en 17 años. Cortés-Fossati lo explica asegurando que no son animales agresivos: “Si hay una mordedura es porque alguien se sienta sobre una manta donde hay una araña escondida, la aplasta y ella reacciona”. Lo mismo sucede con las serpientes, agrega Martínez, que solo muerden cuando alguien intenta manipularlas o las pisa. “Ninguna serpiente persigue a los humanos, ni siquiera las más venenosas del mundo. Rehúyen del contacto porque saben que salen perdiendo”, dice. En caso de encontrarse con una, lo más sensato es simplemente alejarse y dejarla ir. Si muerde a alguien, no hay que intentar succionar el veneno con la boca porque puede reingresar al cuerpo por la mucosa o alguna herida. Katherine Isoardi, presidenta de la Red de Toxicología y Envenenamiento de Australasia, señala que tampoco ayuda hacer un torniquete porque las toxinas pueden concentrarse en la zona y causar un daño mayor. La mejor opción es quedarse quieto y tranquilo (los movimientos acelerados aumentan la circulación de la sangre, lo que distribuye el veneno más rápido por el cuerpo) y llamar a Urgencias. Aplicar antídoto no suele ser necesario. Isoardi apunta que “la inmovilización en el caso de ciertas mordeduras de arañas y serpientes es lo mejor”. Y para el dolor, alcanza con tomarse un analgésico potente.Las malas ideasLa convivencia con escorpiones tampoco parece ser complicada. Hay 46 picaduras registradas entre 1997 y 2020 y ningún caso fatal. Pero también les orbitan algunos mitos. El más extendido, detalla Cortés-Fossati, es que, cuando pican, hay que hacerse un corte sobre la herida para exprimir el veneno. “Todo esto suele empeorar la situación. Lo correcto es mantener la calma, no generar reacciones desproporcionadas e ir a un centro médico”, añade. Las medusas pueden aparecer en las playas y picar a los bañistas.Quienes sí pueden representar un problema son los himenópteros, como abejas y avispas, porque su picadura puede producir un shock anafiláctico, una reacción alérgica tan fuerte que podría matar si no se recibe atención médica. De las 373 picaduras de himenópteros registradas en el país en casi dos décadas, 13 fueron fatales. Matar al animal que causó el daño, además de irresponsable con la seguridad personal, es, en el caso de los ofidios, un delito, ya que prácticamente todas las especies están incluidas en el Catálogo Español de Especies Amenazadas y sometidas al régimen de protección especial. “Todavía hay personas que intentan atrapar a la serpiente después de haber sido mordidas, lo cual es una idea terrible. Tratar de capturar una serpiente en general es una muy mala idea”, apunta Isoardi. A su vez, tanto Martínez como Cortés-Fossati insisten en que estos seres vivos “cumplen funciones ecológicas esenciales”, como regular plagas. Y que, a pesar de su mala fama, son fundamentales para que los ecosistemas sobrevivan. Toxinas también en el marLas medusas son la pesadilla de cualquier veraneante. Aunque sus encuentros graves con los humanos también son anecdóticos. Cortés-Fossati, que en este momento está escribiendo un estudio sobre envenenamientos severos en España por animales tóxicos marinos, ha encontrado que solo hay 50 casos registrados que necesitaron atención hospitalaria entre 1997 y 2022, y ninguna muerte. Otro dato: entre 2016 y 2022, solo un caso de los fichados necesitó pasar por la Unidad de Cuidados Intensivos. Pero si se da la mala suerte de que una medusa pica, el Ministerio de Sanidad recomienda lavar la zona afectada sin frotar y usando siempre agua salada, del propio mar, o un suero salino. El agua dulce es el peor enemigo en estos casos, ya que por la diferencia de presión osmótica, los restos de las células urticantes que quedan sobre la piel podrían explotar y esparcir más veneno. También recomiendan quitar los restos de tentáculos adheridos a la herida con una pinza o cualquier objeto parecido (nunca con las manos), aplicar frío indirecto y evitar la exposición a la luz solar. Si luego de hacer todo esto el cuadro empeora, hay que acudir a un centro médico.

Shares: