Hay obras de teatro que pretenden entretener y hay otras que buscan incomodar, remover, desenterrar lo que el tiempo ha querido sepultar. El día que las estrellas dejaron de brillar, escrita por Mariana Reskala y dirigida por Ricardo Rodríguez, pertenece a estas últimas: la de las piezas que duelen, porque su verdad atraviesa la ficción.Desde el escenario del Teatro El Granero, en el Centro Cultural del Bosque, las actrices Patricia Soto y Teté Espinoza despliegan una galaxia entera de personajes, emociones y tiempos. El relato parte de la mirada de una niña que intenta comprender la desaparición de su padre a través de la ciencia ficción. En su universo, los humanos se convierten en constelaciones, y las estrellas, cuando dejan de brillar, no solo anuncian la muerte, sino el olvido.“Mariana habla de un tema que nos atañe a todos en este país: el de las desapariciones forzadas. Y lo hace de un modo que me pareció mucho más inteligente que hablar directamente de ello”, explica Rodríguez en entrevista con EL PAÍS. “Utiliza elementos de ciencia ficción y lo hace ver a partir de los ojos de una niña”.Patricia Soto y Teté Espinoza, durante la presentación de la obra. CORTESÍARodríguez elige una puesta en escena desnuda, confiando en el poder de la palabra y la actuación para construir mundos. “Lo único que necesitas es la imaginación y la creatividad de las actrices para construir esta ficción”, dice. Soto y Espinoza dan vida no solo a los personajes principales, sino también a sus sombras: funcionarios corruptos, pseudo terapeutas que buscan callar y omitir la realidad, y ciudadanos atrapados en una sociedad donde la empatía se evapora.La obra, cuya trama transcurre entre 2001 y la actualidad, no pretende representar el terror, pero sí sus síntomas. “El terror es imposible de representar, no hay manera de poner eso en escena. Entonces, podemos hablar de lo que está alrededor, de los síntomas de una sociedad en shock”, dice el director. La sociedad de la que habla está presente en cada escena, en la distancia crítica que separa al espectador de los hechos que allí se narran, y en la metáfora de mirar hacia el cielo. A la pregunta de si la sociedad mexicana tendría que mirar más a las estrellas, Rodríguez ironiza que “durante muchos años ha visto el canal de Las Estrellas. Tenemos la atención dirigida a lugares muy equivocados”.El texto de Reskala es, en palabras de las actrices, un espejo de nuestro presente. “Pareciera que únicamente hablamos de las desapariciones forzadas y de la violencia en nuestro país, pero también hablamos de cómo esto afecta a toda la sociedad. Es resiliencia más que nada”, afirma Teté Espinoza. “Es una historia de lucha para que no nos olvidemos de hablar de quiénes somos frente a esos problemas”, complementa Patricia Soto.La obra es también una denuncia, cargada de ironía, dolor y ternura. Se burla con inteligencia de los mecanismos que perpetúan la violencia y el silencio institucional. “Los personajes son llevados al extremo, son una sátira y una parodia del gobierno y de los policías que tenemos, no me parece nada lejano de la realidad”, coinciden las actrices, con una mezcla entre risa y rabia.La obra ‘El día que las estrellas dejaron de brillar’, de Ricardo Rodríguez.CORTESÍAEl día que las estrellas dejaron de brillar no ofrece respuestas, pero sí preguntas urgentes. ¿Estamos viendo lo que ocurre o simplemente lo ignoramos? ¿Miramos al cielo para encontrar esperanza o para huir de la tierra? Para Rodríguez, “la idea de ese mecanismo en el que a las personas se les está obligando a ver a otros lugares y no hacia las estrellas, tiene que ver con la narrativa que constantemente se está creando para que la gente se pierda en la sobreinformación”.A pesar de lo sombrío del tema, la obra que se presentará hasta el 4 de mayo, con funciones los jueves y viernes a las 20.00, sábados a las 19.00 y domingos a las 18.00 horas, no renuncia a una posibilidad de redención. “Lo que el teatro hace es siempre decir: ‘Hay otra manera de leer las cosas, hay otra alternativa de entender las cosas”, afirma el director. En un país donde la verdad se disuelve entre pantallas, Patricia, Teté y Ricardo piden algo sencillo pero radical: volver a mirar las estrellas.

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