El químico español Rafael Luque subió a paso ligero al escenario del Palacio Estatal del Kremlin, en Moscú, hace tres meses. En el vídeo oficial se ve que estaba pletórico. Iba a recibir un homenaje, por ser uno de los científicos más citados del mundo y haber contribuido con sus colaboraciones al ascenso meteórico de la Universidad Rusa de la Amistad de los Pueblos en los rankings de las mejores instituciones académicas del mundo. La gala, un espectáculo con bailarines y hasta un coro militar, recordaba a sus mejores tiempos, cuando recibía aplausos en la prensa española y ganaba premios internacionales. Entonces parecía una eminencia mundial, pero simplemente estaba burlando las reglas del sistema, con la misma estrategia tosca que ejecutaban al mismo tiempo otros miles de investigadores en todo el planeta. El 1 de diciembre de 2022, Luque fue expulsado de su universidad, la de Córdoba, con una sanción histórica. Una nueva herramienta permite ahora analizar cómo ascendió a la cumbre y cómo se despeñó desde ella, hasta ser homenajeado en el Kremlin como “prorruso”. Ya lleva 11 estudios retirados por prácticas fraudulentas.Luque, nacido en Córdoba hace 46 años, es sospechosamente prolífico. Llegó a publicar un estudio cada dos días laborables en 2022. Incluso aceleró su ritmo en diciembre de aquel año, cuando apareció el programa de generación de lenguaje con inteligencia artificial ChatGPT. “Estos meses han sido bastante productivos, porque la verdad es que artículos para los que antes necesitaba dos o tres días ahora los hago en un día”, reconoció en una videollamada con EL PAÍS en marzo de 2023, desde un hotel con decoración kitsch en Dhahran, cuartel general de la industria petrolera saudí. Este periódico ha intentado hablar con él de nuevo durante el último mes, sin recibir respuesta. Luque se dedica a la llamada química verde, que intenta sintetizar productos, como fármacos y combustibles, generando menos residuos.Publicar estudios insustanciales como churros es una de las artimañas para trepar en los rankings académicos. Un análisis del estadístico estadounidense John Ioannidis detectó hace un año unos 3.200 científicos —23 de ellos en España, incluido Luque— que publican más de 60 trabajos anualmente: al menos uno cada cinco días. Estos investigadores hiperprolíficos aumentaron especialmente en tres países: Tailandia (se multiplicaron por 19 en siete años), Arabia Saudí (por 11) y España (por 11). También en India (por 10), Rusia (por 6) y Pakistán (por 6). Precisamente en estos países, Luque tejió una gigantesca red de cientos de colaboradores, que facilitó que publicase cada vez más y más estudios, que a su vez eran muy mencionados por esos mismos colegas. Así ingresó en 2018 en la prestigiosa Lista de Científicos Muy Citados, elaborada por la multinacional Clarivate.Más informaciónEl español va camino de convertirse en uno de los investigadores con más estudios retirados por prácticas fraudulentas de todo el mundo, según los datos de Argos, una nueva herramienta para vigilar la integridad científica. Su primer trabajo eliminado fue un artículo sobre la síntesis de unos compuestos químicos con supuestas aplicaciones médicas, que firmaba junto a tres coautores de Pakistán, dos de China y tres de Arabia Saudí. La editorial Wiley, tras constatar la “manipulación sistemática” de los resultados, lo retiró el 19 de julio de 2023. El pasado octubre, la editorial Elsevier le retractó cuatro estudios de una tacada, tras descubrir “cambios sospechosos” en los firmantes, entre los que de repente se añadían nombres de científicos chinos, coreanos, paquistaníes y taiwaneses, una práctica habitual cuando se vende la autoría al mejor postor por unos cientos de dólares, para que engorde su currículum sin hacer nada. Su undécimo estudio retractado llegó hace tres meses, días antes de su homenaje en el Kremlin. Era un trabajo sobre catalizadores de reacciones químicas, encabezado por un iraní. Elsevier lo eliminó tras detectar “manipulación de datos”.La herramienta Argos analiza cada día 57 millones de estudios científicos en busca de indicios de prácticas fraudulentas. Es un producto diseñado por Scitility, una empresa de utilidad pública creada hace un año por el informático español Antonio José Molina, su colega holandés Jan-Erik de Boer y el matemático estadounidense Gary Cornell. El análisis masivo de datos permite destapar patrones sospechosos. En el caso de Rafael Luque, son totalmente anormales. Incluso sugieren la existencia de una trama internacional de científicos dedicada a inflar su propio prestigio con trampas y falsificar así los rankings de las mejores universidades del mundo.Molina, sevillano de 40 años, expone las llamativas cifras del químico a petición de EL PAÍS. Que te retiren un estudio, recalca, es inusual. De los más de 100 millones de científicos analizados en el mundo, el 99,8% no tiene ningún trabajo retractado. Rafael Luque ha publicado al menos 744 artículos en poco más de una década. Con sus 11 estudios eliminados por las editoriales, ya está “en el top 0,1% de los autores más retractados de todos los tiempos”, según Molina. El informático