“Tres días de paz y música”, decía el reclamo del Festival de Woodstock, que congregó a medio millón de hippies en una granja del condado de Sullivan (Nueva York) en 1969. El evento, celebrado durante la guerra de Vietnam, se ha convertido en un hito de la contracultura, con Jimi Hendrix cerrando la programación con un solo de guitarra entonando el himno estadounidense como protesta al belicismo de su país. Es curioso que el encuentro hippy por excelencia, aquella oda al amor libre y al rechazo del consumismo, sea 56 años después una fuente de especulación. Una chaqueta original de un miembro del personal de Woodstock, con el logo de un pajarito subido al mástil de una guitarra en la parte de atrás, se vende por 13.174,95 euros en la página web de WyCo Vintage. Es, actualmente, el artículo más caro de su tienda online —los hay más valiosos en la tienda física de Kansas City—. “Presenta desgaste en la espalda. Por lo demás está en buen estado”, se anuncia. Y es ese desgaste, precisamente, lo que le da valor.“La gente quiere conectar con la esencia, con la historia que hay detrás de las prendas vintage de conciertos. Te transportan a un momento de la historia en el que quizá no estuviste, pero te hubiera gustado estar, y es lo único que puedes conseguir”, argumenta por teléfono desde Kansas Patrick Klima, CEO de esta tienda de artículos originales de conciertos y cultura pop de los sesenta a los noventa. “Es mucho más cool que comprar un póster o un cuadro muy bonito y colgarlo en la pared. Puedes llevarlo puesto. La gente lo ve como algo más que una simple camiseta. Es como si, en cierto sentido, fuera una obra de arte”, explica sobre la creciente revalorización de este tipo de artículos.Más informaciónDos camisetas a la venta en WyCo Vintage. A la izquierda, una camiseta de The Rolling Stones de su gira de 1973, a la venta por 1.053,95 euros. A la derecha, una de Metallica de 1989, a la venta por 658,95 euros.WyCo VintageLas casas de subastas también los tratan como preciadas obras de arte. En 2021, Sotheby’s subastó en Nueva York una selección de recuerdos de Grateful Dead, incluida una camiseta amarilla con el logo de la banda que estimaba vender por entre 6.000 y 8.000 dólares. Sin embargo, esa sencilla camiseta de algodón que en los sesenta perteneció a un técnico de sonido que trabajaba para el grupo acabó costándole 19.300 dólares —más de 16.500 euros— al coleccionista Bo Bushnell, lo que la convirtió en la camiseta vintage más cara jamás vendida en una subasta —antes el récord lo tenía una de Led Zeppelin que se vendió en 2011 por 10.000 dólares en eBay—. “No me importaba lo que tuviera que pagar, tenía que conseguirla para completar mi colección”, aseguró Bushnell en una entrevista en 2024.En los cuatro años que han pasado desde aquella subasta ha subido el precio de prácticamente todo, pero el poder de la nostalgia y su influencia en las nuevas generaciones ha propiciado que la revalorización de las camisetas de conciertos usadas sea especialmente llamativo. “Mi santo grial. Nas vendido por 27.000 dólares [23.000 euros]”, decía en julio el cofundador de la tienda Thunderstuck, con base en Bangkok, en un vídeo de Instagram en el que entrega una camiseta con la cara del rapero estadounidense a su comprador, que a su vez le da en mano los sustanciosos fajos de billetes. “Las cosas cambiaron mucho alrededor de 2012, cuando todo lo de los noventa empezó a convertirse en vintage y se creó un mercado nuevo con mucha demanda”, sostiene Klima.Los expertos en el mercado vintage fijan el máximo apogeo de las camisetas de música alrededor de 20 años después de la popularidad inicial de esa banda o cantante. “Hay grupos legendarios como The Rolling Stones o Iron Maiden que siempre van a generar demanda, pero ahora tenemos muchos clientes que buscan cosas de los noventa, principalmente de grupos como Nirvana o Alice in Chains”, confirma el CEO de WyCo Vintage. También hay otros factores que disparan la popularidad de artistas concretos. “La muerte de Ozzy Osbourne [fallecido el pasado julio de un paro cardíaco] generó una gran demanda de camisetas de Ozzy y de Black Sabbath”, comenta Klima. Otros motivos son menos trágicos: “Cuando Guns N’ Roses anunció que haría la gira Not in This Lifetime… en 2016, vendimos un montón de artículos suyos porque mucha gente iba a verlos en concierto por primera vez. Había