España ha vivido este lunes el mayor apagón de su historia, un hecho sin precedentes que demostró la dependencia absoluta de nuestro modo de vida de la electricidad. Muchos vivieron el suceso con angustia al no saber lo que ocurría, al quedarse atrapados en un tren o por no poder ponerse en contacto con sus seres queridos. Otros, sin embargo, aprovecharon la desconexión forzosa de internet para vivir unas horas al sol, o en familia. Si te apetece contarnos tu historia, al final de esta noticia te indicamos cómo hacerlo. Laura Aracil García, 56 años. Madrid. Ayer iba en el tren a Málaga que salió de Madrid a las 11:55 de la mañana. Pasando cerca de Malagón, Ciudad Real, el tren se paró por el apagón. Nos llevaron a un pabellón en el pueblo y estuvimos todo el tren “durmiendo” ahí. Nos trajeron algunos colchones y repartieron por el pueblo a la gente mayor para que pudieran dormir en una cama. Nos ayudó la Policía y Guardia Civil de Malagón repartiendo agua, alimentos y colchones. Vino mucha gente del pueblo como voluntarios y nos ayudaron en todo lo que pudieron. También repartieron pañales y toallitas para los niños y se han encargado de que viniera asistencia médica para quien se encontraba mal. En el tren hubo algunas personas con ataques de ansiedad y mareos. También se preocuparon de encontrar medicinas para las personas a quienes les faltaba su medicación. Esta mañana nos han llevado en autobuses hasta Ciudad Real, y ya ha salido el tren hacia Málaga. Dentro de lo malo siempre hay alguna buena historia. Al final lo que hace que este país valga la pena son esas personas que siempre están dispuestas a echar una mano. La gente del tren, también muy dispuesta a ayudar y a colaborar en todo. Quiero mandar un agradecimiento de parte de todo el tren para la gente de Malagón. Julia Delgado Yelul. 40 años. Cartagena. Celebrando los 33 de una buena amiga en un parque con una tarta de la que comimos todos porque se nos olvidaron los platos. ¡Volvimos a los 15 años de golpe! Pero ese cumple no se nos va a olvidar a ninguno.Sensi Hernández Amo, 35 años. Nueva Carteya (Córdoba). Con un bebé de tres meses, tuvimos que calentar agua para los biberones en una olla en un camping gas. La suerte es que al menos el termo de la ducha era de gas, nos duchamos con velas en el baño. Para cenar, tiramos de tapas de queso, fuet y guacamole. Preparamos velas para la noche. Aquí la suerte es que anochece ya más tarde y tuvimos luz hasta las 21.30. A las 22:30 estábamos acostados junto con el bebé. A las 3:30 de la mañana vino la luz. Justo yo estaba despierta y como las habíamos dejado dadas saltaron todas de golpe. Hasta las 11 de la mañana no hemos tenido Internet. Es increíble la dependencia a la luz, y nosotros al estar en un pueblo pequeño no lo notamos tanto a nivel tráfico y demás, pero las farmacias, tiendas y bares estuvieron cerrados. Parecía apocalíptico. Álvaro Castilla Lamas, 20 años. Albacete.Soy de Albacete, pero el apagón me pilló en Madrid porque mi familia es de allí. Mi anécdota es una de acercamiento entre la gente en tiempos de dificultad. Yo me encontraba en una casa en Arturo Soria, pero necesitaba saber que mi abuela en Nuevos Ministerios había llegado a casa. Sin embargo, en la radio decían de evitar coger el coche a toda costa. Puse un cartel manuscrito en el portal del edificio para ver si alguien me prestaba una bici o patinete. Los vecinos no tardaron en volcarse y, tras alguna dificultad para conseguir hinchar o abrir el candado de una bici, me consiguieron un patinete. Acabé cruzando de Arturo Soria a Nuevos Ministerios en patinete.Marisa Fraga, 68 años. Corpa ( Madrid).Se vinieron a mi casa hijos y nietos. Nos fuimos a dar un paseo al campo con los perros. Constaté qué mis hijos saldrían adelante en un apocalipsis zombi o en una catástrofe. Y que mis nietos durarían cinco minutos, matando zombis con el móvil o la espada láser. O los matarían a quejas porque no hay luz, no se carga el móvil, les han jodido la partida en la play, no funciona Instagram. Pobrecitos, cuánta desgracia les ha caído encima.Evelin Coronado Sánchez, 38 años. Albacete.Nosotros hicimos una quedada vecinal espontánea. Cada cual trajo algo de aperitivo. Unas patatillas, unas aceitunas, alguna que otra botella de vino. Subieron a nuestra casa, adecentamos en un momento la terraza y en lo que nos dimos cuenta eran las 11 de la noche. Lo más curioso fue cuando bajamos a nuestra perrita a dar el paseo de la noche. Un cielo impresionante