El fallecimiento de un papa y la elección de su sucesor conllevan una sucesión de tiempos y rituales rigurosamente establecidos. Tras la muerte de Francisco, hay tres principales novedades: el protocolo del funeral se ha simplificado; no será enterrado en el Vaticano, sino en la basílica de Santa María la Mayor de Roma; y el cónclave quizá empiece antes de lo que es habitual y no sea necesario esperar 15 días. Una nueva norma de Benedicto XVI en 2013 introdujo la posibilidad de comenzar cuando todos los cardenales estén en Roma, sin más dilación. Esto se decidirá en los próximos días. Naturalmente, la novedad más importante será el nombre del nuevo pontífice, uno de los 136 cardenales que entrarán en el cónclave más internacional de la historia.Cámara ardiente y funeralFrancisco ya había adelantado que el funeral de Benedicto XVI, “con el cadáver del papa expuesto en el ataúd, en un catafalco”, sería el último celebrado de ese modo. No le gustó demasiado. Bergoglio modificó en 2024 el protocolo funerario para que “los papas sean velados y sepultados como cualquier hijo de la Iglesia”. “Con dignidad, pero no sobre almohadones. En mi opinión, el ritual estaba demasiado recargado”, explicó en una entrevista. Como explicó luego la Oficina de Celebraciones Litúrgicas, quería el funeral “de un pastor y un discípulo de Cristo y no de alguien potente de este mundo”.La renovación del ritual en abril de 2024, regulado en el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, introdujo varios cambios para agilizarlo. La constatación de la muerte ya no se hace en la habitación del difunto, sino en la capilla. El cuerpo se introduce de inmediato en el ataúd de madera, con cubierta interna de zinc, y se lleva a la basílica directamente (antes hacía una etapa en el palacio apostólico). Allí se expondrá a los fieles con el féretro abierto durante tres días. Luego se celebrará el funeral.La principal novedad será el lugar de la sepultura. Francisco ha elegido la basílica de Santa María la Mayor, cercana a la estación Termini, no las Grutas Vaticanas donde descansan 23 papas. Es un lugar querido para él, por su devoción a la llamada Madonna de los romanos, la Virgen Salus Populi Romani, donde fue a rezar tras su elección e iba antes de cada viaje. En la sepultura se eliminarán los tres tradicionales ataúdes de ciprés, plomo y roble que se usaban hasta ahora. Antes de Francisco otros pontífices modernos eligieron ser enterrados fuera del Vaticano. Por ejemplo, Pío IX, en San Lorenzo Extramuros, o León XIII, en San Juan de Letrán.Sede vacante y luto de nueve díasTras la muerte del pontífice, siguen nueve días de luto, llamados Novendiali. En el periodo de sede vacante la autoridad para las decisiones administrativas y de gestión del Vaticano recae en la figura del camarlengo, que desde 2019 es el cardenal estadounidense Kevin Joseph Farrell. Es quien certifica la muerte del pontífice, anula el anillo pontificio y cierra las estancias papales. Luego comunica el fallecimiento al cardenal vicario de Roma, que anuncia la noticia. El camarlengo gobierna con la ayuda de tres cardenales, elegidos a suerte, renovados cada tres días. El funeral se celebra no antes de cuatro días tras el fallecimiento del pontífice, y no después de seis.La otra figura relevante en estas fechas es el decano del colegio cardenalicio, que es quien convoca al resto de cardenales para el cónclave y organiza las reuniones previas. Desde 2020, el decano es el cardenal italiano Giovanni Battista Re, pero como tiene más de 80 años, límite de edad para participar en la elección del Papa, no podrá presidirlo. Lo hará el cardenal más anciano.Antes de encerrarse en el cónclave, los cardenales se reúnen en asamblea para rezar e intercambiar impresiones en las denominadas congregaciones generales. Es un momento decisivo porque las intervenciones de los cardenales distinguen a algunos de ellos y las voces más autorizadas indican las grandes cuestiones y desafíos en juego. De este modo