Rumania ha vuelto a la carga contra el príncipe Paul-Philippe (París, 76 años). La policía francesa ha arrestado en París, rayando las seis de la mañana de este lunes 7 de abril, al conocido como príncipe Paul por una orden de detención europea emitida por las autoridades rumanas, según señalan fuentes judiciales cercanas al caso y recoge el portal rumano G4media. El polémico personaje lleva fugado de la justicia rumana desde finales de 2020, tras ser condenado a tres años y cuatro meses de prisión por tráfico de influencias, blanqueo de capital y soborno por pertenecer a un grupo criminal. Un grupo que pretendía restituir de forma ilegal tierras que aseguraba que le correspondían como heredero de la familia real rumana y que habían sido confiscadas por el régimen comunista.El Tribunal de Apelación de Brașov, una ciudad incrustada en el corazón de Transilvania, solicitó a la Oficina SIRENE (acrónimo de Solicitud de Información Complementaria en las Entradas Nacionales) que estableciera una alerta de arresto y entrega. Esta unidad de la Policía Nacional, que gestiona las alertas del Sistema de Información Schengen (SIS), validó inmediatamente la nueva petición y encomendó a sus homólogos franceses que lo localizaran y lo detuvieran. En estos momentos, sigue el procedimiento de ejecución de la orden de detención emitida por Rumania, según indican las mismas fuentes.Más informaciónRestablecida la democracia en este país de la Europa del Este tras la caída del dictador de Nicolae Ceaușescu en la Navidad de 1989, el príncipe Paul de Rumania pasó a formar parte de una organización ilícita, que buscaba beneficiarse de una ley gubernamental que permitía la restitución de propiedades expropiadas por el régimen. En concreto, fue acusado de colaborar con una red criminal entre 2006 y 2013 para recuperar grandes parcelas de terrenos que reivindicaba como beneficiario de la casa real, entre las que se hallaban 47 hectáreas del bosque de Snagov —donde se ubica un monasterio en el que, según la leyenda, se halla enterrado el cuerpo sin cabeza de Vlad Drácula— y otras 27 hectáreas de la antigua granja real situada en Baneasa, ambas al norte de Bucarest.El Alto Tribunal de Casación y Justicia lo condenó en diciembre de 2020 a más de tres años de prisión, al igual que a otras 17 personas implicadas. Los fiscales, que indicaron que Paul-Philippe carecía de cualquier derecho sobre las propiedades, estimaron que el perjuicio creado al Estado rondaba 145 millones de euros. Pero, la misma noche de la sentencia, la policía no encontró a Paul-Philippe de Rumania en su domicilio habitual, de modo que la alta instancia dictó una orden europea de búsqueda para detener al fugado.Encontraron el paradero del príncipe en junio de 2022 en Francia, donde estuvo detenido en prisión preventiva antes de ser puesto en libertad bajo fianza. Paul Lambrino, que es su nombre original, rechazó en octubre de 2023 su traslado para cumplir la sentencia judicial, alegando que el caso en su contra era eminentemente político. El príncipe Paul volvió a ser arrestado en abril de 2024 en un resort en Malta, mientras asistía a un evento organizado por los Caballeros de ese país, en virtud de una orden de detención europea, y permaneció detenido durante dos meses hasta que se le concedió también la libertad bajo fianza. En agosto de ese mismo año, la solicitud presentada por Rumania y dirigida a Malta para su extradición fue rechazada por el Tribunal de Apelación de la isla mediterránea, tras constatar un “riesgo real y personal” de violación de sus derechos fundamentales.“Me acusan porque se me considera el heredero de mi abuelo”, llegó a decir el príncipe Paul. Su padre, Carlos Mircea Grigore Lambrino, batalló para que se le reconociera como el heredero legítimo del rey Carlos II, quien gobernó de 1930 a 1940, y a quien siguió su hijo Miguel I, quien abdicó en 1947 por el ascenso al poder de los comunistas tras la II Guerra Mundial. El progenitor de Paul-Phillippe nació en 1919 de la relación del monarca con Juana María Zizi Lambrino, la primera esposa del rey. La casa real de Rumania rechazó ese matrimonio al declarar que violaba el Estatuto de la monarquía, que determinaba la unión solo con miembros de otras familias reales. Incluso, el rey Fernando, padre de Carlos II, recurrió a la justicia para prohibir que ese nieto reivindicara títulos y derechos sucesorios. Sin embargo, el Tribunal Alto de Casación y Justicia terminó por darle la razón en enero de 2012, por lo que le confirió de manera oficial el reconocimiento como heredero del trono. Al final, Carlos II se casó en 1921 con la princesa Elena de Grecia —tía de doña Sofía, la reina emérita de España―, con quien tuvo al que fue el último rey de Rumania, Miguel I, que falleció en 2017 en Aubonne (Suiza), a los 96 años.

Rumania intenta extraditar por tercera vez al polémico príncipe Paul, tras ser arrestado ahora en París | Gente
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