mucho entusiasmo porque nadie pensaba que fuesen a volver a salir de gira. Ha pasado algo parecido con Oasis, sus camisetas se dispararon cuando anunciaron la nueva gira”. El periodista Jacob Bernstein —hijo de Nora Ephron y Carl Bernstein— es uno de esos coleccionistas de camisetas vintage de conciertos que frecuenta WyCo Vintage. En 2017, confesaba en uno de sus artículos de The New York Times que se ausentó durante 40 minutos de la cena familiar de Navidad para comprarse una camiseta de George Michael antes de que los precios se disparasen por su muerte —falleció el 25 de diciembre de 2016—. “Cuando empecé a coleccionar hace una década, tenía una regla: no comprar camisetas de conciertos a los que no había asistido. Entonces encontré en el East Village una camiseta de Prince and the Revolution de la gira Purple Rain por 45 dólares. ¿Y qué si no había estado allí? Las reglas se rompieron pronto. La camiseta de Purple Rain fue mi droga de iniciación”, reconocía.Otras dos camisetas a la venta en WyCo Vintage, cada una de ellas por 571,95 euros. A la izquierda, camiseta de The Cure de 1985 y, a la derecha, una de la gira de Grateful Dead de 1993.WyCo VintageBernstein comparaba la droga con coleccionar camisetas por la adicción que crea, o quizás por el placer que produce conseguir la mercancía o por lo mucho que lo sufren sus bolsillos. El caso es que el crecimiento exponencial de este mercado y la constante apertura de tiendas —online y físicas— que ofertan este tipo de artículos, más allá de plataformas como eBay y Etsy, evidencia que muchos de los que lo prueban repiten. “Tenemos muchos clientes famosos, ya sean músicos, deportistas, artistas, cómicos… Hay mucha gente del mundo del espectáculo con la que hemos construido una muy buena relación a lo largo de los años porque lo que vendemos es muy exclusivo”, defiende Klima, que en el perfil de Instagram de la tienda posa junto a Travis Barker —batería de la banda Blink-182— o el rapero Drake.Patrick Klima (de blanco), con Travis Barker (en la foto de la izquierda) y con Drake (en la de la derecha) en su tienda, WyCo Vintage.WyCo VintagePero no hace falta ser rico y famoso para engancharse a esta tendencia. De hecho, su éxito comercial reside en gran parte en los consumidores de las nuevas generaciones, a priori con menor poder adquisitivo. Con más razón: quizás no tengan dinero para comprarse una casa, así que lo que tienen lo emplean en darse caprichos con gran valor simbólico para ellos. “No es que los jóvenes vivan en la opulencia, sino que sus gastos se realizan en categorías aparentemente más frívolas porque les resulta imposible acceder al resto”, resumía el catedrático del IESE José Luis Nueno en un artículo publicado en 2024 en EL PAÍS. Esta realidad, sumada al componente nostálgico que tanto atrae a los nuevos compradores, augura un brillante futuro al negocio de las camisetas usadas de cantantes y bandas de música. “Hemos estado creciendo casi todo el tiempo que llevamos haciendo esto”, indica Klimer, que abrió oficialmente la tienda en 2008. WyCo Vintage ha crecido tanto que ha llevado pop ups a Las Vegas o incluso a la semana de la moda de Nueva York. “El verdadero problema para un negocio como el nuestro es conseguir continuamente inventario y mantenerlo. Eso es lo que supone un reto. Pero la cuestión es que cada año hay que añadir otra tanda de camisetas a la selección, porque hay otro grupo de camisetas, por ejemplo, las de 2006, que están a punto de convertirse en vintage”, explica.La tienda física de WyCo Vintage en Kansas City.WyCo VintageSí, es difícil de asimilar, pero los grupos de 2006 ya son considerados vintage. Para que se hagan una idea, fue el año en el que Finlandia ganó Eurovisión con el ya mítico Hard Rock Hallelujah de la banda Lordi —España llevó a Las Ketchup—. Otra victoria para la contracultura. “¿No era el rock, al menos en parte, un alegato contra el consumismo desenfrenado y la sociedad burguesa?”, se preguntaba Bernstein en su artículo, cuestionándose el trasfondo de comprar, a precios desorbitados, camisetas de grupos que predican lo opuesto. “Bueno, ser coleccionista de camisetas vintage hoy es romper con las costumbres de la sociedad racional”, se consolaba. En eBay ya hay camisetas de la gira de 2006 de Lordi por 75 dólares. Pronto costarán el doble, o más.

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