Cita en el antes bohemio y ahora convencionalísimo Café Comercial de Madrid un martes a mediodía bajo el diluvio que no cesa últimamente en la ciudad. Cuando llegamos, ya está esperando en la barra. Una chica de pelo largo y raya en medio con camiseta rockera de manga corta sobre otra de manga larga y bajo un zamarro de batalla que, sin embargo, emana ese no sé qué sofisticado de las niñas bien de toda la vida. O igual son mis prejuicios. Una lleva décadas viendo a sus padres, el príncipe Kyril de Bulgaria y la aristócrata mallorquina Rosario Nadal, derrochar belleza y glamur en las portadas de la revista ¡Hola! junto a la élite de la realeza, la moda y las celebridades internacionales, y alguna idea preconcebida tiene al respecto. Ella lo sabe, claro, pero, lejos de blindarse, que también un poco, se muestra cálida y cómplice en una conversación que salpica de expresiones británicas con la naturalidad de quien las ha mamado y no se da cuenta. Parece sincera.“Ya no soy esa”, canta. ¿Quién era antes y quién es ahora? Por cierto, ¿Ona Mafalda es su nombre de pila?Me llamo Mafalda por una hermana de mi bisabuela y lo de Ona, que significa ola en mallorquín, lo añadí yo cuando empecé a componer porque retrata bien cómo me siento: en constante movimiento. Ahora soy una nueva Mafalda. Una mujer más atrevida, que no tiene miedo a tomar riesgos y no permitir que nadie ni nada ni ningún prejuicio le impidan llegar donde ella quiere.¿Antes no era así?Antes era muchísimo más reservada, tímida; si no sumisa, sí más conformista. Para mí, el escenario era donde yo era, digamos, otra, o sea, yo. Donde se producía mi explosión personal. Pero ahora es en todo mi ser, no solo en la parte escénica. He aprendido mucho de la industria, y de la vida.Tampoco lleva tanto cantando, ¿no?Bueno, desde los 16 años, que empecé a tocar en bares de Londres, donde nací. A los 18 me fui a estudiar al Berklee College of Music, en Boston, un curso de cuatro años, que me hice en tres porque no paraba de estudiar. Luego me mudé a Nueva York, empecé también a tocar en bares, a componer, a trabajar en estudios, hasta acabar en Madrid, donde vivo hace cuatro años.Ha podido ser lo que ha querido. ¿Por qué eligió la música?Siempre he querido ser parte de la vida musical. Desde muy joven he ido a conciertos, mi madre nos metía en la grada, a cantar y bailar y, viendo esa alegría, esa energía, esa felicidad tan extraña e inolvidable con la que sales de ahí, supe que quería ser parte de ese mundo. No sabía si técnico, o mánager, o cantante, lo que fuera, pero ahí.¿Recuerda qué concierto le voló la cabeza?Uno de Coldplay, que eran amigos de mis padres. Luego he podido ser telonera suya. Imagínate qué fuerte.¿Cuándo empezó a darse cuenta de que pertenece a un círculo privilegiado?Soy perfectamente consciente de que soy una privilegiada. Pero, de niña, para mí era una cosa normal. Luego me empecé a dar cuenta, pero en esto es importante que nuestros padres siempre nos pusieron los pies en la tierra. Nos decían que nos iban a pasar cosas fantásticas e íbamos a conocer sitios y a gente increíble, pero que eso no cambiaba nada, que al día siguiente íbamos a ver al señor que te vende el pan, y que teníamos que tratar a todo el mundo igual. Todos somos seres humanos y podemos tener privilegios que pueden llegar e irse, pero siempre hay que tener los pies en el suelo.¿Qué cree que la gente piensa de usted?Creo que, a la gente, no solo en España, le encanta tener prejuicios. No pasa nada. Parece que tienes que demostrar siempre algo. Yo no vivo en una burbuja. Es una cosa que sorprende a la gente que me conoce, a veces. Creen que estoy siempre en ese mundo del privilegio. Antes me molestaba, ya no. Todo el mundo tiene derecho a tener una opinión, y eso no significa que se tenga que aceptar. Mis padres son la gente más down town que te puedas imaginar y me han enseñado unas foundations extremadamente importantes, gracias a las cuales soy como soy.Sus padres han sido, y son, portada de muchas revistas del corazón. ¿Cómo los ve?Muy guapos, porque lo son. Pero es como surrealista, porque en mi familia nunca hemos vivido de eso. Entonces, nos pillan paseando por la calle, en la playa, y hay una línea fina entre ser amable y que se metan en tu vida privada. A mí, desde hace tiempo, me persiguen por una cosa familiar, no por mi trabajo. Les interesa el cotilleo, y para mí es raro, porque a lo único que aspiro es que se hable de mí por mi trabajo.En su promoción define su versión de Yo no soy esa, original de Mari Trini, como canción-protesta. Habrá quien diga: esta chica, ¿de qué se queja?Bueno, no es que me queje de nada, pero soy mujer y sé de lo que habla. Me inspiró mucho Mari Trini porque me puse a investigar sobre ella y, de alguna manera, me sentí reflejada. Ella era de Murcia, vivió en Londres, luego en Francia, hablaba tres idiomas, era mujer y consiguió denunciar el machismo y hablar de empoderamiento en 1971 con una letra en la que dice todo de una forma bellísima. “Yo no soy esa que tú te imaginas: una señorita tranquila y sencilla…”.