Un santuario para artistas inspirado en la topografía local. En Vijayanagar (Karnataka), un sitio histórico protegido por la UNESCO al sur de la India, el Hampi Art Lab, promovido por la JSW Foundation, uno de los mayores grupos empresariales indios, busca ser un lugar para la creación artística.Más informaciónSus arquitectos, el indio Sameep Padora y su equipo de cinco proyectistas, trataron de desdibujar la frontera entre el lugar y una nueva arquitectura. Quisieron que patios y muros se fundieran sinuosamente y que el paisaje hiciera suya la construcción con el paso de los años. Así, con volúmenes fluidos y líneas curvas, inspiradas en el río vecino Tungabhadra, y en las colinas desgastadas de la geografía, el laboratorio aporta una capa más al lugar. Parte de la cubierta del edificio funciona como gradas, para reuniones o espectáculos y es, a la vez, un jardín aterrazado.Sameep PadoraSe trata de un edificio-paisaje y, por lo tanto, de una arquitectura cambiante cubierta por la propia vegetación en gradas, que sirven a la vez de asiento del anfiteatro y de sustrato para que la vegetación circundante haga y deshaga la forma-informe del edificio. Sameep Padora y sus dos socias, Aparna Dhareshwar y Vami Koticha, defienden una arquitectura capaz de universalizar valores locales indios. La artesanía detrás de este proyecto contrasta con otros de hostelería más cosmopolitas ideados por el estudio. Y, a la vez, está presente en obras anteriores de los arquitectos como la Biblioteca Maya Somaiya de Maharashtra, otro edificio-paisaje levantado con ladrillos reciclados e inspirado en la bóveda catalana (volta catalana), un método constructivo económico y rápido que permite cubrir techos sin utilizar la estructura temporal de las cimbras. El edificio, que firma el estudio de Bombay Sameep Padora, combina un revestimiento de archilla y ladrillos reciclados.Sameep PadoraAlejado de esa técnica, pero igualmente fluido y sinuoso, este nuevo espacio de exposición y residencia de artistas —ceramistas, pintores o grafistas— busca también integrarse y desaparecer en el lugar confundiendo los límites entre edificio y paisaje. Esa decisión no es solo estética. Facilita el mantenimiento, pone a la topografía a favor de la arquitectura, mejora el aislamiento del inmueble y, por lo tanto contribuye a su propia conservación y a la de la geografía, protegida, donde se ha construido.

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