de estrellas, las otras personas con sus mascotas paseando a la luz de sus linternas. La verdad es que fue bonito. ¡Y comenzamos a hacer red vecinal!Pepa Camacho, 56 años. Madrid.Trabajo en un supermercado. Ayer me tocó ser cajera y, en apenas cuatro horas, nos dejaron la tienda vacía de papel higiénico (otra vez), velas, pan, leche, etc. La gente venía con angustia e incertidumbre y nosotros estábamos desesperados por no poder contactar con nuestras familias. Aun así, me di cuenta de que somos capaces de superar lo que nos echen y somos más solidarios y empáticos de lo que pensamos. Mucha gente se preocupaba por nosotros y lo duro de nuestro trabajo con la que estaba cayendo. Conclusión: hemos dado, otra vez, ejemplo de gran país.Carmen Escriu, 36 años. Guatemala. Somos turistas de Guatemala, ayer estábamos de visita en Madrid. Nos dimos cuenta del apagón en la plaza Cibeles, acabábamos de pasar a conocer el Retiro (muy lindo, por cierto). Los semáforos ya no servían en ese momento. Estábamos esperando a otra persona del grupo cerca del hotel Four Seasons. A las tres de la tarde nos juntamos con ella. Desde ahí caminamos hasta la plaza Elíptica en búsqueda de transporte para llegar a Getafe, donde nos quedábamos con una sobrina. Estando en la plaza Elíptica, no había buses o ya estaban llenos y los taxis no paraban. Decidimos caminar en dirección a Getafe para ver si conseguíamos Uber o taxi. Pasamos esta señal que indicaba que nos quedaban cinco kilómetros. Avanzamos un poco más y entonces una pareja en un sedán negro nos ofreció jalón hacia Getafe. Éramos cuatro y nos metimos como pudimos. Llegamos finalmente gracias a esos buenos samaritanos.Marta Escobedo, 22 años. Madrid.El apagón me pilló en el Hospital Ramón y Cajal, visitando a mi abuelo que se encontraba ingresado. Durante los dos segundos que duró la oscuridad en las habitaciones hasta que arrancó el generador, solo me pasaba por la cabeza las personas que se encontraban en la UCI, aquellas conectadas a máquinas de soporte vital y también la bomba de medicación a la que mi abuelo estaba enchufado. También todos los enfermos incomunicados que se encontraban solos, sin información y sin poder comunicarse con sus seres queridos. Quería aprovechar el espacio para dar las gracias (otra vez) al personal sanitario, sea cual sea, por tratarnos a los ciudadanos con un cuidado y una vocación que nosotros todavía no sabemos devolverles. En especial a la planta de cardiología y a las urgencias del Ramón y Cajal que anoche hicieron una jornada espectacular y mantuvieron la calma y su servicio.Elena Vara Montenegro, 35 años. Tudela de Duero (Valladolid)Soy matrona en un hospital. El apagón nos ha pillado atendiendo un parto, se ha dado la curiosa circunstancia de que, en el minuto que ha durado hasta que han saltado los generadores del hospital, el padre nos ha estado alumbrando con la linterna del móvil para que pudiéramos ver algo. Por suerte el bebé acababa de nacer unos minutos antes y todo ha salido bien. La situación más curiosa que he vivido a nivel laboral nunca.Manuel Serrano, 53 años. Cubelles (Barcelona). Nosotros siempre tenemos docenas de velitas y luces solares porque nos encanta crear ambiente. Como no había tele ni móvil, ni teníamos radio, nos dimos un baño en la playa, cenamos una ensalada y sacamos el ajedrez y juegos de memoria, todo a la luz de velas. Nos acostamos pronto y la luz volvió a eso de las 3:15 de la madrugada. No echamos de menos ni redes sociales ni WhatsApp, la conversación nunca ha de perderse. Seguro que hay adolescentes que hablaron por primera vez con sus padres.Y tú, ¿cómo viviste el apagón? ¿Desde dónde? ¿Cómo te afectó? Si quieres compartir tu historia, mándanosla a este WhatsApp: +34 682 922 222.También puedes clicar directamente aquí para acceder a la aplicación. Déjanos tu nombre y apellidos, edad, municipio y, si quieres, una foto. Los mensajes con las historias deberán tener un máximo de 250 palabras y seleccionaremos algunas de ellas para publicarlas. Puedes consultar aquí la política de privacidad. Si decides participar, EL PAÍS no mostrará en ningún caso tus datos de contacto. Junto a tu testimonio, podrá aparecer en la web del periódico tu nombre, tu apellido y el lugar desde el que nos escribes.ENLACE A POLÍTICA DE PRIVACIDAD

“Soy cajera y ayer me di cuenta de que somos capaces de superar lo que nos echen”|Las historias del apagón de los lectores | Sociedad
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