se crean los primeros consensos, se forjan los primeros candidatos y comienzan a aglutinarse votos.Más informaciónCónclaveEl cónclave para elegir el nuevo papa se celebra entre 15 y 20 días después de la muerte del pontífice. Este plazo tan largo estaba pensado en el pasado para dar tiempo a los cardenales a llegar a Roma desde todos los lugares del mundo (en este momento son 136 de 71 países de los cinco continentes). Sin embargo, esta vez entrará en vigor por primera vez una disposición añadida por Benedicto XVI poco antes de dimitir, en 2013. Establece que el inicio del cónclave se puede adelantar si ya han llegado a Roma todos los participantes.Los cardenales se alojan en la residencia de Santa Marta, dentro del Vaticano, que Juan Pablo II construyó para este fin, después de las penalidades y dificultades logísticas del cónclave de 1978 donde salió elegido. Desde ahí van y vienen cada día a la Capilla Sixtina, donde se celebran las votaciones. El primer día se hace una sola votación, de tanteo. Luego ya se hacen siempre dos por la mañana y dos por la tarde.Al final de ambos escrutinios de la mañana y de la tarde se hace salir la famosa fumata, para comunicar el resultado, salvo que en el primero o el tercero ya se produzca un resultado positivo. El humo es negro si no hay papa, y blanco si ya hay nuevo pontífice. La persona que anuncia al mundo quién es el nuevo Papa, desde el balcón de la basílica de San Pedro, es el llamado cardenal protodiácono, el primer cardenal del orden de los diáconos, que es el francés Dominique Mamberti.El quorum necesario para elegir el nuevo papa es de dos tercios, para buscar el máximo consenso. Es decir, 92 votos, si entran en el cónclave todos los cardenales con derecho a ello, pues a veces algunos no lo hacen por enfermedad o si han sido protagonistas de algún escándalo.Juan Pablo II introdujo una polémica norma que permitía pasar a la mayoría absoluta a partir de la votación número 34, algo que dio pie a pensar que un grupo con esa cantidad de votos podía aguantar hasta que llegara ese momento. Pero Benedicto XVI lo anuló en 2007, y solo permitió que a partir de ese momento se decida ya solo entre los dos candidatos con más apoyos.Colegio cardenalicioEl colegio cardenalicio se divide en dos categorías, electores (que participan en el cónclave) y no electores, que son los mayores de 80 años. En este momento lo componen 252 purpurados, de los cuales tienen derecho a voto en el cónclave 138. Pablo VI dejó establecido un límite de 120 participantes, pero es una cifra orientativa, porque no hay manera de establecer un número exacto. Los cardenales se van nombrado periódicamente cada cierto número de años, al tiempo que algunos van pasando los 80 años o fallecen.Geografía de los cardenalesLa composición geográfica de este cónclave es la más variada de la historia, una tendencia que se ha acelerado en el último medio siglo. De los 138 cardenales, los europeos siguen siendo los más numerosos, 53, pero no constituyen por sí solos ninguna mayoría. Le sigue Asia, con 24; África, con 18; y América del Sur con 17. Norteamérica tiene 16 y América Central, cuatro. Oceanía, otros cuatro. Los países con más cardenales son Italia (17), Estados Unidos (10), Brasil (siete), e India, España y Francia con cinco.Los cardenales españoles en realidad son ocho, porque se deben sumar otros tres que ocupan sedes episcopales en el extranjero. Los cinco que llegan de España son: Carlos Osoro, arzobispo emérito de Madrid; Antonio Cañizares, arzobispo emérito de Valencia; Juan José Omella, arzobispo de Barcelona; Ángel Fernández, rector mayor de los salesianos; y José Cobo, arzobispo de Madrid. No obstante, son ocho porque se deben sumar otros tres españoles que ocupan sedes episcopales en el extranjero: el arzobispo emérito de Santiago de Chile, Celestino Aós; el obispo de Ajaccio, en Córcega, François-Xavier Bustillo; y el arzobispo de Rabat, Cristóbal López Romero.

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