destaca las extrañas compañías de Luque. Es difícil encontrar un científico retractado, pero el químico español ha colaborado con 198 de ellos. Algunos casos son escandalosos. Ha firmado ocho estudios con Ashok Pandey, un químico indio que ya lleva 43 trabajos eliminados. También ha sido coautor con el ingeniero indio Pravin P. Patil (23 retractaciones), el iraquí Mohammad Sajadi (20), el paquistaní Shafaqat Ali (11), el iraní Pouya Ghamari Kargar (9), el ruso Dmitry Olegovich Bokov (9), el finlandés Mika Sillanpää (6), el chino Wanxi Peng (5) y el vietnamita Anh Tuan Hoang (5). “Rafael Luque ha firmado estudios con 12 científicos que están en el top 1% de los autores más retractados de todos los tiempos”, alerta Molina. Esas colaboraciones tóxicas hacen que la herramienta Argos calcule que el químico de Córdoba tiene otros 96 estudios en alto riesgo de ser retirados y 335 en riesgo medio. Son cifras que rivalizan con las del rector de la Universidad de Salamanca, Juan Manuel Corchado, y sus colaboradores, con 75 estudios eliminados por prácticas fraudulentas.El motor para hacer trampas es el dinero. Algunas instituciones académicas se pelean por fichar a los científicos más citados, porque tenerlos en sus filas suma muchos puntos en los rankings de las mejores universidades del mundo. Una investigación de EL PAÍS reveló hace dos años que las universidades saudíes ofrecían sobornos, de hasta 70.000 euros anuales en la cuenta bancaria personal, para que estos profesores mintiesen sobre su lugar de trabajo ―en la base de datos interna de la Lista de Científicos Muy Citados de Clarivate― y figurasen falsamente como saudíes. Dos decenas de investigadores españoles participaron en esta artimaña.Rafael Luque fue uno de ellos, aunque asegura que no cobró los 70.000 euros anuales en el bolsillo. A partir de 2019 modificó sus datos, para constar en primer lugar como investigador de la Universidad Rey Saúd, en Riad (Arabia Saudí), a espaldas de la institución pública que le pagaba el sueldo de funcionario, la Universidad de Córdoba, que sin él se desplomó unas 150 posiciones en el ranking de Shanghái. En la única conversación que ha tenido con este periódico, el químico sí admitió que le pagaban hoteles de lujo y viajes en clase preferente. La Universidad de Córdoba, tras descubrir las actividades de su profesor y no creerse sus explicaciones, expulsó a Luque el 1 de diciembre de 2022, con una sanción de 13 años sin empleo y sueldo.El análisis de la herramienta Argos revela que la firma del químico español ha estado cotizada en el mercado internacional. En 342 de sus estudios aparece como investigador de la Universidad Rusa de la Amistad de los Pueblos. En 113 figura en la Universidad ECOTEC, en la ciudad ecuatoriana de Samborondón. En 18, en el Instituto de Química Aplicada de Changchun, en China. En 11, en la Universidad Politécnica de Bucarest, en Rumanía. En 10, en la universidad saudí Rey Saúd. Y en multitud de otros estudios aparece su firma en 16 países diferentes.En la gala en el Kremlin, el maestro de ceremonias anunció al químico español como investigador de la ecuatoriana ECOTEC. La Universidad Rusa de la Amistad de los Pueblos publicó el 12 de febrero una nota de prensa sobre el homenaje, en la que presentaba a Luque como víctima de un despido porque “difunde abiertamente una postura prorrusa”. El comunicado destacaba que la colaboración del cordobés había hecho que la institución rusa alcanzase el puesto 23 en el ranking mundial QS, otro de los habituales. El homenaje pasó desapercibido hasta que el periodista Dalmeet Singh Chawla publicó la noticia en la revista de la Sociedad Estadounidense de Química hace un par de semanas. Esa misma sociedad otorgó una distinción a Luque en 2018.El padre español de Argos, Antonio José Molina, reconoce su frustración ante la impunidad de la que disfrutan científicos que han sido cazados haciendo prácticas fraudulentas. Su herramienta ofrece ahora un panel de control con el que las instituciones interesadas pueden hacer un seguimiento de las “actividades de riesgo” de sus investigadores, como el establecimiento de nuevas colaboraciones con científicos con un historial turbio.El análisis de Argos muestra que Luque redujo sus estudios sospechosos cuando EL PAÍS expuso su caso en marzo de 2023. Fue la noticia más leída del año en el periódico y el escándalo impulsó la exclusión por malas prácticas de 2.000 investigadores de la Lista de Científicos Muy Citados. Luque defendió otra versión. “En este mundo, si destacas siempre vas a tener haters, gente envidiosa, que son unos mediocres”, afirmó en la videollamada desde un hotel de lujo de Arabia Saudí. “Un amigo y profesor mío de la India me contó una historia que me gusta parafrasear, porque me representa bastante. Cuando el elefante va por la jungla, hay muchos peligros: tigres, leones, perros salvajes. Este tipo de animales intenta morder las piernas del elefante para cargárselo, pero el elefante es sabio y sigue su camino”, añadió.

Retirados 11 estudios del científico español Rafael Luque por prácticas fraudulentas | Ciencia
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