¿Ha sentido machismo?Sí, de maneras muy diferentes. En casa, no. Y quizá porque nunca lo vi en casa, me chocó fuera. En la escuela de música, daban por supuesto que eras la cantante, y no la compositora o la productora, o que no sabías tocar un instrumento. Obviamente, hay situaciones más complicadas para otras mujeres. Soy consciente. Pero es importante que, quien tenga una voz, tiene que apoyar a las otras. Siempre hay que estar unas para las otras.Ona Mafalda, en el Café Comercial de Madrid.Bernardo Pérez¿Cuál es su lengua materna?Pues es difícil contestarte. Si sueño contigo, por ejemplo, pues sueño en español, porque lo estoy hablando contigo, pero es más inglés. Bueno, algo entremedias. Ahora que llevo tiempo en España y todos los días hablo español, se me pega más, pero ya ves que lo mezclo todo.¿Qué idioma es más musical?Qué difícil. Pues es verdad que, en español, algunas frases pueden sonar como, no sé, más cutres, pero el español tiene algo muy romántico y muy profundo, muy poético y muy bonito, no tan basto y directo como el inglés. Es divertido y me siento muy afortunada por poder jugar con los dos idiomas.Se casó en 2022 y se separó en 2024. A los 30 años, ha vivido rápido.Mi vida es muy corta y muy larga a la vez. He vivido en muchas ciudades, he pasado muchos ciclos. A veces pienso que he vivido 50 años en 30.¿Un divorcio es una crisis vital?No se lo deseo a nadie, y menos a nadie tan joven como yo.Por eso, también, ya no es “esa que tú te imaginas”, como dice en la canción.Pues sí, desde luego. Es un cambio muy grande y un dolor muy grande también. Me he pasado año y medio preguntándome qué quiero, qué quiero hacer ahora. Tenía muchas emociones en la cabeza, muchas cosas pasando alrededor, pierdes un poco el norte. Tuve que dejarme sentir todo ese caos y ese dolor, porque yo, durante ese tiempo, seguía actuando y trabajando. Hasta que un día, y esto es literal, me di un golpe contra una pared de mi casa y me rompí la nariz. Fue una catarsis. Decir: ok, tengo que soltar todo esto que tengo dentro. Gracias a eso, ahora tengo un proyecto musical de pe punto madre que presentar.Dígalo, dígalo.No lo voy a decir, y menos en EL PAÍS.¿Por educación de niña bien?No, no digo esa palabra que empieza por pe, referida a una mujer, me niego a decirla, porque es ofender a las mujeres. Mejor pon que tengo un proyecto de la hostia.Mire, ahí me ha roto el prejuicio. Pero es que es usted princesa. Su abuelo es Simeón de Bulgaria, rey en el exilio.Ya, es que es muy fuerte. Tengo un amigo cantante que dice, si fuera tú, yo utilizaría lo de princesa todo el tiempo, y va el tío y me llama Su Majestad, y tal. Pero te aseguro que no es todo tan fácil. Sí, soy princesa, pero no voy a dejar que el prejuicio me impida ser quien quiero ser.Hay una nueva generación de princesas herederas. ¿Cómo las ve?De hecho, muchas de los futuros reyes en Europa van a ser reinas. En España, Noruega, Holanda. Son más pequeñitas que yo. Las conozco, son increíbles y creo que lo van a hacer muy bien. Pero, en mi caso, en mi familia, no vivimos de esto. Esto no es nuestro trabajo. No tenemos un familiar que va a ser un futuro rey, o reina. Todo el mundo tiene su trabajo, tiene que hacer sus cosas y salir adelante. Pero lo mío, mi título, es algo más que le gusta añadir a la prensa rosa, pero, al final, no siento que tengo que batallar con eso, porque no es mi deber.¿Es monárquica o republicana?Verás, no te puedo contestar a esa pregunta porque para mí no es cuestión de si eres una cosa u otra, sino de que lo hagas bien. Es como si me dices si soy de derechas o de izquierdas. No. Para mí tenemos todos que ser justos, tratar a todo el mundo exactamente igual y no ser de extremos.Sin embargo, sí se declara feminista.Sí. Ahí me mojo, porque soy mujer, y lucho por mí y por todas. De hecho, fui a la manifestación del 8-M, que llovía a mares, pero yo soy inglesa y a mí no me para la lluvia. Ahora que Madrid parece Londres estoy en mi salsa.Mafalda Sajonia Coburgo Nadal (Londres, 30 años) nació y creció entre algodones, o eso se supone a los cachorros de su cuna. Nieta del rey Simeón de Bulgaria, hija del príncipe Kyril y la marchante de arte Rosario Nadal, frecuenta desde su infancia a la élite internacional como familiares y amigos de los suyos. Educada en el Liceo Francés de Londres, primero, y en el Berklee College of Music de Boston más tarde, se dedica a la música desde hace 10 años y toca en festivales y bares sin dejar de aparecer en las primeras filas de desfiles de moda ni los eventos exclusivos de su clase. Casada en 2022 con el financiero libanés Marc Abouleisman, compañero de estudios en Londres, se separó en 2024. Un divorcio que, junto a su mudanza a Madrid, reconoce que le dio la vuelta a su vida. Ahora presenta su versión del ‘Yo no soy esa’, el himno feminista de Mari Trini, adaptado a sus circunstancias, cambiando el “yo” por el “ya”. Frente a frente, resulta cercana y sincera. A veces los prejuicios van en doble dirección.

Ona Mafalda: “Soy princesa, pero no voy a dejar que el prejuicio me impida ser quien quiero” | Cultura
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